No corren aires frescos para nuestro deporte. Más bien parecen rancios, viejos olores que nos llegan como si fueran de los años 70 del pasado siglo.
Sin embargo, hubo una época no muy lejana en la que la, selección de fútbol, la Vino Tonto, nos enamoró a todos, la que nos llevó de nuevo a llenar estadios, a abarrotar calles luciendo la bandera tricolor pegada al cuerpo. La que hizo país.
Pero no le podemos pedir mucho más a nuestro deporte, sea profesional o amateur, cuando el país entero, el pueblo, anda en la miseria, en la auténtica carraplana social, política y económica.
A lo mejor esto dará un vuelco. Por eso viven muchos venezolanos.
La esperanza es lo último que se pierde.
La Vino Tinto no iba a ser diferente.
Sin embargo, hubo una época no muy lejana en la que la, selección de fútbol, la Vino Tonto, nos enamoró a todos, la que nos llevó de nuevo a llenar estadios, a abarrotar calles luciendo la bandera tricolor pegada al cuerpo. La que hizo país.
Pero no le podemos pedir mucho más a nuestro deporte, sea profesional o amateur, cuando el país entero, el pueblo, anda en la miseria, en la auténtica carraplana social, política y económica.
A lo mejor esto dará un vuelco. Por eso viven muchos venezolanos.
La esperanza es lo último que se pierde.
La Vino Tinto no iba a ser diferente.
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