ALFONSO L. TUSA C
Luego de conocer del fallecimiento de
Gustavo Gil este martes 8 de diciembre de 2015, fue inevitable registrar
revistas viejas y revisar archivos mentales recónditos.
Mientras escuchaba el juego de
anoche (Magallanes versus Zulia), fue casi automática la superposición
con un juego de play off semifinal; Magallanes vs Aragua, el tercero de
la serie, el 23 de enero de 1970. En el juego de anoche, Magallanes perdía 3-0
y en el de 1970 también. Hace 45 años empecé a quedarme dormido cuando el juego
se fue a extrainning, de vez en cuando abría los ojos ante las
exclamaciones de Felipe y Jesús Mario. Anoche, medio abrí los ojos en el cierre
del noveno inning cuando la voz de Carlos Feo rasgó la profundidad del sueño.
De Gil siempre se reconoció su
defensiva, llegó a tener la marca de más dobleplays iniciados en una temporada
(1973-74) con 25. Además fue el mejor camarero defensivo de LVBP en lkas
temporadas 1965-66, 1966-67, 1967-68, 1969-70, 1971-72. Sin embargo, Gil
también un bateador muy oportuno, capaz de ser líder en tubeyes (21) en la
temporada 1965-66.
Su defensiva le hizo ser considerado
por encima de Pete Rose en ese aspecto cuando jugaba en la organización de los
Rojos de Cincinnati. Fue esa excelencia con el guante la que lo llevó a las
Grandes Ligas con los Indios de Cleveland (1967) Pilotos de Seattle (1969) y
Cerveceros de Milwaukee (1970 y 1971).
Aún guardo en mis retinas aquella
tarde sabatina de octubre de 1971 cuando desde los bancos de tercera base del
estadio Universitario vi como Gil se desplazó hacia su mano derecha para
tomar un roletazo incandescente detrás de la segunda almohadilla, luego se
levantó y desde el aire soltó un riflazo para sacar al corredor en el salto; el
tío Rubén debió sostenerme por el brazo para evitar que me cayera en mi emoción
por bajar hasta el escalón más próximo al dugout.
UN MAGALLANERO HISTÓRICO |
Con el batazo de Jesús Sucre a lo
profundo del jardín derecho ante Yorman Bazardo para dejar en el terreno al
Zulia 4-3, abrí los ojos y en medio de la emoción sentí la misma ebullición de
aquel 23 de enero de 1970. Los gritos de Felipe me despertaron, primero creía
que se lamentaba por la derrota magallanera, pero al escuchar el tropel del
narrador ilustrando el telúrico tripletazo de Gustavo Gil hasta el fondo de los
jardines parar traer hasta el plato la carrera de la victoria en las
zancadas de Gregorio Machado desde primera base, me quedé petrificado en la
cama, mudo, pero en la mente quería estar en el estadio para ver a Gil llegar a
tercera y a Machado a la goma. Aún quedaban tres outs por hacer en el cierre
del inning décimocuarto y le pregunté a mis hermanos si Machado tendría el
fondo físico para lanzar ese inning que sería el décimo de su relevo. Mis
hermanos me dijeron que de seguro Gustavo Gil iba a hablar con él para calmarlo
y darle ánimo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario