Bruce Markusen
Los trabajadores del Salón de la Fama también son aficionados al beisbol y les gusta compartir sus historias. Aquí está la perspectiva de un aficionado desde Cooperstown.
No puedo decir que fui amigo del antiguo pitcher de grandes ligas Nellie Briles; solo compartí con él una vez. Pero esa ocasión, la cual ocurrió hace 15 años, me generó una profunda admiración por un hombre especial quien también fue un buen lanzador.
Eso fue en 2001, el viernes del fin de semana de la inducción al Salón de la Fama. El buen amigo de Nellie desde sus días con los Piratas de Pittsburgh, Bill Mazeroski, estaba apunto de ingresar al templo de Cooperstown. A última hora, le pregunté a Nellie, de quien apenas me había enterado que asistiría, si estaría dispuesto a conceder una entrevista acerca de Maz en nuestro Bullpen Theater. Fue una idea de último minuto, no fue un evento que arrastrara una gran multitud, pero era en potencia una programación significativa que podría agregar algo a la experiencia del visitante.
Briles no dudó. A pesar de ser un día ocupado, sin mencionar la incomodidad del calor y la humedad, Briles no solo estaba dispuesto a hablar de Mazeroski, sentía el honor de hacerlo. No decepcionó. Briles fue articulado, reflexivo y profundo durante nuestra conversación de media hora. Además de eso, fue gracioso y encantador. Fue como si Nellie no quisiera perder la oportunidad de rendir tributo a su amigo en el fin de semana cuando fue inducido a su nicho del Salón de la Fama. Después supe que Nellie había trabajado duro para abogar por la elección de Mazeroski al Salón de la Fama.
Despues del programa del viernes, pensé que sería agradable entrevistar a Nellie otra vez en Cooperstown. Bien hablado y arreglado, Briles era el tipo de persona que queríamos entrevistar para el archivo de audio y video del Salón de la Fama. Desafortunadamente nunca tuvimos esa oportunidad.
Basado en esa única experiencia con Nellie, he tratado de coleccionar cada una de sus barajitas Topps. Ahora tengo la mayoría de ellas, excepto las tres primeras, emitidas en 1966, 1967 y 1968. Mi favorita de todas es la que salió hace 40 años: La barajita Topps de 1976 que muestra a Briles lanzando con los Rangers de Texas.
La barajita tiene unas notas de interés. Menciona a Briles como “Nelson”, nada de “Nellie”. Todas la barajitas de beisbol de Briles se refieren a él con su nombre formal. Recuerdo que los narradores también lo llamaban Nelson frecuentemente. Pero las personas quienes conocían a Briles, sus compañeros de equipo y amigos, casi siempre lo llamaban Nellie. Para un tipo afable como Briles, el nombre de Nellie parecía ajustarse mejor a él. Así es como yo lo llamé también.
La barajita Topps de Briles de 1976 también cae en una especie de categoría nebulosa. No es en realidad una toma de acción debido a que no proviene de un juego real; se trata de una imagen de Briles lanzando en las adyacencias del terreno, tal vez calentando en el bullpen. A la vez esta da una especie de primer plano de Briles. Se puede ver claramente el rostro de Briles, lo cual es menudo es difícil de hacer mientras el pitcher está en medio de su movimiento.
Si miramos un poco más de cerca, podríamos notar que la gorra y el uniforme de Briles han sido pintados sobre la foto original. (Briles lanzó toda la temporada de 1975 con los Reales de Kansas City, antes de ser cambiado a los Rangers durante el invierno). La mayor parte del tiempo, Topps reservaba los retoques de pintura para las fotos de perfil, retrato u otros tipos de pose. Era muy raro que Topps pintara el uniforme de un pitcher en medio de sus lanzamientos. Considerando todo esto, ese es uno de los mejores esfuerzos de retoque de pintura de Topps en la década de 1970.
La carrera de grandes ligas de Briles se remonta hasta 1965, cuando debutó con los Cardenales de San Luis. Lanzó principalmente como relevista, lo hizo decentemente, con efectividad de 3.50 en 82 innings. En 1966 lanzó con más eficiencia, pero la mala fortuna le ocasionó una marca negativa de triunfos/derrotas. Compartió sus labores como relevista y abridor, solo ganó 4 de 19 decisiones. Aún así, ponchó 100 bateadores en 154 innings y salvó seis juegos.
Entonces vino la consolidación de Briles. En 1967, Briles destacó como relevista y abridor ocasional. Casi reversó completamente su marca, dejó números de 14-5 para liderar la Liga Nacional en porcentaje de victorias. Disminuyó su efectividad hasta 2.43, la mejor entre los relevistas de los Cardenales. El desempeño de Briles le ganó una consideración en la votación para el jugador más valioso, donde terminó en el puesto 15. Briles también se llevó a casa un anillo de Serie Mundial, cuando los Cardenales vencieron a los Medias Rojas de Boston.
¿Cómo lo hizo Briles? Tenía una recta decente, pero su envío principal era la curva. Antes que depender de los envíos de poder, él tuvo éxito al mantener la pelota baja e inducir roletazos. En 1968, el manager Red Schoendienst le entregó a su especialista de la bola de roletazos la responsabilidad de estar a tiempo completo en la rotación de abridores. Briles hizo 33 aperturas, ganó 19 de ellas, y acumuló un tope personal de 243 innings lanzados.
La temporada de 1968 fue tan dominada por los pitchers que las grandes ligas cambiaron sus reglas a partir de la siguiente temporada. Quizás la alteración más dramática fue la disminución de la altura del montículo desde 15 hasta 10 pulgadas. Ese cambio de reglas afectó más a Briles que a la mayoría. Con su estilo sin wind up y su curva por encima del brazo, Briles necesitaba la altura adicional del montículo. Sin eso, careció de fuerza en sus envíos. Su curva sufrió. También la marca de Briles. Su efectividad subió hasta 3.52, aún decente, pero más de una carrera superior a lo que había sido en 1968.
Aún fastidiado por el montículo rebajado, junto a una serie de lesiones, el pitcheo de Briles se vino abajo por completo en 1970. Solo hizo 19 aperturas, perdió su puesto de tanto tiempo en la rotación de abridores de los Cardenales. Al final de la temporada, su efectividad llegó hasta 6.24, totalmente fuera de lugar respecto al resto de su actuación vitalicia.
El cambio del montículo afectó tan mal a Briles que los Cardenales decidieron cambiarlo en el invierno de 1970. Al desear mejorar sus jardines, los Cardenales acordaron enviar a Briles junto al extraordinario bateador emergente Victor Davalillo a los Piratas por el jardinero Matty Alou y el veterano pitcher zurdo, George Brunet. Para los Piratas, Briles fue la clave del cambio.
Con su nuevo equipo, Briles cambió su movimiento de pitcheo. Abandonó el estilo de pitcheo sin wind up que había usado en San Luis, en su lugar intentó utilizar un wind up completo que era más convencional entre los pitchers de ese tiempo.
El cambió funcionó. Aunque Briles a menudo terminaba paralelo al suelo, y a veces caía completamente hacia su lado. Su nuevo movimiento le permitió recuperar la fortaleza en sus envíos. El manager de los Piratas, Danny Murtaugh, también utilizó a Briles con mucha destreza, combinándolo como relevo largo la mayor parte del tiempo y como abridor ocasional, a consecuencia del calendario y las lesiones de los abridores de los bucaneros. A veces Briles fungió como relevo corto. Al emerger como miembro versátil y valioso del cuerpo de lanzadores, Briles ayudó a los Piratas a ganar la división este de la Liga Nacional.
Mientras los abridores Dock Ellis y Steve Blass se llevaron la mayoría de los titulares durante la temporada regular, Briles emergió desde las sombras en la postemporada. Con Ellis incapacitado por dolores en el brazo de lanzar, Murtaugh recurrió a Briles para abrir el quinto juego de la Serie Mundial. No era una tarea fácil, los rivales Orioles de Baltimore contaban con una alineación cargada de toleteros, desde Boog Powell, pasando por los Robinson (Frank y Brooks) hasta el joven Dave Johnson.
Briles quien había sido ignorado completamente en la serie de campeonato, convirtió su única apertura en la serie en una obra maestra. Los Orioles apenas le conectaron dos imparables, Briles lanzó completo sin permitir notaciones, ganó 4-0 y puso a los Piratas arriba en la serie, tres juegos a dos. Su esfuerzo permanece como una de las actuaciones de pitcheo de Serie Mundial más grandes de todos los tiempos, se podría decir que es la segunda mejor de todos los tiempos, solo por detrás del juego perfecto de Don Larsen.
Sin Briles, tal vez los Piratas no habrían logrado vencer a los Orioles. Con él, ganaron su primer campeonato mundial desde 1960, de esa manera Briles ganaba su segundo anillo de Serie Mundial. El aporte de Briles a los Piratas de 1971 es considerado como su legado más resaltante como pitcher.
Apoyado por mucho tiempo por el esfuerzo de ese quinto juego, Briles se convirtió en abridor a tiempo completo de los Piratas en 1972 y 1973. Ganó 28 juegos compartidos en ambas temporadas, y acumuló más de 400 innings lanzados. Briles fue sin discusión el as del cuerpo de lanzadores de los Piratas, y aún solo tenía 29 años de edad.
Briles siguió siendo noticia durante la Serie Mundial de 1973, aunque los Piratas habían quedado fuera de la postemporada. Antes del cuarto juego en Shea Stadium, Briles cantó el himno nacional, por lo cual impresionó a los observadores con la calidad de su voz. Por años, Briles había cantado en clubes nocturnos, pero la escena de la Serie Mundial le dio la primera oportunidad de ser reconocido nacionalmente.
Por supuesto, a los Piratas poco les importaba acerca de la voz de Briles en términos de su valor para el equipo. Les gustaba la calidad de su pitcheo y su personalidad, por lo cual resultó difícil de entender por qué Pittsburgh decidiera cambiarlo ese invierno. En las reuniones invernales, los Piratas enviaron a Briles a los Reales por dos peloteros utility (Ed Kirkpatrick y Kurt Bevacqua) y un prospecto de ligas menores. Los Piratas consideraban a Kirkpatrick la clave del cambio, creían que sería un respaldo valioso para el catcher Manny Sanguillén.
El cambio fue rechazado por los peloteros de los Piratas y los seguidores del equipo. Pero los Reales estaban muy contentos, particularmente su manager Jack McKeon. “De todos los pitchersdisponibles, Briles era a quien queríamos”, le dijo McKeon al periodista deportivo Joe Heiling. “Él es un ganador…un profesional…un tipo con clase”.
Los Reales no sabían que Briles se lastimaría su codo de lanzar en 1974, lo cual limitó a 18 juegos su primer verano con los Reales. Tampoco estuvo completamente bien en 1975, su actuación estuvo reducida a 16 juegos.
Al pensar que Briles ya no era el mismo pitcher de su apogeo en Pittsburgh, los Reales lo negociaron a los Rangers por el rápido infielder, Dave Nelson, El brazo de Briles pareció recuperarse en Texas. Como tercer abridor del equipo, hizo 31 aperturas y lanzó 210 innings, aunque había perdido potencia en su recta. Al convertirse en un pitcherque sabía ubicar sus envíos, Briles se las ingenió para bajar su efectividad hasta 3.26.
El resurgimiento no duró. Briles tuvo dificultades en la primera mitad de 1977. Su valor de cambio disminuyó tanto que los Rangers terminaron colocando a Briles en waivers en septiembre. Los Orioles lo reclamaron, les costó solo 25000 $, pero lanzó pobremente en dos juegos antes que terminara la temporada.
Para 1978, era evidente que Briles estaba ido. Hizo 16 apariciones más para los Orioles, pero su brazo estaba esencialmente deteriorado. Primero, los Orioles lo mantuvieron en su nómina de 40 peloteros, pero en enero, decidieron que era tiempo de desprenderse de él. Briles recibió su despido a principios de 1979. Los Mets de Nueva York lo invitaron a su entrenamiento primaveral pero no pudo ganarse un puesto en el roster inaugural. A los 34 años de edad, era el momento de que Briles se fuese a casa.
Para un hombre de la inteligencia y el talento de Briles, el fin de sus días de pelotero activo abrió la puerta a otras oportunidades. Como cantante, Briles ya había grabado un sencillo. Su calidad como orador, hizo que pareciera el candidato perfecto para trabajar como comentarista en los medios. También tenía contactos en Hollywood, lo cual servía la escena para una posible carrera en la actuación. Como bono adicional, Briles tenía un toque de comedia. Hacía imitaciones de las celebridades. Una era la mímica del comediante Paul Lynde, la estrella de Hollywood Squares. La otra era una imitación del Presidente Richard Nixon. Ambas personificaciones producían muchas risas, en el clubhouse y en escena.
Briles destacó en muchas de esas areas, pero su primer amor siempre fue el beisbol, donde comentó juegos para los Piratas y los Marineros de Seattle. Finalmente regresó a los Piratas como director de proyectos corporativos. También hizo muchas actividades para organizar la asociación de antiguos peloteros del equipo, junto con Sally O’Leary, quien falleció a principios de este año. Nellie y Sally hicieron del grupo de antíguos peloteros de los Piratas uno de los mejores del beisbol.
Briles continuó su buen trabajo a través de los primeros días de 2005. En febrero de ese año, asistió en Orlando Fla., al torneo anual de golf de los antíguos peloteros de los Piratas. Nellie no solo ayudaba a organizar el evento; le gustaba participar en el torneo. Mientras jugaba golf, Briles de pronto colapsó. Sufrió un ataque cardíaco masivo, uno que se llevó su vida a los 61 años de edad.
La muerte de Briles devastó al beisbol, desde la comunidad de Pittsburgh hasta quienes lo conocimos en Cooperstown. Hacía solo cuatro años que había conocido y entrevistado a Nellie, quién parecía tan vibrante y lleno de vida como cualquiera.
Más de una década después, todavía lamento no haber tenido la oportunidad de reunirme con Nellie en una segunda ocasión. Sin embargo, fui muy afortunado de haberlo conocido, de conocer su admiración por Maz y profundizar sobre su carrera como jugador activo. Cuando alguien construye una primera impresión tan fuerte como lo hizo Nellie, esta se mantiene por siempre.
Bruce Markusen es el gerente de Digital and Outreach Learning at the National Baseball Hall of Fame. Ha escrito siete libros de beisbol, incluyendo biografías de Roberto Clemente, Orlando Cepeda y Ted Williams, y A Baseball Dynasty: Charlie Finley’s Swingin’ A`s, el cual fue premiado con la Seymour Medal de SABR.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
No hay comentarios:
Publicar un comentario