martes, 27 de febrero de 2018

YA "LA BOLSA NO SONA" CON LA INDEPENDENCIA EN CATALUÑA

El Barcelona pierde desde el 1-O el 15% de ventas y entradas

El presidente del Barcelona, Josep Maria Bartomeu, en rueda de prensa en el Camp Nou. Antonio Moreno
El club azulgrana se marca el plan 3D (deporte, diálogo y democracia) para combatir la desafección por la identificación con el independentismo
Si la política es realmente la continuación de la guerra por otros medios, como dijo Clausewitz, no es descabellado considerar al deporte como la continuación de la política por otros medios, aunque utilice la metáfora del lenguaje bélico. Un partido, de hecho, es la reproducción de un enfrentamiento tribal: mi barrio, mi equipo, mi país... Por eso el deporte, y el fútbol en particular, desborda las pasiones de forma incontrolada, incluso hasta la violencia, al bucear en lo más profundo, inexplorado y primitivo del ser humano. Durante años, el Barcelona se sintió cómodo en esa suplantación, al entreverarse con los anhelos de libertad durante la dictadura o las reivindicaciones del naciente nacionalismo. El club crecía en el més que un club, con un viento de cola colosal que, hoy, superadas las cotas del barrio y el país, y llevada Cataluña al límite por el independentismo, sopla en contra. En mitad de la marea, busca la flotabilidad.
El Barça detectó malos síntomas para su cuota de mercado a raíz de la escalada soberanista, pero éstos se agravaron peligrosamente después del referéndum del 1-O. Ello reforzó la voluntad de su junta directiva de separarse de la política, aunque sin hacerlo de la sociedad catalana, según fuentes internas del club. No en vano, como asociación, es uno de los grandes actores de la sociedad civil. Lo que no quiere es ser un actor un político. El plan llamado 3D (diálogo, deporte y democracia) marca su estrategia a medio y largo plazo. Bajo el término «democracia» cabe, a criterio del club, el derecho a decidir. 
El impacto negativo ha sido inicialmente cuantificable en los ingresos por merchandising y en la venta de entradas para los partidos en el Camp Nou. Las visitas al Museu y al estadio, mediante el Tour Camp Nou Experience, y la venta de productos del Barça en las tiendas de la ciudad han caído entre el 15% y el 20% después del 1-O. En el club las vinculan a la situación generada a partir de la jornada del referéndum y no a los atentados de agosto. A esa conclusión han llegado internamente, después de analizar estudios comparados con otras ciudades europeas que han sufrido ataques vinculados al Estado Islámico recientemente, como Londres o París. La caída se asemeja a las referidas al turismo, en general. En un año de récord en España, en Cataluña descendió el 13,9% en diciembre, el tercer mes consecutivo de bajadas.

Los socios y la neutralidad

El sistema de venta de las entradas de los socios que no acuden al estadio, con beneficios compartidos, provoca que el club revenda una gran parte del aforo del Camp Nou en cada partido, adquirido en su gran mayoría por visitantes extranjeros, los mismos que acuden al Museu. La situación quedó ejemplificada en un Camp Nou con poco más de la mitad de sus asientos ocupados en la ida de las semifinales de Copa, ante el Valencia. Pese al atractivo del encuentro, tuvo el tercer peor aforo de la temporada (59.959 espectadores).
La delicada situación política, con una Generalitat bloqueada por la permanencia de Carles Puigdemont en Bélgica, la división de la población y la sensibilidad que genera el propio fútbol, recomiendan al Barcelona moverse en el terreno de la sutileza. No se trata de una sociedad mercantil que pueda mover su sede social, sino de una asociación sin ánimo de lucro, aunque la calificación resulte grotesca en la entidad que tiene en su nómina al futbolista mejor pagado del mundo.
El club ha pulsado la opinión de su masa social respecto a sus inclinaciones políticas y la posición que debe tener el club. Con respecto a lo primero, el resultado es similar al arco del Parlament. Acerca de lo segundo; más de la mitad son partidarios de una posición neutral del club en el escenario político actual.

"Al servicio de los ciudadanos y de Cataluña"

Los estatutos del Barcelona dicen que «estará al servicio de los ciudadanos y de Cataluña», y que promocionará actividades más allá de las deportivas, aunque sin mencionar textualmente las políticas. En opinión del jurista Alberto Palomar, «no puede interpretarse que pueda ir más allá, por lo que hacerlo implicaría un acuerdo de sus órganos de gobierno, la junta directiva o incluso la Asamblea». No es el objetivo de Bartomeu, aunque también su junta recoge todas las tendencias. Para evitar que contaminen a la estructura del club, las contrataciones de buena parte de sus ejecutivos se hacen ahora mediante head hunters.
Preocupa la desafección de aficionados en el resto de España, los más difíciles de reconquistar. La expresa Guillermo Fernández-Vara, presidente de Extremadura: «Hay peñas que ya no viajan a Cataluña y prefieren ver al equipo en Madrid o Bilbao». «Todos respetamos que el Barça es más que un club. Entendemos su catalanidad, pero jamás aceptaremos que eso se utilice contra España», añade el político del PSOE. El seguidor internacional es, hoy, más sencillo de captar, por lo que el club busca un CEO para el mercado latino de Estados Unidos.

"Ejemplo de transversalidad"

La situación genera también debate en el barcelonismo en Cataluña. Jorge Herralde, fundador de la prestigiosa editorial Anagrama, afirma: «El Barça me parece un buen ejemplo de la transversalidad de la sociedad catalana. La política ya tiene sus cauces para practicar el deporte nacional: la división». De la edición procede, asimismo, Ernest Folch, actual director de Sport. «Único en su dimensión, el Barça no puede ponerse de perfil, ni pasar de puntillas ante lo que pasa en la sociedad catalana. Tiene una misión que trasciende a cualquier directiva», afirma Folch. «Ahora bien, no debe ir más allá de dónde lo haga la sociedad. Haberse mostrado a favor de la independencia, habría sido ir demasiado lejos. Ha sido criticado por las dos partes, pero creo que la directiva actual ha interpretado bien el papel», añade el director de Sport.
La exhibición de estelades en el Camp Nou estaría, como dice Palomar, amparada por la libertad de expresión: «Siempre que, debido a las circunstancias, no vaya contra el orden público». El club la invoca al referirse a Piqué, el único, junto a Sergi Roberto, partidario de no jugar el 1-O. Sin embargo, quiere que su mensaje institucional sea diferente. Donde el jugador busca desequilibrios, el club quiere equilibrio.

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