Ronald Acuña, Gleyber Torres y el comienzo de una era
EL EMERGENTE
Por Ignacio Serrano
¿Quién llegará más lejos? ¿Ronald Acuña o Gleyber Torres? ¿Cuál de esas promesas, trocadas en refrescante realidad, dejará una hoja de servicio más lustrosa al momento del adiós?
Llegaron a las Mayores con el aura de los predestinados, a una edad en la que casi todos sus colegas están en las Menores, repartiendo batazos, causando asombro.
El lunes tuvimos el más sonoro aviso de lo que hemos empezado a presenciar. Por primera vez en la historia aparecieron dos venezolanos entre los tres peloteros más votados en la elección del Novato del Año en cada ligas.
Era un sueño que ambos ganaran. Era posible hasta el Juego de Estrellas, cuando una lesión en la cadera, que terminó siendo recurrente, envió al camarero de los Yanquis a la lista de incapacitados. Hasta entonces, tenía mejor cosecha que su compañero Miguel Andújar, y el japonés Shohei Ohtani no estaba en competencia, debatiéndose entre la Cirugía Tommy John y la posibilidad de no lanzar más hasta 2020.
No importa que el caraqueño se quedara sin trofeo. Su recorrido fue memorable y forma parte de una brillante nueva camada. Los seis reclutas que entraron al cuadro de honor son el mascaron de proa de una la era, lo que aplica para toda la MLB y en particular para la expedición nacional.
Hace meses advertíamos sobre este relevo generacional. Así como Miguel Cabrera representó una alborada para la pelota criolla, y antes David Concepción, y más atrás el primero de todos, Luis Aparicio, así está naciendo una época en Venezuela. Somos afortunados de poder verla.
¿Y quién llegará más lejos?
Son jugadores diferentes, aunque con coincidencias. Tienen poder. Los dos trituraron el récord de jonrones para novatos del patio. Torres superó la marca de empujadas que dejó Manny Trillo en su momento, a Acuña le faltaron chances. Pero éste puso un OPS de .917, el más elevado entre los novicios de la embajada local con 400 apariciones en el plato, mientras que las dolencias en la cadera y las piernas hicieron que aquél terminara con .820, todavía bueno, pero no rutilante.
Porque uno es guardabosques y el otro infielder, seguirán, en principio, caminos diferentes. Y habrá exigencias distintas para cada uno.
A Acuña se le pedirá más con el madero, salvo que algún día vaya al jardín central, donde el esfuerzo de correr constantemente pasa una factura que se paga en producción con el bate. Torres ya la está cancelando, porque son los jugadores que rodean la segunda base, junto con el receptor, los que más sacrifican ofensiva por la posición que juegan.
Tiene el de La Sabana con qué responder a las exigencias que vendrán. Si con 20 años de edad robó 16 bases y sacó 26 pelotas en 111 juegos (a un ritmo de 22 estafas y 35 vuelacercas, en caso de haber disputado 150 choques), ¿qué hará cuando haya festejado su vigésimo quinto cumpleaños? Por eso los Bravos querían firmarlo a largo plazo. Saben muy bien lo que tienen entre manos.
El capitalino también es rápido y juega en el escenario perfecto: en un estadio glamoroso y de bandas cortas, ante la mayor afición del beisbol. Ha sido tan metódico y disciplinado a sus 21, que también asusta imaginar su potencial.
Torres empezó con ventaja, con el Juego de Estrellas. Ahora Acuña se le adelanta, como Novato del Año. Disfrutemos lo que está por suceder.
Columna publicada en El Nacional, en su edición del miércoles 14 de noviembre de 2018.
No hay comentarios:
Publicar un comentario