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jueves, 30 de junio de 2016

Los líderes musulmanes de la Eurocopa



Mesut Özil, jugador de la selección alemana en su viaje a la Meca. Instagram: m10_official



Poco antes del inicio de la Eurocopa, Mesut Özil realizó un viaje a la Meca que, según explicó, ha contribuido a su equilibrio emocional. En Francia, con un Götze perdido en su propio laberinto, vuelve a ser el jugador iluminado que el Mundial de Sudáfrica puso en la senda del Madrid. Un paso difícil en un tiempo difícil en el club blanco, y en el que la relación con su ídolo de la infancia, Zinedine Zidane, se limitó a un cruce de miradas. El talento sincopado se apagó poco a poco entre los desencuentros, las tensiones de la era 'Mou' y las noches que, en la capital, se hacen siempre demasiado largas sin que nunca sepamos el porqué. En el Arsenal no ha ganado nada, pero si lo hizo con Alemania, donde reaparece con dos kilos menos y un juego tan luminoso como efectivo.
Al iniciarse el torneo, Özil dijo que, muy a su pesar, no cumpliría con el ramadán. Pidió disculpas a todos los musulmanes. No es el único en la 'Mannschaft'. Lo mismo hacen KhediraEmre Can y Mustafi, hijos de inmigrantes tunecinos y turcos, respectivamente. El Corán dice, exactamente, que el ayuno se mantendrá mientras no pueda distinguirse un hilo blanco de un hilo negro. Es decir, hasta la noche. Es un mes que varía cada año en función de la luna. En 2016, concluye la noche del 6 de julio, cuatro días antes de la final. Las dispensas que afectan a enfermos o menores de muy corta edad, pueden extenderse a aquellos que realizan trabajos de excesivo esfuerzo físico. Los futbolistas las obtienen de los líderes religiosos, porque, jueguen con quien jueguen, son los grandes campeones del Islam, los líderes musulmanes de una Europa que sin la pelota se siente amenazada por la interpretación más radical de su fe.
Arda Turan ha condenado el atentado en el aeropuerto de Estambul, lo mismo que hicieron las estrellas de la selección francesa después de los ataques en la sala Bataclan, en París. Pero el caso del turco es diferente, porque representa al país y a la cultura de la que procede. Para Özil es diferente, como lo es para PogbaKantéSissoko Sagna, entre la fe de sus padres y abuelos y la educación de sus países de nacimiento. El jugador de la Juventus, sobre el que pesa la gran responsabilidad de Francia en esta Eurocopa, pidió en su cuenta en Istagram el respeto por el ramadán a todos los musulmanes, aunque, al igual que los alemanes o jugadores de otras selecciones, el centrocampista posee una dispensa.
Durante la etapa de Laurent Blanc como seleccionador, la selección francesa tenía una parte de su buffet dedicado al 'halal', que es como se denomina a los alimentos que pueden ser consumidos por los musulmanes. Para esta Eurocopa, Didier Deschamps dijo que se haría todo lo necesario para que los jugadores se sintieran cómodos. El cumplimiento estricto de las normas musulmanas con respecto a la alimentación estaría en relación, asimismo, con la bajada de peso de Özil. En Francia, el té verde es su gran acompañante fuera del campo.
En la selección de Albania, ya de vuelta a casa, el seleccionador Gianni de Biasi, italiano, decidió dar libertad a sus futbolistas. Unos cumplieron con el ramadán; otros, no. Mergin Mavraj, nacido en Alemania, se negó incluso a llevar alguna de la ropa de entrenamiento porque el patrocinado era una marca de cerveza. En el Mundial de Brasil, cinco de los 11 titulares de Argelia hicieron el ayuno, hecho que obligó al técnico Vahid Halilhodzic a modificar la preparación del equipo sin que se resintiera en los partidos. Cayó en octavos con la campeona, Alemania, por 1-2.
Son casos habituales en el fútbol europeo que, en realidad, es el fútbol global. Durante su etapa en el Sevilla, el doctor Escribano diseñó un plan de alimentación durante las noches, con varias ingestas, para Kanouté durante los meses del ramadán. Un ejemplo de cohabitación cultural en busca de un objetivo común, una prueba de que el fútbol puede tender más puentes de los que rompen los ultras. Tomemos nota.

El Viejo Juego de Pelota, Recreado en Color.



 Lisa Fields. 27 de mayo de 2007. The New York Times.

Él sigue a Derek Jeter, Alex Rodríguez y el resto del equipo por lo menos una vez a la semana, pero luego de unos innings Graig Kreindler a menudo se siente motivado a  apagar el televisor y bajar a su estudio de pintura del sótano en Airmont, NY. Ahí, en el atril frente a él, encuentra una estirpe diferente de Yanqui: Mantle. DiMaggio. Gehrig. Ruth.
 Los aficionados reconocen a estos inquilinos del Salón de la Fama en famosas fotografías que muestran momentos inolvidables de la historia del beisbol. Pero la mayoría de las personas hoy no tiene idea de cómo Babe Ruth cruzando el plato o Lou Gehrig dando su discurso de despedida aparecían en colores: las imágenes incrustadas en la memoria colectiva son en blanco y negro.
 Mr. Kreindler está tratando de cambiar eso, una escena memorable de beisbol a la vez.
 Usted podría pensar en él como el Ted Turner de los grandes momentos de la historia del deporte, excepto que Mr.Kreindler no depende de la colorización computarizada sino que realiza extenuantes investigaciones para asegurarse de que los matices que escoge son los precisos. Antes de llevar el pincel al lienzo, él frecuentemente pasa un mes descifrando los colores, desde los uniformes de los equipos hasta los anuncios de Philip Morris que cuelgan detrás de la multitud.
 “Licencia artística, no es una opción para mi”, dijo Mr. Kreindler, 27, quien ha ganado el Norman Rockwell Museum Award and Illustration Academy Award de la Society of Illustrators. “Quiero que eso sea perfecto. Puede ser que a veces sea un esclavo de eso, pero también me hace feliz”.
 Mr. Kreindler, cuyo nombre se debe al tercera base de los Yanquis, Graig Nettles, dice que su interés por el beisbol antiguo fue alimentado por la afición de su padre por cautivantes imágenes de Whitey Ford, Mickey Mantle y Willie Mays, y su colección de barajitas de beisbol, desde los años ’40.
 “Yo era el único niño de mi clase de cuarto grado que sabía quien era Don Larsen, que sabía porqué Gil Hodges pertenecía al Salón de la Fama”, dijo Mr. Kreindler. “Esos peloteros eran tan importantes para mi como los Yanquis actuales”.
 Mr. Kreindler aspiraba a una carrera de ilustración en ciencia ficción cuando se inscribió en la School of Visual Arts de Manhattan. Pero cuando, para una asignación en una clase de 2002, él necesitaba pintar una relación, pensó: ¿Por qué no un pitcher y un bateador? ¿Por qué no un joven Mickey Mantle?
 Armado con varias fotografías que mostraban el estilo de bateo de Mantle, Mr. Kreindler se enfocó en recrear el Yankee Stadium de 1951 o algo así. Revisó artículos de periódico en microfilm, se sumergió en el libro “Baseball Uniforms of the 20th Century” e investigó los Advertising Archivesen línea para tener idea de lo más buscado en aquel período. La investigación era tan intrigante que él abandonó por completo el género de ciencia ficción.
 La pintura de Mickey Mantle de Mr. Kreindler fue aceptada en el concurso por la beca 2002 de la Society of Illustrators; el año siguiente él ganó una beca de 1000 $ por una pintura de Lou Gehrig en Yankee Stadium en 1939, la cabeza inclinada, parado frente a varios micrófonos en el home plate, próximo a dirigirse a la multitud congregada en su honor.
 Mr. Kreindler se sintió confiado en la precisión de esa pintura, excepto por un detalle: había sido forzado a calcular cuales colores aparecían en la publicidad de las hojillas de afeitar Gem luego que su investigación no arrojó pistas. Pero pocos meses después visitó la exhibición del American Museum of Natural History’s “Baseball as America” y vio la película casera suministrada por el National Baseball Hall of Fame. De pronto estaba viendo el Yankee Stadium de 1939 a colores, incluyendo la publicidad de Gem.
 “Esa era la pistola humeante que estaba buscando”, dijo él.
 Él contactó al Salón de la Fama para solicitar una copia de la película, y de una breve película casera del discurso de Gehrig. Luego de verlas, Mr. Kreindler notó que también había pintado algunos uniformes con el color equivocado. Decidió que tenía que rehacer la pintura. 
 “Más que corregir una pintura”, dijo él. “Tenía que hacer una nueva, probablemente porque cuando era niño nunca borraba nada. Si no me gustaba lo que había anotado o dibujado, lo arrugaba y empezaba de nuevo”.
Su segunda versión del discurso de despedida de Gehrig fue más grande, 38 por 52 pulgadas, y desde entonces Mr. Kreindler ha trabajado exclusivamente con lienzos con lienzos extragrandes.
 Él también ha pintado casi nada además de beisbol histórico, aunque hizo una excepción cuando un maestro de escuela primaria que conoció cuando trabajaba en su maestría de  arte en educación le solicitó que pintara el momento cuando los Medias Rojas de Boston ganaban la Serie Mundial de 2004.
 A mitad de ese proyecto Mr. Kreindler conociço a Bill Goff, dueño y presidente de GoodSportsArt.com, la cual vende ediciones limitadas de impresiones de temas beisboleros. Él le pidió a Mr. Kreindler, el ardiente fanático de los Yanquis, que pintara una segunda versión de la victoria de los Medias Rojas para ser vendida a través de su compañía. 
 “Me dije, ‘Eso dolerá, pero lo haré’”, recordó Mr. Kreindler con una sonrisa. “Era una escena deprimente de pintar para mi, pero era parte del entramado del deporte, y ciertamente tan válido como cualquier momento de los Yanquis”.
 Cerca de la mitad de las 600 impresiones numeradas y firmadas de Mr. Kreindler, 140 $ cada una, se ha vendido. 
 Es raro que un artista de beisbol sea reconocido fuera del mundo del arte de los deportes, pero Dean Lombardo, dueño de la galería de Bellas Artes Objects & Images de Bronxville, NY., planea mostrar las pinturas de Mr. Kreindler y producir un catálogo de su trabajo más adelante este año.
 “Esta sería el único arte relacionado con deporte con el que he negociado”, dijo Mr. Lombardo. “Él combina algo que no he visto en otras personas: Mezcla la nostalgia con sorprendentes destrezas de pintura contemporánea, y para mi eso es un paquete completo”.
 Para crear y mostrar sus pinturas nostálgicas, impresionistas, Mr. Kreindler ha recurrido mucho a su hogar de la niñez en Airmont, en Rockland County, donde aun vive con sus padres. Las paredes despliegan su trabajo, y su estudio llena el sótano, con atriles desde el suelo hasta el techo, pliegos con bocetos de pinturas y anotaciones de pinturas terminadas. Su habitación está cargada de catálogos de subastas deportivas, libros referenciales de beisbol, videos de juegos clásicos.
 Un lugar prominente esta dedicado a la carta que Mr. Kreindler recibió del jardinero de los Gigantes de Nueva York Bobby Thomson en respuesta a una pregunta de investigación acerca de su jonrón de 1951 que le costó el banderín de la Liga Nacional a los Dodgers de Brooklyn, el “batazo que se oyó en todo el mundo”. (Este fue el único contacto que Mr. Kreindler ha tenido con cualquier pelotero que haya pintado),
 Si él no aspira a ver su trabajo en museos de arte, Mt. Keindler sueña con ver alguna vez su arte colgando de las paredes de del Salón de la Fama Nacional de Beisbol en Cooperstown, NY.  Como un jugador de ligas menores trabajando para llegar a las mayores, Mr. Kreindler está buscando su oportunidad al donar sus pinturas a museos de beisbol pequeños.
 Él está completando un proyecto de cuatro pies cuadrados para el Museo Yogi Berra de Montclair, NJ, una pintura de Berra, el cátcher de los Yanquis, saltando en los brazos de Don Larsen luego del juego perfecto de este en la Serie Mundial de 1956. David Kaplan, el director del museo, dijo que la pintura tendría un lugar prominente cuando se complete la restauración de un año que se realiza en el museo.
 La próxima pintura de Mr. Kreindler  será del juego sin hits ni carreras que Bob Feller lanzó con los Indios de Cleveland el día inaugural de la temporada de 1940, la cual está creando para el museo de Van Meter, Iowa, dedicado a Feller.
 El director del museo Feller, Scott Havick, habló de sus reacciones por el trabajo de Mr. Kreindler. “Estás ahí”, dijo él. “Te sientes ahí en ese momento”.
 Y eso es exactamente lo que Mr. Kreindler quiere oir.
 “Prefiero que las personas digan, ‘Recuerdo esos días en Yankee Stadium’, que ‘Tu pintura luce como una fotografía’”, dijo él. “Si alguien pensara en mi como si pensaran en un historiador visual de beisbol, como un artista en ese respecto, eso sería maravilloso”.

Traducción: Alfonso L. Tusa C.

lunes, 27 de junio de 2016

Messi: "La Selección ya se terminó para mí"


Fue su primera declaración, minutos después de sacarse la cinta de capitán del brazo izquierdo, de otra derrota en una final, de haber mandado por arriba del travesaño un penal... Fue la tercera frustración consecutiva. Y no se puede creer. Como también es increíble lo que se escucha a Messi: “Se terminó para mí la Selección”. Y al ratito se suma el Kun Agüero, uno de sus grandes amigos: “Somos varios los que pensamos en no seguir”.
¡Qué ganas de llorar, Leo! No es justo. No esta vez. Porque jugaste la final como ninguna. Porque te levantaste siempre, cada vez que te bajaron a patadas. Porque fuiste al frente en todo momento, aunque te rodearan camisetas rojas. Una, dos, tres, cuatro. Vos encaraste, intentaste, buscaste, gambeteaste. Jugaste. Siempre. No es justo esta vez. Porque lo diste todo. Porque fuiste a San Juan y te bajaron de un golpe en la espalda. Porque viajaste miles y miles de kilómetros para llegar a Estados Unidos con tu sueño en el bolso después de enfrentarte a la Justicia española. Porque la rompiste toda en toda la Copa. Y porque en esta final, aquí en Nueva Jersey, fuiste vos.


Por eso, no puede ser real esa pelota que se va cada vez más lejos del arco de Marcelo Bravo. Te agarrás la cabeza. Te tirás al piso. Pero, aunque lo quieras en ese momento, la tierra no te traga y vos estás ahí. Seguís siendo el mejor del mundo. ¿Alguien lo duda? Pero, qué te va a importar en ese momento. Aunque te consuelen, aunque te abracen tus compañeros, tus amigos. Aunque te alienten y te den palmadas en la espalda. Tu cara lo dice todo.


En los 120 minutos del partido estuvo rodeado. Siempre rodeado, Messi. Recostado sobre la derecha, como extremo, arrancó la final. Desde ahí edificó lo mejor de la Argentina. Obligó, con su cambio de ritmo frenético e imprevisible, a redoblar los esfuerzos de Chile por frenarlo. La mayoría de las veces con infracciones. Se turnaron para talarlo. El primero fue Marcelo Díaz y se ganó la amarilla justamente. Díaz también lo bloqueó en otro ataque eléctrico de La Pulga. Fue falta, sí, pero pareció exagerada la segunda tarjeta y la expulsión que le aplicó el árbitro Héber Lópes. También le entró duro Charles Aránguiz y fue amonestado. De esos tiros libres que él creó se produjeron acciones de peligro en el arco de Bravo.
Lionel Messi inicia el viaje de regreso al país, luego de la frustración en la Copa américa Centenario. (Fernando de la Orden)
Probó con la zurda en el primero desde la izquierda. Estaba lejos y el remate salió livianito, sin la potencia suficiente fue a las manos del arquero chileno. En el segundo se la puso en la cabeza a Nicolás Otamendi y la pelota se fue cerquita.


Aunque estuviera con uno menos en algún segmento del partido, Juan Antonio Pizzi nunca descuidó al 10 argentino. No le aplicó marca personal. Prefirió enredarlo entre varios. Pero Leo no se quedó quieto. No fue el Messi de Santiago en 2015. Anoche, aquí en un estadio con 82 mil personas, Messi se movió por la derecha y el medio. Provocó arranques interesantes, sorteando uno, dos, tres, cuatro adversarios rojos. Hasta se ganó una amarilla por simular una falta de José Fuenzalida dentro del área. Se rió Lionel, no fue penal.


Cuando no podían pararlo por las buenas, Chile lo cortó por las malas. Sin vueltas: con faltas (nueve en total). Pero él se puso de pie una y otra vez. Y tuvo la suya sobre el final de los 90 minutos. Tras un cierre salvador de Funes Mori en el área celeste y blanca, Messi se adueñó de la contra. Corrió con la pelota 50 metros, parecido a lo que ocurrió en la final de 2015, aunque esta vez no la pasó; intentó su remate y se fue desviado. El lamento se acabó con el pitazo del juez brasileño.


Le siguieron pegando en el suplementario. Y él siguió levantando la cabeza. Como en el tiro libre que derivó en el frentazo del Kun que Bravo tapó de manera espectacular. No hubo caso. No quiso entrar la pelota. Ni en ese penal que vas a soñar millones de veces, Leo.

Sólo queda pedirte una cosa después de escucharte en ese vestuario, triste por haber llegado a “otra final que queríamos ganar y no pudimos”. Después de que llores lo que debas llorar. Después de que te descargues. Después de procesar esta nueva desilusión, por favor, volvé a vestirte de celeste y blanco. Rusia 2018 te espera, Lionel.

sábado, 18 de junio de 2016

El árbitro que le explicó a Messi cómo se juega en América


Messi y García Orozco, cara a cara durante el partido entre Argentina y Colombia por los cuartos de final de la Copa América 2015. (Archivo / Gustavo Ortiz)


"Esto es América. Acostumbrate. Acá se juega así". Esa frase se la dijo hace casi un año el árbitro Roberto García Orozco a Lionel Messi ante sus reiteradas quejas por las infracciones repetidas, pero sin castigos con tarjeta. Fue también en una Copa América, la de Chile. Sucedió además en cuartos de final, la misma instancia que hoy volverá a cruzar a ese juez mexicano con el mejor futbolista del planeta..."Va a ser un partido muy muy físico". Esa definición la estampó hace unas horas Salomón Rondón, el goleador venezolano, la máxima figura... En este contexto, con aquella anécdota y con esta declaración, el hombre del silbato estará en la mira hoy a partir de las 20, aunque Argentina no tendría que preocuparse por estas cuestiones con la inmensa riqueza individual que goza.
El mexicano García Orozco es considerado el mejor árbitro de la Concacaf. "Es el árbitro justo para este partido", le dijo a Clarín por lo bajo una fuente arbitral. Lo valoran por la experiencia que adquirió a pesar de sus 41 años, porque le da oxígeno y continuidad al partido y además porque es estricto con el juego brusco.
El mismo árbitro que hoy arbitrará Argentina-Venezuela, en aquel choque en Viña del Mar, había dejado que Colombia golpeara una y otra vez, ante un gran dominio celeste y blanco, pero no había sancionado con amarillas en proporción a la cantidad de infracciones. Por eso había disparado la bronca de Messi, quien tras el 0-0 y el triunfo por penales blanqueó esas palabras del árbitro. 
"No me acordaba del comentario que le había dicho a Leo en aquel partido. No da en este momento hablar del arbitraje. Tenemos que centrarnos en nuestro juego. Durante esta Copa hubo jugadas aisladas que fueron complicadas. No he visto arbitrajes que me hagan hacer algún tipo de comentario. En aquel momento en Chile había mucho juego brusco. No creo que suceda lo mismo acá", reflexionó Gerardo Martino en su última exposición pública.
En este Copa América Centenario, García Orozco dirigió el partido inaugural, también con Colombia en la cancha frente nada menos que al local Estados Unidos. Clarín lo calificó con un "regular". Si bien sancionó muy bien un penal a favor de Colombia cerca del cierre del primer tiempo, se le remarcó lo mismo que le pedía Messi en Chile: mayor rigurosidad ante la sucesión de faltas. Se guardó algunas amarillas que eran necesarias. Esta noche se verá.

sábado, 4 de junio de 2016

HA MUERTO CASSIUS CLAY, LA LEYENDA DEL BOXEO, MUHAMMAD ALI, EL MITO, EL MEJOR DE TODOS LOS TIEMPOS

 



El legendario ex campeón del mundo de los pesos pesados, el estadounidense Muhammad Alifalleció hoy a los 74 años de edad en un hospital de Phoenix (Arizona, EEUU) donde había sido ingresado el pasado jueves por problemas respiratorios. "Después de 32 años de luchar contra la enfermedad de Parkinson, Muhammad Ali murió a la edad de 74 años", anuncio Bob Gunnell, el portavoz de la familia Ali.

"El triple campeón de pesos pesados del mundo murió en la noche", dijo el comunicado. Minutos después, la confirmación llegó a través de su cuenta oficial de Twitter, en la que apareció una imagen del boxeador con la leyenda 1942-2016.
Los pesos pesados nunca habían conocido un ejemplar semejante: un atleta anatómicamente armonioso, de finos rasgos faciales, que se desplazaba por el cuadrilátero como si pisara sobre un lecho de plumas o gravitase sobre un colchón de aire. Una estatua animada de 192 centímetros y 102 kilos de músculosflexibles, animados por una plasticidad innata.

Poseído por las musas en lugar de las furias, eludía el contacto brutal de los de su género y reemplazaba los impactos por picaduras. No tenía puños, sino aguijones. "Pico como un abeja". No tenía pies, sino alas. "Floto como una mariposa". Parecía despreciar el intercambio de puñetazos como única forma de violenta imposición, sustituyéndolo por una variedad selectiva de roces letales. Norman Mailer aseguraba que le resultaba obsceno recibir golpes. Seguramente también infligirlos, aunque, en ese caso, el dolor ajeno, contribuía del único modo posible a cumplir los propósitos de quien los propinaba.
Su ferocidad era poética; y su potencia, sedosa. Era humano. Pero, en su decisión de distinguirse de los demás, se revestía de un distanciamiento despectivo hacia la especie. Odiaba. Pero, en la idealizada construcción de sí mismo, adornaba ese destructor sentimiento con ironía creativa. Se llamaba Cassius Marcellus Clay, en honor al abogado antiabolicionista del mismo nombre, embajador de Lincoln en Rusia y propietario liberador del tatarabuelo del púgil, a quien cedió su nombre.

Esa mezcla de apostura física y originalidad mental supuso el primer impacto de Clay en la cambiante, vitalista y neurótica sociedad estadounidense de su tiempo y, más tarde, en su extensión a la del mundo entero. Su prestancia y su inteligencia, o, al menos, su viveza mental, plasmada en un verbo caudaloso y punzante, atrajeron sin obstáculos hacia su persona la atención de ámbitos ajenos a la vidriosa aureola del boxeo y su hipnótica tenebrosidad. Un deporte mestizo de grandeza y miseria, del que emanaba una áspera lírica o una sórdida épica que atraía, fascinándolos mientras los repelía, a artistas e intelectuales.
Clay, una estrella amateur dirigida por el legendario Angelo Dundee, había sido campeón olímpico de los semipesados en los Juegos de Roma, en 1960. Pasó ese mismo año al profesionalismo y, entre esa categoría y la de los grandes pesos, entre 1960 y 1964, fue desembarazándose, con golpes casi desdeñosos de prestidigitador, ilustrados con rimas chuscas, de los rivales que los organizadores le ponían en su locuaz e histriónico camino. Especialmente del ilustre Archie Moore, un ídolo envejecido de 48 años.

El público, no sólo el aficionado, divertido, admirado y escandalizado, perplejo y revitalizado en sus afectos más heterodoxos, lo descubrió entonces. Y, tras la conquista del título mundial frente a la turbia y hosca mole llamada Sonny Liston, "el oso feo y torpe", lo elevó a la cima de un mundo -el del espectáculo, en el fondo- siempre ávido de celebridades insólitas pero impactantes y luminarias estrafalarias pero irresistibles.

En la muerte de Clay no queda nada de su existencia dentro y fuera del cuadrilátero que no se haya contado, glosado, analizado, interpretado y contextualizado hasta la saciedad. Hacía tiempo que el hombre, destruido por el Parkinson, había dado paso al mito y todo cuanto se había hablado y escrito acerca de su persona, su universo y su influencia habían adquirido el tono y la trascendencia de un único, universal y definitivo obituario.
Aunque resulte superfluo, recordemos que, en 1964, al día siguiente de vencer a Liston, y subyugado por la personalidad radical de Malcolm X, anunció su conversión al islamismo y se autobautizó como Muhammad Ali. Repitamos por enésima vez que renunció a vestir el uniforme ("ningún vietcong me ha llamado negro"), fue condenado como desertor, se le desposeyó de su titulo mundial y se le retiró la licencia. Con su fama intacta, incluso acrecida por la polémica, se ganó entonces la vida como orador incendiario en institutos y universidades.
Detengámonos, ¡cómo no!, en su victorioso regreso al ring en 1970, frente a Jerry Quarry, y en sus tres terribles peleas con Joe Frazier. La primera, en 1971, denominada "el combate del siglo", terminó con él en la lona y con Frazier reteniendo el título. La segunda, en 1974, le permitió reconquistar el cetro. La tercera, en 1975, "Thrilla in Manila", pasó a la historia de la crueldad boxística. Ambos rivales se asomaron a la muerte y, tras ese castigo, Ali empezó a sufrir problemas circulatorios. Quizás imbuido de una invulnerabilidad falsa, inherente al supremo concepto que tenía de sí mismo, los ignoró.

Le sobraron, pues, las 10 veces que subió después al cuadrilátero. Entre ellas, "cuando éramos reyes", frente a George Foreman, en aquel octubre del 74. en Kinshasa. El "Ramble in the Jungle", el estruendo en la jungla, el salvaje "Ali, bomaye!, (¡Alí, mátalo!)", de la muchedumbre sanguinaria. Luego perdería la corona ante un neófito Leon Spinks, aunque la recuperaría en la revancha y en el canto del cisne de un hombre ya erosionado y que, con casi 40 años, sucumbía ante Larry Holmes y Trevor Berbick, mientras su fatigada memoria se detenía, entre vacilaciones y lagunas, en los éxitos ante Bonavena, Cooper, Evangelista... En sus 61 combates (56 victorias y cinco derrotas), que no le deformaron el rostro pero le devastaron el cerebro. ¡Qué paradoja! ¡Qué ironía! Apolo reducido a una existencia vegetativa.

Ali prolongó en su iconoclasta edad adulta una infancia gemela, aunque, naturalmente, a escala infantil, en Louisville (Kentucky), en donde había nacido el 17 de enero de 1942. Hijo de una madre asistenta y un padre alcohólico y pintor de brocha gorda, estudiante pésimo pero enormemente popular, a veces hiriente, a veces quijotesco, se diseñó un futuro y se revistió de la determinación para alcanzarlo. Había escrito en su cazadora: "Clay, campeón del mundo". Pero eligió el ring por espíritu de revancha y no por amor al boxeo.
Gran parte de su grandeza residió en elevarse por encima de sus imperfecciones, en sobrevivir a sus contradicciones y en proyectarse más allá de sus defectos. Fue insolente, arrogante y provocador. Humilló de palabra a sus adversarios, muchos de ellos tan negros y marginados como él. No fue un modélico cuádruple esposo. No se comportó como un patriota y se arrojó en brazos de una religión ajena a la tradición y la vocación americanas. Se comportó como un racista inverso y su realidad estuvo a menudo por debajo de su calidad de símbolo.
Pero nada empañó su magnetismo ni rebajó su carisma. Fue 'The Greatest'. El más grande.