domingo, 6 de mayo de 2018

EL BEISBOL DE MIS RECUERDOS (12) Víctor José López LOS NÚMEROS LE DAN VIDA AL BEISBOL






De no ser por los números la pelota sería para nosotros un deporte como lo es el Cricket, antecesor directo del Beisbol, un juego que no ha tenido el  gancho del beisbol para atraparnos como atrapados estamos, convertidos en fanáticos del pasatiempo que más identifica a los Estados Unidos como nación.


Alexander Cartwright
De no haber sido por los aportes de Henry Chadwick y de Alexander Cartwright, hoy no estaríamos gozando de los placeres que nos regala el beisbol como pasatiempo y pasión. No tendría la intensidad que viven la tertulia y la polémica, y por encima de todas las cosas el placer que da el conocer datos que le dan al aficionado ínfulas de conocedor de situaciones sobre las cuales puede especular y participar cuando se viste al beisbol de religión o de ciencia, y une  fanáticos y expertos.

 El señor Alexander Cartwright desarrolló los primeros reglamentos del juego, separándose definitivamente del Cricket, del rounder y de otras manifestaciones de la pelota. Henry Chadwick aportó un sistema de anotaciones que ha permitido llevar el ritmo de la acción en cada uno de los desafíos, jugada por jugada, al desarrollar los primeros Box Scores con dimensión y anotaciones apropiadas para difundir a través de los diarios lo ocurrido en el terreno de juego. 
El primer  Box Score se publicó en 1859, en un juego entre Brooklyn Excelsiors y los Stars. Ese mismo año de 1859, se publicó el primer Libro de Reglas. Dos documentos que marcan la Partida de Nacimiento del Beisbol. Chadwick, por sus notables aportes como Notario y Juez, fue elegido vicepresidente de la Baseball Reporters Association, antecendente de la Asociación de Cronistas del Beisbol que cada año elige los ganadores de los premios Cy Young, Más Valioso (MVP), Managers del Año, y Novatos en ambas ligas. 

Spalding inventó el que Abner Doubleday,
 era el padre del
  juego

Chadwick se vio involucrado constantemente en los Comités de Reglas y las constantes modificaciones de estas y de sus reglamentos. A medida que crecía en importancia el Beisbol, crecía una fábula inventada por Albert Spalding, en su intención de convertir el Beisbol en algo más que un juego, identificarlo como pasatiempo nacional de los norteamericanos, con  patente nacionalista de aquella nación que emergía unida luego de una terrible Guerra de Secesión.  Spalding inventó la especie que Abner Doubleday, un oficial del Ejército de los Estados Unidos, era el padre del  juego. La mentira de Spalding peleó codo a codo con la verdad de Cartwright en las cortes de los Estados Unidos, hasta llegar a la sentencia lograda por la Comisión Mills en 1905, que el beisbol, mucho antes que se le atribuyera a Doubleday, que no inventó nada, ya se jugaba en los Elysian Fields de Nueva Jersey, donde por cierto hay una placa cerca del sitio donde nació Frank Sinatra. En  Nueva York, por esa época, el beisbol era practicado por un grupo conocido como los socios del club  Knickerbokers. En 1995 una Corte de San Francisco sentenció que Dobleday no había inventado el juego, ni nada. Y antes Teodoro Roosevelt había declarado que Chadwick era el padre del juego de pelota.
De no haber sido por el registro del notario Henry Chadwick, y las reglas de Alexander Cartwright, hoy no viviríamos la polémica que dirimen, en tono de gran jerarquía nuestros estupendos cronistas del beisbol que se han entusiasmado con la elección del valenciano Félix Hernández como “Cy Young” de la Liga Americana” 
CY YOUNG 
El 6 de agosto de 1890 un equipo  Spiders de Cleveland  pagó 300 dólares por un pitcher novato. Además del dinero, le dio un traje, calzado y sombrero, porque aquel muchacho campesino, procedente de los maizales de Ohio, sólo tenía franela y pantalón y andaba descalzo. Cuando el joven grandulón y mofletudo se uniformó y salió al terreno de juego,  causó hilaridad. Lo confundieron, por su figura corpulenta y de irregulares proporciones, con “Cyrus”, un muñeco que ilustraba las etiquetas de los productos de maíz en la zona. Aquel muchachote era Denton True Young, a quien desde ese día sus compañeros de equipo distinguirían con el apócope de “Cy”, por su similitud a “Cyrus”. Versión esta de los autores Geoffrey C. Ward y Ken Burns, “no porque le llamaran “Ciclón”. “El Ciclón” lo llamaron más tarde, cuando azotaba con sus triunfos, basándose en el “Cyrus” del muñeco de los maizales.
El relato del Sporting Life, medio que cubrió el partido, fue que Young, causó hilaridad por su figura … pero al concluir el juego recibió una prolongada ovación, ya que el novato apenas había permitido tres imparables y dominó a su antojo a los bateadores contrarios. En la entrevista que le hizo la revista Sporting LIfe, señalaba Cy Young que “todos los Young hemos sido buenos lanzadores. De niño yo era muy certero matando ardillas, y mi abuelo un día logró matar un pavo en pleno vuelo de una pedrada”
Aquel equipo de Chicago,  al que Cy Young venció en su primera actuación en el beisbol profesional, fue el famoso equipo de Cap Anson, miembro del Salón de la Fama. Anson, al concluir el juego e impresionado con la actuación del muchacho le propuso al manager de Cleveland comprarle a “Cy” por mil dólares. El dirigente de los Spiders rechazó la oferta. Spiders  se desmantelaría cuando su propietario adquirió la franquicia de grandes ligas de San Luis al comprar el equipo Perfectos. Perfectos se convertiría en los Browns, los famosos “carmelitas” y pasaría a la historia como uno de los peores equipos de la historia.
 Cy Young  transformó el apócope de Cy por “Cyclone” con sus triunfos e imbatibilidad y llegó a ganar 511 juegos en grandes ligas. Una marca considerada imposible de igualar, mucho menos superar. Su fortaleza, de cuerpo y de lanzamientos, se benefició cuando aquella temporada de rookie el montículo del pitcher en el diamante de beisbol fue distanciado a los 60 pies de la caja de bateo, distancia en la que se encuentra en estos momentos. Este imbatible campesino que con su fortaleza y velocidad cambió las burlas por ovaciones, es el único ser humano que le da su nombre a uno de los premios más importantes en el beisbol de las Grandes Ligas. 
Nuestros cronistas del beisbol, como los del resto del mundo de la pelota, se ensartaron en una grata polémica a medida se acercaba la fecha para la designación del Premio “Cy Young” de la Liga Americana.
 En la Nacional se esperaba que le dieran el “Cy Young” de Roy Halladay. Era un tiro al piso; pero para el premio de la Americana figuraba como fuerte candidato un venezolano  perteneciente a un equipo de una pobre performance, Marineros de Seattle. El récord de Félix no impresiona, en números, 13 victorias y 12 derrotas, cifras que chocan con las exigencias para el premio de la ortodoxia del beisbol. Es decir, Félix Hernández llegó a la candidatura del premio más por su condición de dominador de los bateadores oponentes, que por ganador de juegos. Sus números han sido opacados por la contundencia del dominio, que ha sido el argumento de la heterodoxia en el razonamiento que ha hecho la Asociación de Cronistas del Beisbol, 
Hernández fue sencillamente el lanzador más dominante en La Liga Americana,  en una temporada que debe marcar un punto de inflexión en la historia del beisbol para las consideraciones en lo que respecta a la excelencia del pitcheo. El de Valencia fue líder en salidas de calidad (30), entradas (249.2) y efectividad (2.27) y fue segundo en whip (1.06) y ponches (232) y tercero en juegos completos (6). 
Mucho más importantes que su relación ganados y perdidos (13 – 12) fueron las 12 aperturas de dos o menos carreras que no pudo ganar debido al pobre apoyo ofensivo de Seattle.

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