sábado, 22 de abril de 2017

REGRESA EL SHOW DE BARAJITAS AL MUSEO DE BÉISBOL




Valencia, martes 18 de abril de 2017.
 (Prensa Museo de Béisbol - Kelly López G.).-



Como parte de la celebración del aniversario número 15 del recinto de la pelota venezolana, el Museo de Béisbol de Venezuela conjuntamente con la Asociación Venezolana de Coleccionistas, se preparan para recibir nuevamente, y ya como se ha hecho costumbre año tras año, la edición 12 del “Show de Barajitas” el próximo sábado 22 de abril.
Será a las 12 del mediodía, cuando los miembros de la ASOVECOL expondrán y venderán memorabilia y souvenirs al público asistente a la actividad, que en esta ocasión tendrá el agrado de contar con la presencia de tres miembros del Salón de la Fama del Béisbol Venezolano como: Antonio Armas, Oswaldo Blanco y la participación especial de Oswaldo Olivares, quienes firmarán autógrafos y compartirán con los fanáticos en el templo de los inmortales.
Juan José Ávila, presidente del Museo, extiende una cordial invitación a los amantes del béisbol y público en general a que visiten el recinto que guarda la historia de la pelota criolla, día en el que podrán interactuar con tan importantes personajes.

Fecha: sábado 22 de abril de 2017.
Lugar: Sala de Exposiciones Itinerantes del Museo.
Hora: 12:00M.

MUSEO DE BÉISBOL DE VENEZUELA CELEBRÓ 15 AÑOS DE CREACIÓN


Valencia, sábado 22 de abril de 2017.
 (Prensa Museo de Béisbol - Kelly López G.).- 
La creativa imaginación del joven y entusiasta Carlos Daniel soñó alguna vez, con un sitio donde enaltecer el gentilicio venezolano y a todas aquellas estrellas del beisbol nacional, y fueron sus padres: Carlos Cárdenas e Hilda Lares de Cárdenas, quienes harían realidad el más grande sueño de su hijo, construir un Museo de Beisbol Venezolano.
El Salón de la Fama constituye actualmente el templo sagrado de los héroes de nuestro principal pasatiempo nacional, el beisbol. Este recinto está dedicado a la divulgación de la presencia histórica del beisbol como una de las manifestaciones culturales más arraigadas de los venezolanos. Dedicado a homenajear a las máximas estrellas de la pelota venezolana, el Museo abrió por primera vez sus puertas al público, el 18 de abril del año 2002.
Como parte de la celebración de los quince años ofreciéndole a la fanaticada venezolana, la historia del deporte rey desde su llegada a nuestro país en 1895, hasta nuestros días, el Museo de Beisbol de Venezuela recibió en horas del mediodía de este sábado, a miembros excelsos de su Salón de la Fama: Antonio Armas, Oswaldo Olivares, Remigio Hermoso y Luis Manuel Hernández.
El protocolo de la actividad consistió en el donativo de artículos personales (jerseys) de Antonio Armas, que fueron colocados -por el mismo- en su loocker ubicado en la Sala 1. Entre las camisetas que donó el ex pelotero está la de Piratas de Pittsburg, cuando debutó en las grandes ligas el 06 de septiembre de 1976, la de Atléticos de Oakland, Medias Rojas de Boston y Leones del Caracas. Seguidamente estuvo regalando autógrafos y fotografías al público que se dio cita en el Museo de Béisbol.
Por su parte, Oswaldo Olivares, Remigio Hermoso y Luis Manuel Hernández participaron en una “Clínica de Bateo”, dirigida a niños perteneciente a la Escuela de Beisbol Menor de Magallanes, quienes absorbieron conocimientos y fundamentos del arte de batear de estos tres inmortales del beisbol criollo.
También estuvieron presentes Luisa Pestana, gerente general del Museo de Beisbol, Mauricio Correa, gerente general de Sambil Valencia, Yoel Rivas, presidente de la Asociación Venezolana de Coleccionistas, parte de la Directiva de Navegantes del Magallanes, encabezada por su presidente Roberto Ferrari, Rafael Wadskier, Eduardo Mirabal, José Antonio Gubaira, Héctor Arias, el presidente de Trotamundos de Carabobo, Giuseppe Palmisano y presbítero Joel Núñez.
La actividad finalizó con unas palabras del Ing. Juan José Ávila, presidente del Salón de la Fama y Museo de Beisbol y la Liga de Beisbol Profesional Venezolano, quien en un pequeño brindis agradeció a los miembros del Salón de la Fama, su presencia en este día especial para el Museo de Beisbol y deseó seguir celebrando muchos años más para el recinto que alberga la historia del beisbol criollo.



martes, 18 de abril de 2017

¿Por qué el béisbol es perfecto como es?

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'Opening Day' el martes en Miami CreditWilfredo Lee/Associated Press
Como cada abril, comienza una nueva temporada de las Grandes Ligas. El porvenir es esto: el aroma a yerba recién cortada de los estadios en primavera. Sin embargo, se ha extendido la creencia de que el béisbol es un juego aburrido que tiene que renovarse si quiere captar adeptos. En una época patas arriba, en la que casi todo está mal, todavía se empeñan en modificar una de las pocas cosas perfectas que sobreviven.
La temporada regular de las Mayores consta de 2430 partidos, un aproximado de 7379 horas o, lo que es lo mismo, 307 días de béisbol. Casi un año de ópera comprimido en seis meses, un carrusel de emoción increíble.
Aquellos que ya advertidos van a seguir desperdiciando su tiempo en Spotify o Netflix, oyendo y viendo quién sabe qué, pueden hacerlo desde luego. El béisbol no tiene que ir a ellos. No hay que sacrificarlo en el altar de la prisa para algunos supuestos nuevos fanáticos. Si no han aprendido a disfrutarlo como es, no van a aprender a disfrutarlo de ninguna manera.
Para esta temporada ya se eliminaron los lanzamientos en las bases por bolas intencionales, y hay otra serie de trámites considerados innecesarios que también están vistos para sentencia: ciertas consultas entre mánager, cátcher y lanzador, o algunos timeoutspara abrocharse los cordones o sacudirse los spikes.
Espero que de ahí no pase. Soy de los que cree que por debajo de la superficie aparentemente estática del beisbol siempre está fluyendo un océano convulso de estrategias exquisitas y juegos mentales y que es justamente eso lo que lo vuelve el deporte más fascinante de todos. En el béisbol la meditación ociosa y el empleo obsesivo de la inteligencia inciden, e incluso muchas veces determinan, más que en cualquier otro juego el curso de las cuestiones prácticas.
Hay que desarrollar una habilidad biomecánica más rápida que el pensamiento para poder conectar un lanzamiento a 90 millas, no digamos ya uno a 100. Sin embargo, la destreza física –fluidez del swing, poder de los brazos, giro de las caderas– obligatoriamente tiene que sustentarse en todo el tiempo previo, muerto en apariencia, en el que el bateador se separa del cajón, el lanzador da rodeos alrededor de la tabla de lanzar y el cátcher se acomoda la pechera.
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El venezolano Miguel Cabrera firmando autografos en Detroit, el lunes CreditPaul Sancya/Associated Press
Esos gestos no son gratuitos, y no pueden eliminarse porque la frivolidad del beisbol es justo su fondo. Por debajo, cada cual está intentado descifrar al rival. Ya es tan milimétrico que, aunque le escamoteen algunos minutos, no puede ser radicalmente más lento sin dejar de ser lo que es. No es posible batear una curva de Clayton Kershaw si antes no se ha descubierto que Clayton Kershaw va a lanzar una curva, de la misma manera en que no se puede dominar a un portento como Miguel Cabrera si antes no hemos entendido que él esperaba una recta y le han lanzado una slider.
Un partido de béisbol –parafraseando a Piglia– son siempre dos. El que se ve y el que se intuye. Que el béisbol no se haya homogeneizado al ritmo del fútbol, de los aviones y de los tuits no quiere decir que sea un deporte anticuado. Al contrario, es un agujero negro de números y variables que ahogarían a cualquiera. Ha utilizado el desarrollo tecnológico para ahondar en aquellos detalles que lo vuelven singular.
Mientras más moderno, más mesurado y reflexivo. ¿No es esto una maravilla sin paralelo en 2017? “Es un juego diseñado para ser saboreado, no para atragantarse con él”, dijo la leyenda Bill Veeck.
En la temporada 2000, en plena época de esteroides, se pegaron 5693 jonrones en las Mayores, tantos como nunca. En 2016 fueron 5610. Vamos a tener números similares en los próximos meses, pelotas blancas incrustándose a toda velocidad en la pared de la noche.
No es de extrañar que este año, sin la sombra del dopaje, el récord se supere, lo que confirmaría que el béisbol es hoy el único deporte más eficiente que su trampa. Si esto no bastara, hay que decir que es un juego solar. Comienza en abril y termina en octubre. No tiene nada que ver con la infelicidad del hombre.

jueves, 13 de abril de 2017

MURIÓ ROY SIEVERS,EL PELOTERO DE RICHARD NIXON

   Roy Sievers, toletero de los Senadores de Washington en la década de 1950, fallece a los 90 años de edad.



  Richard Goldstein. The New York Times4 de abril de 2017.

  Roy Sievers, quien ganara el primer premio al novato del año de la Liga Americana, jugando para los Carmelitas de San Luis en 1949 y se convirtiera en uno de los principales bateadores de poder de la década de 1950 con los Senadores de Washington originales, falleció este lunes 3 de abril en su casa de Spanish Lake, Mo.
   Su hija, Shawn Sievers, confirmó la muerte.
   Al jugar en los jardines y la primera base por 17 temporadas de ligas mayores, Sievers despachó 318 jonrones. Su mejor temporada fue la de 1957, cuando lideró la liga con 42 jonrones y 114 carreras empujadas, mientras bateaba .301 para los sotaneros Senadores. El bateador derecho Sievers también descargó jonrones en seis juegos seguidos ese verano en el Griffith Stadium de los Senadores, para conquistar su inmenso jardín izquierdo al igualar una marca de la Liga Americana que ha sido rota varias veces desde entonces.
   Mientras jugaba para los Senadores entre 1954 y 1959, Sievers era uno de los peloteros favoritos del vicepresidente Richard M. Nixon, quien fue maestro de ceremonia en una noche en su honor en septiembre de 1957.
   En 1959, después del llamado debate de cocina con el líder soviético Nikita S. Khrushchev acerca de los méritos del capitalismo versus el comunismo en una cocina modelo en una exhibición nacional estadounidense en Moscú, Sievers estuvo entre quienes le dieron la bienvenida a Nixon en el aeropuerto de Washington.
   Para ese momento, los Senadores estaban en medio de una racha perdedora, y cuando él saludó a Nixon, Sievers recordó, “Lo primero que dijo fue, ‘¿Que demonios le pasa a los Senadores?’”
   “Le dije, ‘Mr. Vicepresidente, no estamos bateando bien, el pitcheo no es bueno’. Él dijo, ‘Iré al estadio mañana en la noche’. Usualmente, cuando él iba al estadio ganábamos el juego. Pero esa vez perdimos”.
    Los Senadores perdieron 18 juegos seguidos.
     Fuera del estadio, Sievers era parte de los Singing Senators, organizados por el narrador deportivo del equipo Bob Wolff. Un día de junio de 1958, Wolff tocando el ukelele, apareció en el Washington Mall con Sievers, sus amigos jardineros Jim Lemon y Albie Pearson y se le unieron dos pitchers de los Senadores para cantar una canción en el programa “Today” de NBC-TV, animado por Dave Garroway.
     Sievers tuvo sus disputas salariales con el dueño de los Senadores, Calvin Griffith, pero “era una gran vida”, le dijo a Larry Moffi en la historia oral “This Side of Cooperstown”.
     “Conocí a Khrushchev cuando vino aquí”, recordó Sievers. “Almorcé con cuatro presidentes: Kennedy, Johnson, Nixon y Eisenhower”.
     Roy Edward Sievers nació el 18 de noviembre de 1926, en San Luis. Fue firmado por los Carmelitas en la escuela secundaria y debutó con ellos después del servicio militar y dos años en las menores.
     Sievers bateó 16 jonrones, remolcó 91 carreras y bateó .306 para ganar el primer premio al novato del año con el equipo sotanero de los Carmelitas; el pitcher de los Dodgers de Brooklyn, Don Newcombre, ganó los honores en la Liga Nacional.
     Pero Sievers fue afectado más tarde por una lesión en el hombro, y cuando los Carmelitas se convirtieron en Orioles en 1954, lo cambiaron a los Senadores.
     Fue tres veces al juego de estrellas con Washington y continuó su gran temporada de 1957, bateando 39 jonrones y empujando 108 carreras la siguiente temporada.
    Pero los senadores lo cambiaron a los Medias Blancas de Chicago en 1960. Tuvo dos temporadas productivas con ellos, de nuevo ganó honores de juego de estrellas, luego jugó para los Filis de Filadelfia. Ellos lo vendieron durante la temporada de 1964 a la segunda franquicia de los Senadores, creada cuando los Senadores originales se convirtieron en los Mellizos de Minnesota, y cerró su carrera en Washington.
    Además de sus 318 jonrones vitalicios, Sievers empujó 1147 carreras y tuvo un promedio de bateo de .267,
    Además de su hija, le sobreviven un hijo, Rob; un hermano, William; dos nietos, y dos bisnietos. Su esposa Joan falleció en 2006, y otro hijo, David, falleció en 1999.
    Despues de sus días como jugador activo, Sievers fue coach de los Rojos de Cincinnati, dirigió en las ligas menores y fue vendedor de una compañía de transporte de bienes.
    También tuvo una breve carrera cinematográfica.
    Sievers puede ser apreciado en la película de la Warner Brothers de 1958, “Damn Yankees”, una adaptación del musical de Broadway del mismo nombre y de la novela de Douglas Wallop “The Year the Yankees Lost the Pennat”, la historia de cómo un fanático de mediana edad de los Senadores con una vida monótona vende su alma al diablo para convertirse en un jonronero sensacional, y liderar a Washington a ganar un banderín sobre los odiados Yanquis.
     Tab Hunter, quien interpretó al toletero de fantasía, Joe Hardy, en la película, usó la camiseta No. 2 de Sievers, y Sievers fue el doble de Hunter en las tomas a distancia. Debido a que Hunter tomaba sus turnos del lado derecho del plato, Sievers es mostrado como bateador zurdo, gracias a la tecnología de la imagen especular.
     Y así, dejando a un lado a Walter Johnson y a un joven Harmon Killebrew, Roy Sievers, al menos por pocos momentos, podría ser llamado el Senador más grande de todos.

   Traducción: Alfonso L. Tusa C

lunes, 10 de abril de 2017

La seguidilla más larga de carreras llega a su final luego de 52 años y 39 días.



   Este domingo, Ron Hill hizo algo que no había hecho en el último medio siglo: Se tomó un día libre.



    Sarah Lorge Butler. Miércoles, 1 de febrero de 2017.

    Ron Hill, 78, tres veces olímpico por Gran Bretaña, terminó su seguidilla de carreras este domingo 29 de enero de 2017.
    La seguidilla, durante la cual, Hill corrió al menos una milla cada día, había durado 52 años, 39 días. Era la seguidilla de carreras conocida, más larga de la historia.
   En una declaración hecha por Streak Runners International, Hill, quien vive en Hyde, un pueblo a pocas millas al este de Manchester, escribió: “He estado teniendo problemas cardíacos y he esperado por algún tiempo tener el diagnóstico y el tratamiento para ese problema”.
   El 28 de enero, Hill escribió, que corrió su última milla de la seguidilla.
    “Luego de menos de 400 metros, me empezó a  doler el corazón y el dolor empeoró y empeoró en los últimos 800 metros”, se lee en la declaración. “Pensé que podía morir pero completé la milla en 16 minutos y 34 segundos. No tuve otra opción detenerme. Lo hice por mi esposa, familia, amigos y por mí”.
 En 2014, cuando la seguidilla de Hill llegó a 50 años, le dijo a Runner’s World, “Espero vivir 100 años y todavía estar corriendo”. En los primeros 50 años de la seguidilla, él promedió más de siete millas por día, pera ha estado corriendo menos, alrededor de 25 millas por semana, en medio de su séptima década de edad.
   La seguidilla fue solo un pequeño logro en la carrera de Hill. Compitió en los Juegos Olímpicos de 1964, 1968 y 1972, su disgusto con su actuación en los 10.000 metros y la maratón de los juegos de Tokyo en 1964 fue lo que le inspiró a empezar la seguidilla.
   Hill ganó la maratón de Boston en 1970 en 2:10:30, la cual fue entonces la marca de la distancia. Fue la segunda persona en bajar de 2:10 en la maratón, al correr su mejor tiempo personal de 2:09:28. Tuvo marcas mundiales en 10 millas, 15 millas, y 25 kilómetros en carreteras.
    De acuerdo a SRI, Jon Sutherland, 66, de West Hills, California, tiene ahora la seguidilla más larga de días contínuos corriendo, con 47 años y 8 meses. Dijo que se sentía entristecido por el fin de la seguidilla de Hill.
    “Soy un seguidor a distancia”, dijo Sutherland de Hill. “Él fue un pionero increíble, una de las figuras más importantes en la evolución de las carreras”. Sutherland dice que Hill tuvo una seguidilla de cuatro años antes que empezaran los 52 años de carreras contínuas.
     Sutherland no está seguro de si será capaz de continuar corriendo para acercarse a la marca que estableció Hill. “2016 fue mi peor año”, dijo Sutherland. Plagado de lesiones molestas, él corrió 1.066 millas en 2016, y en 20 días, corrió el mínimo de una milla requerido para mantener la seguidilla. (Usualmente corre tres millas diarias a un paso de entre nueve y diez minutos por milla).
    “La seguidilla no me motiva mucho”, dijo él. “Me sentía mas motivado por las competencias cuando era más joven. Hago esto porque lo disfruto. Trato de no pensar en eso”.
    Jim Pearson, 72, de Marysville, Washington es segundo en la lista actual de la seguidilla (46 años, 11 meses).
    Stephen De Boer, 62, de Rochester, Minnesota, es actualmente tercero con 45 años, 7 meses. En un correo electrónico dirigido a Runner’s World, dijo que no pretende tratar de establecer la seguidilla más larga, aunque es más joven que quienes están delante de él en la lista.
    “Correr todos los días es algo interno, no importa quien esté delante o detrás de mí”, escribió él.

    Traducción: Alfonso L. Tusa C.

EL WASHINGTON PARK Una pieza de historia beisbolera. ¿Pero de cual equipo?



 Keith Williams. 30 de marzo de 2017. 
The New York Times.



   
Pregunta: Lei que una sección de una cerca del Washington Park, el estadio de los Dodgers de Brooklyn antes que empezaran a jugar en Ebbets Field en 1913, aun se mantiene erguida entre la Third Avenuey la First Street en Gowanus. ¿Es eso cierto?
   Respuesta: La procedencia de la cerca no está confirmada. Pudo haber sido construida para el estadio de los Dodgers, o para un estadio subsecuente de otro equipo de corta vida, autoproclamado de “grandes ligas”.
   Con otra temporada de beisbol a punto de empezar, es una ocasión excelente para escarbar en la historia del beisbol en Brooklyn.
   Desde 1898 hasta 1912, el hogar de los Dodgers fue Washington Park, un sitio rodeado por Third AvenueFirst StreetFourth AvenueThird Street, cerca del pujante Gowanus Canal. Fue ahí donde el legendario pelotero y manager Casey Stengel bateó cuatro imparables en su debut, y donde Cy Young, quien aun tiene la marca de grandes ligas con 511 triunfos, lanzó su último juego.
   Durante la estadía del equipo en Washington Park, Charles H. Ebbets, el dueño del equipo tuvo que lidiar con un asunto recurrente: En cualquier momento, la ciudad podía ejercer su derecho a expandir Second  Street a través de su terreno de juego. Incapaz de procurar una garantía contra esa posibilidad, Ebbets mudó a los Dodgers hacia el estadio que llevaba su nombre en un area entonces conocida como Pigtown en el lugar más apartado de Prospect Park. (La ciudad tenía pendiente expandir Second Street).
   En 1914, los magnates panaderos Robert y George Ward establecieron un equipo en el desocupado Washington Park: los Tip-Tops de Brooklyn, nombrados así por la marca de pan blanco de los hermanos. (Los fanáticos de los Dodgers tenían otro nombre para ellos: los fuera de la ley). Los Tip-Tops se unieron a la naciente Liga Federal, la cual inmediatamente se declaró a la par de las Ligas Nacional y Americana.
    Los Ward gastaron un estimado de 250.000$ para reconstruir Washington Park, aumentaron su capacidad hasta 20.000 personas. Allí aparece la pregunta: ¿Dejaron ellos una parte del “viejo” Washington Park intacta, o era la pared de ladrillos a lo largo de Third Avenue completamente nueva?
     “No hay duda de que esa pared era parte del parque de la Liga Federal”, dijo Tom Gilbert, un historiador de beisbol quien lideró una campaña exitosa para preservar parte de la pared en 2010. Él agregó, sin embargo, “No me parece que se pueda asegurar que esa pared viene desde la época cuando los Dodgers jugaban ahí”.
     Es difícil conseguir fotografías de la esquina en cuestión, pero hay una en particular, tomada durante la reconstrucción de los Ward, que ha sido fuente principal de intriga. Ella muestra la pared de ladrillos aislada detrás de un andamio de madera y equipo de construcción.
     “Le pregunté a arquitectos y constructores, y ellos no pudieron explicar porque había fotos que mostraban la pared perimetral construida antes de la estructura”, dijo Mr. Gilbert. Sugirió que los Ward, buscando apurar la construcción podían haber reformulado la fachada de ladrillos del parque viejo como la defensa del estadio nuevo.
     Otros dicen que la pared viene desde 1914. “Todas las fotos que hemos visto del parque de los Dodgers mostraban que estaba hecho de madera”, dijo David Dyte un brooklynense quien ha estudiado el asunto. “No hemos descartado cada posibilidad, pero  las hemos reducido considerablemente”.
    La Liga Federal desapareció después de la temporada de 1915. Con la partida de su inquilino principal, Washington Park recibió una variedad de eventos, juegos de futbol americano de escuela secundaria, una pelea de campeonato de boxeo en la categoría de peso liviano, el espectáculo de Buffalo Bill y el salvaje oeste, antes que el predecesor de Consolidated Edison comprara la propiedad en 1925 y demoliera la mayor parte del estadio. Hoy, el lugar es un patio de ConEd; la compañía removió dos terceras partes de la pared en 2010.
    A pesar de la breve existencia de la Liga Federal, esta tiene un legado duradero en el Wrigley Field (construido originalmente para los Whales de Chicago) y en la excepción antimonopolio de Major League Baseball (un resultado de la demanda contra el monopolio organizado).
    Para Mr. Gilbert, esa sola influencia hace a la pared digna de honores. “No creo que la pregunta ‘¿Cuál equipo la construyó?’ sea el punto importante aquí”, dijo él. “Se trata de un parque histórico de grandes ligas sin importar cual porcentaje es de los Dodgers”.
    Mr. Dyte estuvo de acuerdo: “Es hermosa e interesante”, dijo él. “Vale la pena conservarla sin importar cual equipo levantó los ladrillos”.

    Traducción: Alfonso L. Tusa C.

viernes, 7 de abril de 2017

TREMENDO DEBUT EN GRANDES LIGAS DE ANTONIO SENZATELA

  
Antonio Senzatela de los Rockies de Colorado, lanza cinco entradas en blanco, en un promisorio debut en grandes ligas.



  Patrick Saunders. The Denver Post. 06 de abril de 2017.

  Milwaukee.- Poco despues que Antonio Senzatela pitcheara cinco innings en blanco en su debut de grandes ligas este jueves 6 de abril en la tarde, hizo lo que todo buen esposo hace.
   Llamó a su esposa, Vanessa García.
  Y ¿que le dijo?
  “Le dije, ‘Si, ahora soy un grandeliga’”, dijo Senzatela, mostrando una gran sonrisa.
   Su actuación sirvió la mesa para la victoria de los Rockies 2-1 sobre Milwaukee. Más importante aún, esto reveló algo acerca del pitcher derecho de 22 años de edad.
    “Hombre, él lució calmado ahí afuera”, dijo Nolan Arenado, quien bateó el jonrón solitario ganador del juego en el noveno inning. “Hasta ejecutó un par de grandes toques de pelota. Estuvo muy sereno”.
     Hay que darle crédito a Senzatela, especialmente, por mantener el balance a través de sus dos difíciles primeros innings en las mayores. En el primero, los Cerveceros llenaron las bases con un out, mediante sencillo de Eric Thames, doble de Jesus Aguilar y boleto a Travis Shaw. Senzatela escapó de la amenaza al inducir a Domingo Santana a roletear para dobleplay, usando su recta de 96.8 millas.
     “Les digo a los pitchers todo el tiempo que habrá momentos de tensión durante el juego, aún en los juegos buenos”, dijo el manager Bud Black”. Habrá un momento del juego cuando tendrán corredores en base, menos de dos outs, y tendrán que ingeniárselas para salir de eso. Hoy, para él, eso ocurrió en el primer inning, lo cual no es lo ideal en tu debut de grandes ligas”.
      Senzatela escapó, y debió enfrentar otro reto en el segundo inning. Con un out en el segundo, a Senzatela se le escapó una recta y golpeó a Keon Broxton en la cara. Afortunadamente, la pelota pegó principalmente en el protector facial del casco de Broxton,  atenuando el impacto. De todas formas fue un momento asustante.
     Pero si eso afectó a Senzatela, el no lo demostró.
     “Me sentí mal, pero traté de concentrarme en mi trabajo”, dijo él.
     Con su recta zumbando entre las 91 y las 96 millas por hora, y mezclando con la slider y el cambio, el joven derecho mantuvo a los Cerveceros fuera de paso. Permitió solo dos imparables, concedió tres boletos y ponchó a seis bateadores. Su control estuvo un poco errático,  lo cual se evidencia en su conteo de lanzamientos (93 envíos, 56 strikes), pero la clave fue su efectividad.
     “Aunque boleó a un par de bateadores, hubo varios cambios de velocidad bien lanzados y algunos buenos sliders”, dijo Black. “En total, fue un buen trabajo, cinco innings en blanco, y aunque el conteo de lanzamientos fue un poco alto, él hizo el trabajo. Es algo en lo que se debe trabajar”.

   Traducción: Alfonso L. Tusa C

EL MÁS VALIENTE QUE CONOZCO

 Mi hijo Nolan tiene cinco años de edad

   Cam Ward. Portero/Carolina Hurricanes. The Players’ Tribune. 12-07-2016.

       Me estremecí con un juego recientemente. Fue brutal. La peor parte es que fue en mi propia casa.
      Mi hijo Nolan tiene cinco años de edad y le gusta jugar minihockey conmigo. Si fuese por su cuenta, jugaría todos los días. Tenemos una rutina. Antes de empezar cada juego tenemos que escoger nuestros equipos. Él tiene esos pequeños imanes con los logos de NHL, y coloca el enfrentamiento del día en la pizarra.
      Él siempre escoge de primero. Usualmente escoge a los Stars de Dallas. Le gustan los Stars por alguna razón. Pero esta vez, escogió el equipo de papi.
     “¡Yo soy los Hurricanes! dice él.
    Le digo, “Está bien amigo. ¿Quién es el portero titular esta noche?”
     “Hmmm…Cam Ward”.
    Papi empieza el juego. Bien. El juego es el primero de cinco, y él hace comentarios sobre la marcha todo el tiempo, como si fuera el narrador del juego. Las repeticiones de video son obligatorias.
    “¡Skinner tiene el puck…dispara…y anoooooota!”
    Él me supera 4-1, cuando de pronto yo anoto un punto para disminuir la ventaja hasta 4-2. ¡Él pide tiempo!
   “Ah, ah”, dice él, “Los Hurricanes van a hacer un cambio de portero”
    Yo digo, “¿Qué?”
    “Si, vamos a hacer un cambio. Eddie Lack va a entrar”.
    “Pero amigo…estás ganando 4-2. No entiendo. ¿Por qué sacas a Cam Ward?”
    “Lo siento, el entrenador quiere hacer un cambio”.
    “Pero, papi estaba…”
    “Lack va a jugar”.
    Él empieza a hacer estiramientos como si fuese Eddie, calentando al salir de la banca.
     Papi se estremeció. Con una ventaja. ¿Qué hago?
     Digamos que papi tuvo una pequeña recuperación para ganar 5-4. Lo siento, Eddie.
     Para muchos papas, este tipo de momento es casi rutina. Muchos niños adoran jugar minihockey. Muchos niños crecen haciendo su propio jugada a jugada. Pero para mí, el hecho de poder oir a mi hijo cantar los goles es algo que nunca daré por sentado.
*
       Uno de los días más felices de mi vida fue cuando nació mi hijo. Día de acción de gracias de 2010. Yo estaba por las nubes. Pero no tenía idea de la montaña rusa emocional que estábamos a punto de empezar.
        Mi esposa Cody, me llamó del hospital el día después que Nolan nació. Estábamos en Boston en una gira. Pude intuir por el tono de su voz que algo no estaba bien. Ella me explicó que Nolan había fallado la prueba de audición de recién nacido en el hospital, pero el médico dijo que eso ocurre todo el tiempo.
       “Podrían ser los fluidos”, dijo él.
         Cuando un recién nacido falla su prueba inicial de audición, automáticamente se hace una cita de seguimiento.
        Mi esposa llevó a Nolan al consultorio del audiólogo pediatra, y trató de mantenerse positiva. Ellos sometieron a Nolan a una serie de pruebas, y el médico pareció optimista. Despues que terminaron, ellos le dijeron, “Todo está muy bien. Vaya a casa y le avisaremos si se presenta algo”.
        Pero tan pronto como llegó a casa, llamaron del consultorio. Mi esposa es la única que puede describir lo que ocurrió a continuación.
     Cody
      “Hola, Mrs. Ward. ¿Puede por favor traer de vuelta a Nolan? Queremos hacerle unas pruebas adicionales”.
     Aún en ese momento, yo todavía pensaba que todo iba a salir bien.
     Cuando lo llevé de regreso, la audiólogo se detuvo a mitad de una de las pruebas y me lanzó una mirada. Ella dijo unas palabras que nunca olvidaré.
     “¿Quiere llamar a su esposo?”
     Yo dije, “Um, él está en plena práctica de hockey”.
    “Ya veo. Pero tal vez sería mejor que él estuviera aquí”.
    “Él está..él está en una práctica de hockey. No puede…”
    Casí me derrumbé.
    Yo sabía. Lo supe al segundo cuando me lo decía.
Cam
   Termina la práctica y recibo una llamada.
   Mi esposa decía algo que yo no podía entender. Me decía que Nolan había fallado en otra revisión.
   Nuestro hijo era sordo.
   Yo estaba anonadado. Una especie de incredulidad. No lo aceptaba.
    Llevamos a Nolan al UNC Medical Center para algunas pruebas adicionales y confirmaron que él era “profundamente sordo”. No oía para nada. 
    Y no podía entender como eso era posible. El embarazo había sido normal. El parto había sido perfecto. Nada de antecedentes de incapacidad en ambas familias. Cody y yo nos hicimos pruebas genéticas y todas resultaron negativas. Nos dijeron que se trataba de  una mutación genética espontanea.
    Aun después del diagnóstico, yo no lo creía. Hubo momentos cuando Nolan dormía en su cuna, y yo me paraba detrás de él y aplaudía fuerte cerca de sus oídos. Nada. Aplaudía tan fuerte como podía, esperando ver algun tipo de reacción, esperando que él pudiera oírme de alguna manera. Pero él seguía durmiendo.
      Eventualmente, luego de más citas y pruebas de las que pueda contar, el especialista del UNC nos dijo que deberíamos  considerar los implantes cocleares para Nolan.
    ¿Implantes cocleares? Nunca antes había oído ese término. El doctor explicó que son dispositivos médicos electrónicos que proveen de señales sónicas al cerebro. Serían implantados en el oído interno de Nolan. Afuera, un “procesador” sería adosado a un lado de su cabeza con un magneto. Imaginelo como un micrófono que recoge todos los sonidos externos, y transmite una señal a los electrodos en la coclea, lo cual estimula al nervio auditivo.
     Toda esa terminología hacía girar mi cabeza. Todavía lo hace.
     Pero estábamos dispuestos a tratar cualquier tecnología que pudiese ayudar a nuestro hijo oírnos decirle  que lo amábamos. Sin embargo eso podía ser duro.
       Nolan tenía 9 meses y medio cuando se realizó la cirugía para el implante del lado derecho. Nada puede prepararte para ver a tu bebé pasar por una cirugía mayor. Pero todo salió bien, y lo llevamos a casa desde el hospital el mismo día.
       La pregunta era, ¿Dónde deberíamos fijar nuestras esperanzas?
       Había mucha incertidumbre. Hay que tener en cuenta que Nolan no había oído ni un sonido en los primeros nueve meses y medio de vida. Mi esposa… no puedo decir todo lo que ella había hecho por Nolan. Yo había estado lejos jugando hockey y ella había trabajado con él todos los días. Ella se sentaba con él y le repetía cada sonido. Yo no tenía idea de lo laborioso que es enseñar a hablar. Hay muchas cosas del desarrollo del bebé que se dan por sentado.
          Tienes que hacer las inflexiones en tu voz para que él consiga las diferentes entonaciones y sonidos. Cada sonido era “ba-ba-ba, boo-boo-boo, bee-bee-bee”. Tuvimos que llevar todo al nivel más básico para reconstruir todo.
         Pero Nolan siguió trabajando, y entonces un día, después que había cumplido dos años, recibí el mejor mensaje de texto de mi vida. Estábamos de gira (por supuesto), y yo estaba en el hotel cuando mi esposa me envío un video de Nolan en su silla alta. La podía oir fuera de pantalla, extremadamente excitada.
        “¿Qué dijiste Nolan? ¿Qué dijiste?
       “I wuv you”.
       Caramba. Caramba.
      “¡Dilo otra vez! ¿Qué dijiste Nolan?”
      “I wuv you”.
      Cuando recibí ese video, yo estaba muy emocionado. Como jugador de hockey, estás mucho tiempo lejos de tu familia, y desafortunadamente te pierdes los grandes momentos como ese. Ser capaz de experimentar ese momento, aun a través del teléfono en la habitación del hotel, fue indescriptible. Casi un año antes. Nolan no podía oírnos decirle que lo amábamos. Ahora, el lo decía de vuelta.
    Yo no veía el momento de regresar a casa y verlo en persona.
     Pronto, él añadió más palabras, y yo recibía videos como este todo el tiempo.
     De todas formas, nos tomó algun tiempo acostumbrarnos a ver a Nolan con su procesador puesto. Como padre, me preocupaba por él. ¿Se acostumbraría? ¿Sería capaz de usar un casco sin que se le cayera el procesador? ¿Podría saltar a una piscina con el procesador puesto?
     El punto es, que esas eran solo mis inseguridades. Nolan no tiene idea de que él es diferente de los demás, porque no lo es. Ahora tiene cinco años de edad y destaca en la escuela. Está leyendo y hablando a nivel de su edad biológica. Tiene un grupo de grandes amigos. Hay preguntas como, “¿Qué es eso que tienes en la cabeza?” Y él, simplemente responde, “Ese es mi procesador. Me ayuda a oir”.
    La temporada pasada, Nolan y mi esposa estaban viendo el juego de mi equipo por TV,  parado sobre el sofá, se volteó y le dijo, “Voy a ser como papá cuando crezca”.
    “Ella dijo, “Ah, ¿si? ¿Vas a ser portero de hockey?”
   “Si, voy a ser portero de los Hurricanes. Pero no voy a tener mi procesador. Porque papá no tiene uno. Así que no tendré uno”.
     Por más que sea difícil, es en esos momentos cuando le tienes que recordar, que siempre va a tener su procesador. Mi esposa hizo un gran trabajo explicándoselo.
     “Bien, ¿Sabes que mami tiene que usar anteojos para ver? Así mismo tú tienes que usar tu procesador para oir. No es nada del otro mundo. Solo los necesitamos”.
     Él hizo una pausa para asimilarlo por un segundo.
     Entonces dijo, “Ah, está bien”.
     Y regresó a ver el juego.
      Nuestras emociones pueden decrecer  por momentos, pero él sigue adelante. En realidad, él es mucho mejor que yo para avanzar entre sus obstáculos. Yo todavía me molesto a veces, y pienso, “¿Por qué Nolan?”
      Me duele por dentro cada vez que lo veo en dificultades.
      El día que fuimos a comprar su primer casco de hockey, fue uno que habíamos esperado mucho, fue un día que debió haber sido un momento grande, feliz para nosotros. Pero esa excitación terminó en lágrimas cuando no pudimos adaptar su procesador al casco.
     Al final, cortamos algo de goma espuma del casco y logramos hacer el ajuste. Aunque me duele verlo molesto, guardo esos sentimientos en mi interior. Él cree que puede tratar de hacer todo, y yo también.
     El hockey es su felicidad. Lo ama.
     Su momento favorito es ir al camerino conmigo después de una práctica o de un juego. El mío también. El habla con los jugadores y piensa que es divertido. Luego va a la sala de ejercicios y hace su rutina ninja.
     “Amigo, es hora de irnos”.
    “Pero papá, necesito ejercitarme”.
     Eso no tiene precio.
     Durante nuestros juegos en casa, Nolan está en la esquina de la barrera de plexiglás durante los calentamientos. Le gusta eso, porque siempre recibe la señal del puño bombeado de su héroe, Jeff Skinner. (Él usa su camiseta de Skinner en la mayoría de los juegos. Esa o la de Justin Faulk. De vez en cuando incluye la camisetad de papá en la rotación. Pero definitivamente soy su número 3).
     Por un breve periodo, Nolan pensó que mientras más alto fuese el número de la camiseta, mejor era el jugador. Que el equipo le daba los números más altos a los mejores jugadores. Si jugábamos ante los Capitals, él decía, “Papá ¿Cómo van a hacer para ganar esta noche? El portero de ellos tiene el número 70. Tú eres el 30. Él es muy bueno”.
     Es cómico. Llegaba a casa luego de un juego y Nolan me decía, “Papi, necesitas tratar más duro de parar el puck”.
     Gracias, amigo. Copiado.
    Para el ultimo juego de la temporada de este año, Nolan me sorprendió al hacerme una pancarta. Miré hacia su lugar habitual en la esquina, y veo ese cartón grande que dice, VAMOS PAPÁ. PARA TODOS LOS PUCKS.
    Observar a Nolan y notar su amor por el juego me lleva de vuelta a cuando yo tenía su edad. Yo adoraba estar con mi papá en el camerino, aunque solo fuera una liga de hockey recreativo. Yo pensaba que era la major. Mientras crecía, mi papa siempre me dijo, “Mientras más te diviertas, lo harás major”.
     Él la llamaba su regla dorada.
     Para ser honesto, a veces esa puede ser una regla difícil de cumplir si te atrapa la tensión de tu trabajo. Pero Nolan, con solo cinco años de edad, ahora es el ejemplo más grande de la regla de mi papá. Los niños son resilientes. Viven el momento. Solo disfrutan. Nolan me recuerda eso cada vez que lo miro.
     Cada vez que llegaba a casa después de un juego, Nolan me decía, “Papi, necesitas tratar más fuerte de parar los pucks”.
     El mes pasado, él me dio otro recordatorio de lo fuerte que es.
     Con Nolan a punto de empezar el kindergarten este otoño, decidimos que era tiempo de hacerle el segundo implante en su oído izquierdo.
      Lo único que puede ser difícil para Nolan es una habitación grande o las multitudes de personas. Debido a que solo tenía un procesador en el oído derecho, podía oírte, pero no siempre podía decir desde donde venía el sonido. Esperábamos que un segundo procesador le facilitara ubicar los sonidos. Pero, por supuesto, eso implicaba otra cirugía,
      Esta vez era diferente. Él ya no era un bebé. A los cinco años de edad entendía mejor lo que iba a suceder.
      Estaba a punto de empezar la cirugía, cuando de pronto entró en pánico. En medio de ese momento difícil, mi esposa tuvo que entrar al quirófano para ayudar a calmarlo, mientras lo anestesiaban. Ni me puedo imaginar viendo eso.
      Pensamos si él nos iba a odiar por eso, si estaba sintiendo mucho dolor.
        Despues de unas horas, el cirujano salió y nos dijo que todo había salido de maravillas.
      Cuando fui a ver a Nolan, él despertó, ¿saben lo que hizo?
      Preguntó por su iPad. Quería jugar con su juego de Team Canada Table Hockey.
     Increíble.
     Él estaba de vuelta en sus juegos de hockey, de vuelta en su felicidad. Si hubiera sido yo, hubiera estado quejándome y sollozando por semanas. 
     Cuando te enteras por primera vez de que tu hijo es sordo, temes que nunca será un “niño normal”. Pero lo que ha sido tan asombroso de esta  montaña rusa en la que hemos vivido en los pasados cinco años es que Nolan no es solo un niño normal. Es mucho más que eso. Nunca se queja. No se ve cómo alguien diferente. Es el tipo más valiente que conozco.
     Cuando renové con los Hurricanes de Carolina el mes pasado, Cody y yo estábamos muy felices. Para ser honesto, la idea de ir a la agencia libre y tener que mudarnos a otra ciudad era muy preocupante. Para mí, es mucho más que firmar con un equipo. Raleigh se ha convertido en mi hogar, quiero estar aquí, ganar aquí, y ahora. Nolan necesita estar aquí.     
      Los médicos de UNC me enseñaron la habilidad de hablarle a mi hijo y hacer que me escuchara, a acercarme a él en la noche y conversar de como había sido su día. No puedo expresar cuanto le debemos a esos médicos y su discurso terapista, tenerlos en nuestro patio con Nolan es muy importante. Agradezco mucho, que los Hurricanes tuvieran confianza en mis habilidades y quisieran traerme de vuelta.
     Así que después que la negociación se hizo oficial, mientras preparaba a Nolan para irse a la cama, decidí decirle la noticia. Cuando Eric Staal fue cambiado la temporada pasada, eso fue un gran reto, porque Nolan se había hecho muy amigo de los hijos de Eric. Tuvimos que decirle que se estaban mudando para Nueva York. Así que Nolan está familiarizado un poco con el lado de las negociaciones del hockey.
     Me senté en su cama y dije, “¡Adivina que amigo! Papi tuvo una conversación con el equipo hoy, y tenemos buenas noticias”.
     Él dijo, “¿Nos quedamos en Carolina?”
      “Si amigo, nos quedamos”.
     “¡Que bueno!”
     Pausa dramática. Entonces me dice…
     “Pero después que terminemos de jugar en Carolina, ¿Podemos jugar para los Stars?”
Cam Ward. Colaborador.

Traducción: Alfonso L. Tusa C