lunes, 5 de marzo de 2018

MEMORIAS EN BLANCO Y NEGRO La camiseta de Quini en el Barcelona

Nadie en el Barça quería llevar el ‘9’ de Quini



Los jugadores del Barça dejan un hueco en recuerdo a Quini 

Entonces los números con que los equipos salían al campo iban del 1 al 11. Ni a Cruyff le dejaron mantener el 14 cuando vino a España. Ramírez jugó poco en el Barça, pero le tocó vivir la circunstancia extraordinaria del secuestro de Quini y ocupar su puesto mientras faltó. Se negó a utilizar el 9, por respeto al ausente. Jugó con el 14.
Sucedió el domingo 8 de marzo de 1981. El Atlético, en cabeza de la tabla, con 37 puntos, recibía al Barça, segundo con 35. Era la jornada 27 de una Liga de 34. El Atleti y el Barça llevaban trayectorias opuestas. El Atleti se había disparado en la tabla, pero las arremetidas del presidente Alfonso Cabeza contra la Federación empezaron a producir arbitrajes anómalos. Así se creó un círculo vicioso: a peor declaración, peor arbitraje y viceversa.


Por su parte, el Barça había empezado mal y venía remontando. Había caído el entrenador, Kubala, sustituido por el entonces ya heptagenario Helenio Herrera, en decisión polémica. Pero con HH el equipo reaccionó, al compás de los goles de Quini entro otras cosas, fue subiendo en la tabla y a estas alturas era favorito.
Pero entonces sobrevino el secuestro de Quini, tras un Barça 6, Hércules 0. Justo el domingo anterior a la visita al Calderón.
La plantilla quedó primero aturdida, luego atemorizada, finalmente arrasada en su moral. El lunes corren dos bulos: que ha sido un Batallón Catalano-Español, o que ha sido un Partido Revolucionario Español. A cada jugador se le ofrecen cuatro escoltas. Los dos extranjeros, Simonsen y Schuster, están realmente atemorizados y los aceptan. Simonsen manda a su familia a Dinamarca, aunque él tiene el gesto de no ir con ellos, pese a que se había comprometido a participar en un programa de televisión allí. No quería estar lejos de sus compañeros.
El martes se despejan los bulos y se conoce la verdad: los secuestradores eran delincuentes comunes que exigían 100 millones de pesetas.



Alineación sin ‘9’ ante el Atlético. 

Eso tranquilizó sólo a medias. No había persecución política al colectivo, Quini era una víctima casual, pero ¿no me puede pasar también a mí? Además, ¿cómo jugar si el compañero y amigo está en peligro? ¿Quién se podía quitar eso de la cabeza? El Barça reúne el dinero para el rescate, a través de Bankunión, y deja en manos de la policía los pasos a dar. El presidente Núñez les pide una rebaja. “Quini no vale tanto, pagamos 82 millones por su traspaso y ya tiene un año más…”. Le explican que esto no es un traspaso, que es un secuestro.
El miércoles los jugadores piden el aplazamiento del partido. El jueves, Nicolau Casaus les convence para jugar. Esgrime argumentos psicológicos recogidos, asegura, de expertos: “Será mejor para Quini jugar que no jugar”. Schuster se siguió resistiendo. El sábado no acudirá a la concentración. Tuvieron que ir a su casa para que se sumara a la expedición. Aceptó de mala gana, pero dijo que no jugaría. Finalmente jugó.
Otro problema fue el palco del Atlético. Alfonso Cabeza, suspendido en funciones, dijo que no lo abriría, puesto que no podría estar él. Dadas las circunstancias, estaba previsto que acudieran muchas personalidades, entre ellas algunos ministros y los alcaldes de Madrid y Barcelona. Finalmente, cedió, pero ya el domingo por la mañana.
Como hubo de ceder Sánchez Arminio a que el Barça jugara sin 9. El que ocupó su lugar, Ramírez (Keegan Ramírez le llamaba HH por su melena, parecida a la del célebre inglés), llevará el 14, su número habitual de suplente. En la foto, el Barça forma con sólo cuatro delanteros. Ramírez se coloca entre los de a pie, que así son siete. Para los dos siguientes partidos perfeccionarán el efecto haciendo que los delanteros, cuatro, no estuvieran juntos, sino dos y dos, dejando claro el hueco de Quini.
—Yo no quería llevar su número, los compañeros estuvieron de acuerdo. Fue la última exigencia que pusimos. Si no, no hubiéramos jugado.
Cabeza se sentó tras el banquillo del Atlético, el palco lo ocuparon autoridades, muchas de ellas extrafutbolísticas, y gran parte del público tuvo una mala reacción. Había pancartas en favor de Cabeza, contra la Federación, contra las autoridades. En el ambiente se mezclaban de una manera extraña las protestas atléticas con la intención de fondo de homenajear a Quini.
Fue un partido malo, que ganó el Atlético 1-0. Luego, el Barça empataría en casa con el Zaragoza y perdería en Salamanca. Un punto de seis posibles. Para cuando la policía rescató a Quini, el día 25, se había descolgado de la Liga. También el Atlético, víctima que la perpetua guerra de Cabeza con la Federación.
El título fue para la Real, con aquel recordado 2-2 en El Molinón… que en el futuro añadirá a su viejo nombre el de Enrique Castro Quini.

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