sábado, 7 de diciembre de 2019

TRES MOMENTOS CUMBRES DE GREGORIO MACHADO EN EL BUQUE MAGALLANERO por Alfonso L. Tusa C.



Siempre ha existido ese contraste en la vida y el beisbol, el negocio y lo pragmático y la historia y lo sentimental, esa atmósfera narrativa que llena cada uno de los compartimientos de la memoria cuando ocurre algo que desde la subjetividad objetiva del ser humano, tiene todas las características de una injusticia. Eso es más o menos lo que experimenté a principios de esta que llaman temporada de la liga de beisbol profesional venezolana 2019-2020, que para mí no es otra cosa  que un torneo de 42 juegos donde hay más espacio para el azar y la casualidad que para la regularidad y la dedicación.
  Cuando la gerencia de los Navegantes del Magallanes decidió prescindir de los servicios del receptor Jesús Sucre y del lanzador Pedro Rodríguez antes del inicio de la temporada 2019-2020, dentro de mi perplejidad pude entender razones de bajo rendimiento, quizás entendidas en la gerencia como el inicio del declive propio del paso del tiempo. En cuanto a la decisión de no renovar el contrato de Gregorio Machado, no quise entrar en detalles, ya el equipo había cometido ese error en el pasado y de alguna manera fue subsanado cuando Carlos García solicitó su asesoría y compañía cuando asumió su primera estadía como manager en la temporada 2009-2010. Todo un caleidoscopio de imágenes, todo un atlas de rutas borrascosas atravesadas, toda una colección de revistas, hojas de anotación, tickets de juegos, se atragantaron en mi disgusto. De pronto encontré similitud con la situación venezolana de mucho tiempo, el desconocimiento de la historia nos ha llevado por la senda de innumerables tropiezos repetidos periódicamente, experimentados sistemáticamente, padecidos obstinadamente. Por más que haya razones administrativas, pragmáticas o gerenciales, cuando las mismas no son confrontadas ante la historia, la trayectoria, la dedicación de un individuo dentro del organigrama de una institución, terminan claudicando frente a los fantasmas de los grandes logros sobre los cuales descansa el nombre de la organización que se dice representar.


Gregorio Machado empezó su periplo en la nave magallanera desde la temporada 1968-69. En la campaña siguiente fue novato del año, con marca de 3-1, en 48 innings lanzados y 3.19 de efectividad. El 23 de enero de 1970, con la serie semifinal ante los Tigres de Aragua igualada a un juego, Machado entró a relevar a Danny Morris en el sexto inning. Los Tigres habían saltado adelante con una rayita en el segundo episodio mediante doble de John Bateman y sencillo de Elio Chacón. El ataque ante Morris continuó en el cuarto inning mediante vuelacercas de Bateman, Jim Williams impulsó a Dennis Paepke desde la inicial con imparable más error del jardinero central Cesar Tovar. Magallanes replicó en el quinto tramo con doble de Gregory Sims, luego que Ray Fosse saliera con elevado a primera base, Jesus Aristimuño destapó petardo al centro para poner corredores en los ángulos. El manager Patato Pascual trajo de bateador emergente al zurdo Gonzalo Márquez por Morris y este respondió con sencillo impulsor de dos ante Luis Peñalver. En la apertura del sexto Jim Holt la sacó de cuadrangular para igualar la pizarra 3-3.  En la apertura del decimocuarto inning Machado logró embasarse ante Roberto Muñoz y de seguidas Gustavo Gil largó triple a las profundidades del jardín derecho con el cual Machado desplegó la más vertiginosa carrera desde primera base hasta aterrizar en el plato con la carrera de la ventaja, la chaqueta que usaban los pitchers cuando estaban embasados, llegó abierta hasta el abdomen en medio de la euforia y las manos empuñadas. Por si fuera poco, Machado salió a lanzar el cierre de ese inning y completó un relevo de 10 innings, en los cuales apenas permitió 5 imparables para darle al Magallanes la victoria que lo ponía adelante 2 juegos a 1 en la serie.
 ¿Verdad que resulta reluciente, maravilloso y fabuloso ese episodio? Pues el 25 de enero de aquel 1970, el relevista novato Gregorio Machado volvió al montículo para el quinto juego de aquella semifinal que los Tigres habían igualado en el encuentro anterior. En la apertura del segundo inning, el abridor de los navegantes, Orlando Peña encontró las bases llenas (Gregory Sims por imparable, Ray Fosse por error del jardinero central Jim Williams, Dámaso Blanco por boleto intencional) con dos outs y bateó linietazo imparable hacia la izquierda bueno para remolcar dos carreras (¿no que lo pitchers no batean?). En la apertura del tercer episodio Gonzalo Márquez, Gustavo Gil y Jim Holt despacharon imparables y Sims remolcó a Márquez con elevado de sacrificio al jardín central. En el cierre del cuarto episodio, mientras Peña lanzaba sin hits, ni carreras, César Gutiérrez comenzó con infieldhit, RichScheinblum continuó con imparable a la derecha que llevó a Gutiérrez hasta la antesala, John Bateman impulsó la primera carrera aragüeña mediante imparable. Cuando Peña parecía solventar la situación obligando a Paepke a roletear por el montículo para forzar a Scheinblum en tercera y ponchando a Jim Williams,  Elio Chacón se embasó por error de Dámaso Blanco y David Concepción remolcó el empate con Texas Leaguer  detrás de primera base. Los Tigres tomaron la delantera en el cierre del séptimo inning, con las bases repletas, Scheinblum conecto elevado a la izquierda y Sims lanzó con tiempo al plato, pero Fosse soltó la pelota y Roberto Muñoz anotó la de irse arriba. En la apertura del noveno inningFosse se reivindicó al despachar el primer imparable que le bateaban a Muñoz en 5.2 innings de labor. De inmediato el manager Roger Craig trajo a relevar a Gary Ross, quien concedió pasaje gratis al emergente Hiraldo Chico Ruiz. Dámaso Blanco adelantó los corredores con toque de sacrificio por el montículo. A continuación Armando Ortíz emergió por Orlando Peña y despachó una tiza ceñida a la almohadilla de tercera base que se internó en el jardín izquierdo para impulsar las carreras que le daban la ventaja de vuelta a su equipo. Para el cierre del noveno episodio, el manager Patato Pascual le dio nuevamente la confianza a Gregorio Machado y este respondió de nuevo, apoyado por gran jugada de Dámaso Blanco en la esquina caliente ante batazo difícil del emergente Virgilio Mata. Luego Gustavo Gil fue hasta la grama del jardín derecho corto para tomar roletazo candente de Charles Day y retirarlo en primera. En 48 horas Machado había puesto a su equipo dos veces a la delantera en la serie.
  Ante el análisis más reflexivo de cualquier gerencia ¿Cómo ignorar que luego de 26 años de aquellos dos pasos gigantescos dentro del empeño de un equipo aparentemente en desventaja en el papel seguiría fajado por llegar a la serie final, luego de toda una trayectoria de aprendizajes, ajustes, frustraciones y empeños obstinados, aquel novato se haya convertido en parte esencial de la historia del equipo y aparecido como el sustituto inesperado de Tim Tolman en la serie final de la temporada de 1995-96 ante un crecido equipo de Cardenales que dominaba esa instancia 3 juegos por uno? 


Pues ante todos los pronósticos, Machado se plantó ante la responsabilidad y con mucha determinación y temple pero también con mucha sangre fría y dientes apretados, logró controlar todo el remolino de emociones y compromiso que ardía en alguna parte entre la región consciente del cerebro y la zona más etérea del corazón, desde allí Gregorio Machado empezó a gestar la alineación que intentaría lo imposible a partir de aquel  agonizante quinto juego. Entonces tuvo las agallas para sentar a Álvaro Espinoza y pasar a Eddy Díaz al campo corto para poner en la intermedia al joven Carlos Tapón Hernández , además de subir a José Francisco Malavé al quinto turno desde donde tuvo oportunidad de largar aquel inolvidable jonrón, mientras bajaba al sexto al bateador designado, que ese día fue Tyronne Woods; por otro lado supo manejar adecuadamente el bull pen al sustituir a Rich Loiselle con Ifraín Linares, quien limitó a Cardenales a una carrera en 1.1 innings luego de haber marcado 5 en los tres primeros episodios, entonces trajo a Manuel Barrios quien recibió otra anotación pero se mantuvo par de entradas lo cual le permitió apuntarse el triunfo, y remató con Melchor Pacheco, Oscar Henríquez y Dave Evans para completar el triunfo 8-7 que pondría la serie 3-2. En el sexto juego Machado mantuvo a Eddy Díaz como abridor de la alineación pero lo pasó al jardín derecho, regresó a Álvaro Espinoza al campo corto y lo ubicó como quinto bate detrás de Luis Raven (bateó de 5-3 con 2 empujadas) y bajó a Malavé al sexto turno quien bateó de 6-2 con  4 remolcadas y 2 anotadas; luego supo incluir a Richard Hidalgo por Díaz, Carlos Guillén por Espinoza y Raúl Chávez  por Clemente Álvarez, para reforzar la defensa hacia el final del partido que ganó Juan Francisco Castillo en trabajo completo mientras Magallanes igualaba la serie a tres juegos.  Para el juego decisivo, pasó a Díaz al jardín izquierdo manteniéndolo como abridor de la alineación, introdujo a Andrés Espinoza como inicialista y sexto bate en sustitución de Alejandro Freire.  Supo sacar a Juan Carlos Pulido luego de algún parpadeo en el séptimo tramo, y cuando Oscar Henríquez concedió dos boletos seguidos para empezar el octavo, recurrió a Dave Evans quien contra viento y marea logró lanzar los dos episodios finales inmaculados para alcanzar un título impensable 96 horas antes. Hizo falta un conocimiento, un dominio de la escena, una arqueología del equipo que solo tenía Machado, integrante constante y dedicado de una historia que no debe pasar desapercibida, porque luego castiga a los gerentes deportivos que pretenden pasar sobre ella, olvidando el significado y el tremendo valor de un personaje que hizo escuela, constancia y metodología, eso pasa factura, porque el fantasma de ese personaje aparecerá todas las noches que se pierda un juego por falta de conocimiento de la estructura del equipo, de la naturaleza de los peloteros, del empeño por buscar la mejor configuración del equipo a lo largo del juego y aún después de las victorias porque solo manteniendo la humildad después de estas se puede evitar muchas derrotas. Ese es el asistente de banca que los Navegantes del Magallanes han extrañado en medio de los juegos y luego de cada derrota de esta temporada 2019-2020.
Alfonso L. Tusa C. 07 de diciembre de 2019.  

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