Traducción: Alfonso L. Tusa C. 04 de agosto de 2018.
“Como piloto, él sabía que no podía ingerir esas cosas”, testificó ella. “Así que después que empezó a volar. Nunca me preocupé de nuevo por las pastillas”.
Todos los que declararon, lo hicieron para dos demandas concurrentes, lo cual significaba que solo tenían que testificar una vez. La demanda introducida por los Yanquis buscaba reembolso por el resto del dinero del contrato de Munson. La demanda introducida por Diana Munson buscaba 42 millones de dólares por daños. Ambas demandas apuntaban a Cessna y FlightSafety International, la escuela donde Munson aprendió a volar, y se convirtió de acuerdo a muchos en un piloto muy bueno.
En su demanda, Diana Munson reclamaba que Cessna presionó a Munson para que comprara la avioneta bimotor de 1.2 millones de $ que se estrelló, antes que él estuviera listo para manejar esa poderosa máquina. También reclamó que su esposo no fue entrenado apropiadamente por FlightSafety International.
Una vez que su demanda fue a los tribunales, en mayo de 1984, el caso fue resuelto en cuestión de días y los términos no se informaron. James Wiles, uno de los abogados de FlightSafety International para la época, aun mantiene que no hubo responsabilidad de parte de ambas compañías en la muerte de Munson. Pero un juicio, dijo él, era muy riesgoso.
“No vas a ir al noreste de Ohio, donde él era probablemente el atleta más famoso en ese momento, para actuar en contra de su viuda e hijos”, dijo Wiles, ahora de 73 años de edad, en una entrevista telefónica reciente. “No vas a hacer eso”.
Wiles, quien estuvo presente en todas las declaraciones, recordó que Martin fue cooperativo y práctico en su testimonio. Dijo que Jackson fue notablemente profano pero que su transcripción había sido filtrada.
El testimonio de Hall acerca de los momentos finales de Munson, tomado el 19 de mayo de 1980, ocasionó varias lágrimas, dijo Wiles, otros momentos fueron menos emocionales.
Dijo que cuando Yogi Berra testificó, él puso una caja de 24 pelotas de beisbol frente a Berra y le pidió que las firmara. Berra, quien era coach de los Yanquis cuando Munson falleció, accedió, pero en algún momento preguntó si Wiles estaba autorizado para hacer tal demanda.
“Esa es mi declaración”, dijo Wiles que le dijo a Berra.
Buena parte del testimonio de las figuras de los Yanquis se centró en el estado físico y mental de Munson en el momento del accidente. Martin testificó que Munson era el mejor catcher del beisbol, mejor hasta que Johnny Bench, tan inteligente que era el único cátcher a quien le había permitido hacer señas de lanzamiento afuera.
Pero Martin también reconoció que Munson, quien jugó 11 años en las grandes ligas, se estaba desgastando por los rigores de su posición, y que requería más tiempo en primera base, los jardines y bateador designado para aliviar la presión en sus piernas y rodillas.
Munson había empezado a volar en el entrenamiento primaveral de 1978, y rápidamente se hizo devoto de eso. Hay testimonio de que Munson pasaba mucho de su tiempo libre leyendo manuales de vuelo y libros instructivos, hasta en el clubhouse de los Yanquis antes de los juegos.
Y Martin y Jackson testificaron que Steinbrenner, quien no prestó declaración, había extendido un permiso especial a Munson para que volara entre ciudades durante la temporada, separado del equipo.
“Tenía un trato especial con Steinbrenner”, dijo Jackson en su testimonio. “Thurman era el Yanqui más especial cuando estuvo ahí. Podía hacer lo que quisiera”.
Jackson y Martin fueron pasajeros en vuelos pilotados por Munson, así como Nettles. Nettles y Jackson volaron con Munson desde Seattle hasta Anaheim, Calif., después de un juego el 12 de julio de 1979. Tres días después, Martin voló con Munson desde Anaheim hasta Kansas City, Mo., por la vía de Albuquerque.
Jackson y Nettles refirieron como, en su vuelo, las máscaras de oxígeno se desprendieron después de un ruido profundo. Dijeron que Munson permaneció calmado y aterrizó la avioneta sin incidentes. Martin describió un chispazo de llamas en uno de los motores. Ninguna de esas referencias fue relacionada con la causa del accidente.
En vez de eso, la falla fue atribuida a un error del piloto, de acuerdo a la investigación de la National Transportation Safety Board. Fue determinado que Munson estaba fatigado ese día, no hizo apropiadamente la lista de revisión y no ajustó su cinturón de seguridad.
Charles Berry, un cirujano de Air Force y oficial médico de la NASA por 14 años, testificó en su declaración que “el error del piloto generado por fatiga y sobretensión” fue la causa y especuló que el dolor en la rodilla podría haber causado que Munson durmiese inapropiadamente la noche anterior.
En el movimiento final, Munson nunca bajó los alerones, los cuales permiten a los aviones volar a velocidades menores, y que los motores se estanquen. La avioneta se estrelló a unos 870 pies de la pista de aterrizaje a las 4:02 p.m. y entonces golpeó el tocón de un árbol
Hall y Anderson, quien también era piloto, habían volado con Munson ese día aciago solo porque se lo habían encontrado en el aeropuerto. Testificaron ambos en el juicio de 1984 antes que se resolviera el caso.
En cuanto a Blutstein, su ruta hacia los documentos empezó en abril camino a buscar a su hija, estudiante de la University of Michigan. Al manejar a través de Ohio desde su hogar en el area de Washington, D.C., impulsivamente se desvió hacia el lugar de la tumba de Munson en Canton y dejó una gorra de los Yanquis sobre la lápida.
“Pasé un buen rato allí”, dijo él, “y empecé a pensar en lo que ocurrió. Sabía de la demanda. Pensé que ella podría darme algunas respuestas a las preguntas que me había hecho buena parte de mi vida”.
Luego de regresar a casa, Blutstein empezó a buscar información en los casos de las décadas pasadas, y su trabajo de traer otros documentos a la luz se hizo una tarea rutinaria para él, pero una que consumía tiempo y costosa. Dijo que gastó más de 1.000 $ en tarifas y numerosas horas de llenar formatos de aplicación e investigar. De los 21 archivos de Munson que solicitó, cuatro estaban perdidos, incluyendo el de Anderson. Los que fueron unicados, dijo él, habían sido guardados en un almacén de Chicago.
Ha organizado su búsqueda y la publicó en una página de Facebook para aficionados de Munson que todos pueden ver, al imaginar que otros pueden querer la misma información que él buscó. Se impresionó con mucho de lo que encontró, especialmente el testimonio de Monahan, el masajista, quien tenía una cercana amistad con Munson en el estadio.
Monahan testificó que al enterarse de la muerte de Munson, fue a un Yankee Stadium vacío y se sentó frente al casillero de Munson por cerca de cinco horas, casi destrozado. Curiosamente, testificó que lanzó a la papelera los informes médicos de Munson.
Monahan no respondió a una solicitud de entrevista, tampoco Diana Munson. Hall y Anderson declinaron ser entrevistados.
De acuerdo a la declaración de Nettles, la muerte de Munson significó despedirse de cualquier oportunidad en la temporada. Para el momento del accidente, los Yanquis estaban a 14 juegos del primer lugar en el este de la Liga Americana. Era virtualmente el mismo déficit que habían superado el año anterior, un una de las remontadas más notables de la historia del beisbol. Eso no ocurriría de nuevo.
“Cuando Thurman falleció, lo perdimos todo, toda la temporada estaba perdida”, declaró Nettles. “Notamos que no podríamos hacerlo, y eso desmoralizó a muchos de nosotros”,
De todo lo que leyó, Blutstein dijo que estaba particularmente impactado por el testimonio de Hall al contar el accidente y las últimas palabras de Munson. De muchacho, dijo, a menudo se había preguntado como Hall y Anderson pudieron haber escapado de la avioneta sin salvar a su héroe.
Pero después de leer las declaraciones, dijo que contactó a Anderson para disculparse por tener tales sentimientos. Dijo que también llamó a Diana Munson para disculparse por el hecho de que descubrir las declaraciones inevitablemente ocasionaría memorias dolorosas. No obtuvo respuesta de ella.
Traducción: Alfonso L. Tusa C. 04 de agosto de 2018.
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