Traducción: Alfonso L. Tusa C.
CocoCrispaAfro,com. 2015
1.- Empecemos por el principio, usted fue drafteado por los Indios de Cleveland pero optó por ir a Arizona St. ¿Qué le llevó a esa decisión?
Tuve un gran último año en la secundaria; pero solo tenía tres ofertas de becas universitarias, ASU, USC, y UCLA. UCLA no tenía un programa muy bueno, pero disfruté conocer al entrenador asistente Glen Mickens (quien ahora está retirado en Hawaii llevando libros de anotación de beisbol). Casi firmé con USC, pero le había enviado una carta a Bobby Winkles (luego fue manager de los Atléticos en el ’77), quién tuvo al entrenador asistente Fred Nelson investigándome, y me ofrecieron el pasaje completo. Yo había leído el artículo de Sports Illustrated de 1967 acerca del campeonato nacional de ASU y sabía que ahí era donde quería ir.
Los Dodgers habían llamado y hablaron con mi mamá la semana antes del draft y le dijeron que si yo estaba disponible para su primera escogencia (en la ronda 20) ellos me tomarían; pero su scout de Florida los convenció de escoger a Rick Rhoden.
Antes del draft, el editor deportivo del periódico del periódico de la secundaria me preguntó por quién quería ser seleccionado, mi respuesta fue, “Cualquiera menos los Bravos y los Indios”, Ambos eran terribles en esa época. El día del draft yo estaba en clase de química cuando una buena amiga se asomó en la ventana de la puerta mostrando dos dedos por la segunda ronda y colocando cuatro dedos sobra la boca. Mi corazón se hundió, el doble impacto de no estar en la primera ronda, y ser escogido por Cleveland. Cuando llamó su scout para decir que quería reunirse conmigo, le dije que no se molestara, yo me iba a la universidad. Pero él fue a visitarme y me ofrecieron 20.000 $ y 8.000 $ para la universidad, un chiste, Mi tercera y última temporada en ASU me corté el pie y perdí mi velocidad, así que los Rangers me escogieron en la vuelta 16 ( Pienso de 356). Pero Harley Anderson, su scout, me había seguido por cinco años y sabía que yo mejoraría. Firmé por 15.000 $, más 7.500 $ de incentivos. Mi pie se curó, lancé muy bien en el Pittsfield AA y lo conseguí todo un año después.
2.- Usted hizo su debut de Grandes Ligas con los Rangers de Texas en 1975…El primer bateador que enfrentó fue el futuro inquilino del Salón de la Fama, Rod Carew. ¿Puede explicarnos el cúmulo de emociones que debió sentir?
Lo recuerdo vívidamente; día inaugural en casa, 28.000 personas en Arlington Stadium; mi papá voló desde Los Angeles (fue cerca de su cumpleaños). Perdíamos 7-1 con un out y corredor en primera en el séptimo. Naturalmente, estaba muy nervioso. Traté de prepararme para lanzar y mi rodilla izquierda no dejaba de temblar (Pensé que de seguro me iban a cantar un balk). Primer pitcheo, curva perfecta en la esquina, pero el árbitro (Bill Haller9 la cantó bola. Segundo pitcheo, la misma cosa…justo en la esquina, bola dos. Pienso que es una liga ruda y que si ellos no van a cantar esos pitcheos en strike, no tengo vida. El apodo regular de la curva era “Uncle Charlie” (No sé porqué). La míaera tan buena que Dave Nelson la llamaba “Lord Charles”. Y Earl Weaver en un evento formal de primavera en el ’81 que Steve Stone, y Blyleven y yo teníamos las tres mejores curvas de la Liga Americana. Yo habría agregado la curva de Tanana. La de Bert fue la mejor que ví…¡parecía romper dos veces! Tanana hizo la mejor transición que recuerde. Al lanzar tanto a través de su cuerpo, era claro para mí que más temprano que tarde su brazo sufriera consecuencias, pero cuando eso ocurrió el aprendió la disciplina para mantener la pelota baja y cambiar velocidades muy bien. Deseo haber sido así de inteligente.
Lancé una recta adentro al cinturón y Carew la rodó por segunda para el out forzado. Dos outs, Lyman Bostock está en el plato. Le hago los mismos tres pitcheos, dos grandes curvas en la esquina que fueron cantadas bola, y una recta a las manos para un roletazo a segunda. Inning terminado, recibí una larga ovación de pie mientras salía del terreno. P.D. Carew me bateó de 22-3 en su carrera y terminó no jugando contra mí.
…Y ¿tuvo una buena relación con el manager Billy Martin?
Normalmente los managers no tienen relaciones estrechas con los peloteros, es difícil despedir, cambiar o dejar libre a los amigos.
Billy era un genio en el terreno y un maniático fuera de el. Recuerdo unas pocas veces que iba temprano al clubhouse y lo veía en la mesa de masajes con tres o cuatro bolsas de hielo encima de él. Complejo regular de Napoleón con algo de muchacho italiano de mamá mezclado con el tipo rudo. Pero Billy no tenía miedo de usar los novatos, Sundberg y Hargrove fueron los ejemplos principales. Nuestros primeros juegos de la primavera del ’75, volamos a Ciudad de México para jugar con los dos mejores equipos de allá. La primera noche relevé para iniciar el quinto o sexto inning y ponché los primeros cuatro bateadores que enfrenté e hice los siguientes dos outs. Tuve una gran primavera, 16 innings, 16 ponches, 4 boletos. ¿Un zurdo controlado? Oh, oh, cuidado. Pero Ken Holtzman lo hacía parecer la cosa más fácil, 5 o 6 curvas, 70-80 rectas abajo y afuera, lanzamientos que terminaban en elevados al jardín central. Dudo que alguna vez sudara. Muy malo que se haya retirado antes de tiempo debido al exceso de viajes. Hablando de sudor… en un juego nocturno de agosto del ’76, perdí 7 kilogramos en dos horas, me cambié la sudadera tres veces. Luego que terminó la temporada, me fui a uno de esos restaurantes de carnes en Dallas que ofrecía como todo lo que quiera y comí ensalada, pan, papas horneadas, y más de seis filetes de huesito. Solo dejé de comer porque se estaba haciendo tarde.
Pero el peor manager para quien jugué fue Billy Hunter en el ’78. Mi temporada del ’77 fue horrible, pero trabajé duro ese invierno levantando pesas y bebiendo merengadas proteícas, llegué al campamento listo para impresionar. Corbett lo notó y él y Hunter hicieron una apuesta de 100 $, Corbett decía que yo haría el equipo, y Hunter (el manager quien toma la decisión) que ¡no lo haría! El día inaugural en Ft. Lauderdale contra los Yanquis, me midieron en 93 millas, y dominé su alineación titular (Reggie, Rivers, Munson, White, Piniella) por tres innings. Continué teniendo una gran primavera, e hice el equipo.
3.- Usted fue cambiado a Oakland antes de la temporada de 1977…¿Usted tuvo algún contacto con Charlie Finley durante ese tiempo? ¿Cuál fue su experiencia con el uniforme de los Atléticos y como se sintió cuando lo enviaron a las menores esa misma temporada… fue debido a las lesiones?
Antes de responder quiero declarar que era evidente que había muchos tipos jóvenes talentosos, Mitchell Paige, Wayne Gross, Rob Picciolo, Rick Langford, Mike Norris, Bob Lacey. Una de las experiencias más agradables que tuve fue con Richie Allen una mañana dominical sentado en el dugout, él usaba un traje de tres piezas y hablaba de su mamá. Siempre lo recordaba por una frase suya de los años ’60, que él amaba jugar, solo deseaba que los asientos del estadio estuviesen vacíos. Yo me había lesionado el tendón del codo en Royals Stadium en mayo del ’76, y no había sanado por completo. Sin saberlo, tenía un caso serio de depresión.
Charlie hizo el cambio por mí porque lancé un gran juego (que perdí 1-0 en 11 innings) una noche de junio del ’76, en Chicago, que fue transmitido por la tv local. No estaba en mi mejor momento en la primavera del ’77 y había “vientos de cambio” en el aire. Todavía no había firmado mi contrato y el presidente de la Liga Americana, Lee McPhail fue a Pompano para hablar conmigo por alguna razón. Hay que recordar que la libre agencia fue creada en julio del ’76 (estuve en la reunión de Filadelfia), firmé esa primavera por cuatro años y mucho dinero, inventé la cláusula del bono de dinero por ser cambiado, y dos meses después recibí 25.000 $. Resulta ser, que fui un jugador de alquiler, Charlie y Brad Corbett tenían un prearreglo de que los Rangers me tendrían de vuelta al terminar la temporada. Tuve alguna discusión con la asociación de peloteros sobre si debía recibir otros 25.000 por ser vendido de vuelta a Texas, y de acuerdo al contrato, pude haber ganado, pero no quería romper el bote, así que no procdimos en esa dirección. Es un gran juego, es un negocio rudo.
4.-Estuvo involucrado en el juego de beisbol profesional más largo
(33 innings) en el cual lanzó 10 episodios en blanco. ¿Puede explicarle a los lectores esa locura y los altibajos emocionales que debió haber tenido en esos dos días?
La noche más loca de todas, luna llena, viento frío soplando desde la izquierda, el juego estaba programado para las 7:30 pero un problema con las luces lo retardó hasta las 8:00. El montículo estaba desajustado, así que lancé todos los 10 innings fuera de paso, y tenía bastante en la pelota. Soy nocturnal, así que llegar al juego a las 2 a.m., era mi territorio. Dos horas y ocho minutos después, pasaron diez innings más y los árbitros finalmente suspendieron el juego (teníamos un juego a la 1 p.m., 9 horas después). ¡Dave Huppert recibió los primeros 31 innings! (¡intenta agacharte por casi ocho horas!). En 2006 el equipo de Pawtucket hizo un reencuentro para los 25 años, con limosinas, buen hotel, gran refrigerio (con presentación Power Point de fotos y música de 1981), y un juego donde nos presentaron en el campo por posiciones.
5.- Finalmente…¿Cómo ha sido la vida de Jim Umbarger después
del beisbol? ¿No está un poco loco por el golf?
Si, mucho; aunque el término apropiado sería fanático o adicto. He jugado en más de 400 torneos de celebridades por caridad (los mejores fueron organizados por Frank Quilici en Minneapolis). El próximo año será nuestro 30mo. torneo anual aquí en Phoenix, el cual Lou Klimchock y yo iniciamos hace tiempo. Fui afortunado en sincerarme conmigo para lograr los pasos para convertirme en instructor profesional a tiempo completo. Y en 2009-10 escribí un libro de 280 páginas acerca de la horrible instrucción de golf que prevalece. En 2013 escribí una autobiografía de 150 páginas (solo para mi propia diversión). En caso de que alguno de los lectores se haya preguntado porque tantos pitchers se dedican a jugar golf, aquí está mi razonamiento. El beisbol es maravilloso, pitchear es maravilloso. Pero los pitchers están frustrados por depender de la defensiva, de la ofensiva, y de los árbitros y managers en la definición de su destino. El golf es un juego de responsabilidad personal, cada golpe y cada anotación depende de el individuo, lo cual disfrutan los pitchers.
En 2014 vi mucho The Late Late Show con Craig Ferguson (y Geoff). Esta próxima toma es de él y no aplica a los lectores quienes han llegado hasta aquí, pero en caso de que ellos tengan algunos amigos con rango de atención corto, aquí están algunas lecturas recomendadas… Of Mouse and Man, Five Shades of Grey, A Tale of One City, y mi favorite personal – The Grape of Wrath.
Antiguos grandeligas del comité de Arizona quienes colaboran con nuestro torneo anual de golf, Ethan Blackaby, Cisco Carlos, Jack Heidemann, el antes mencionado Lou Klimchock, Leon Brown, Kevin Kobel, Ken Rudolph, Bart Zeller.
Hoy en día retirado, y de 62 años, mi vida gira alrededor de Maggie mi collie australiana de 16 años, el más inteligente, más sensible, cariñoso, rápido ser que haya conocido. Juego algunos torneos de celebridades, veo una tonelada de programas de crímenes de la vida real, y le grito a los políticos estúpidos. Para mantener mi mente en forma resuelvo sudoku de nivel experto.
Un logro importante de mi vida lo extraeré de mi autobiografía personal. El cumplido más alto que haya recibido ocurrió a finales de mayo de ese añó. Para ustedes aficionados al beisbol, presten atención aquí: si ustedes no son aficionados al beisbol, pueden obviar el resto de este párrafo. En 1970 y 71, yo era un pitcher de beisbol muy bueno en la secundaria. Durante mi último año en el ’71, tuve el honor de que casey Stengel fuese a verme lanzar en tres juegos distintos. Lancé bien esos juegos (y la mayoría de los otros), y me informaban usualmente después que Casey había asistido. Desafortunadamente, mi equipo, los U.S. Grant High School Lancers (de Van Nuys, California), perdió nuestro playoff semifinal en los playoff de la ciudad de Los Angeles de mediados de mayo. Para ese momento yo fue reclutado para jugar beisbol universitario en UCLA y USC (Sur de California para ustedes sureños). Asistí al juego de campeonato que fue jugado en Dodger Stadium y durante el tercer inning, mi cita, Kathy Brigham, y yo empezamos a subir por el espacio entre las tribunas para visitar la exposición de los concesionarios. Resultó que Justin Dedeaux y Casey estaban sentados unas pocas filas más arriba de donde estábamos sentados. Justin era el reclutador de USC y me había estado contactando para que jugara con ellos. Justin me ve y dice, “Hola Jim, hay alguien aquí que me gustaría que conocieras. Jim, este es Casey Stengel. Casey, este es Jim Umbarger. Casey, hemos hablando con Jim acerca de jugar para USC y pensamos que algún día él será un buen pitcher”. La respuesta simple e inmediata de de Casey fue, “Él ya lo es”. Yo estaba anonadado entonces, y todavía lo estoy. Cuando Casey falleció en octubre de 1975, lloré. Y nada de lo que alguien me haya dicho, o me dirá, podría superar el comentario de Casey, espontaneo, desde su corazón. Gracias “Ol’ Perfessor”. He llorado unas pocas veces en diferentes etapas de mi vida ante el maravilloso cumplido y memoria de un gran tipo”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario