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domingo, 25 de noviembre de 2018

EL PAÌS BARRABRAVA HA VUELTO A FRACASAR

 

La violencia del fútbol volvió a evidenciar las fallas de los dirigentes y las de la sociedad.

El problema no es el fútbol. El problema es la Argentina. El país barrabrava que no puede resolver los dilemas de una adolescencia que lleva doscientos dos años. No puede controlar las marchas piqueteras que paralizan la Ciudad cien días al año. No puede frenar a un centenar de violentos con la camiseta de All Boys. Y no puede evitar que otra banda de forajidos con la camiseta de River le rompa los vidrios a piedrazos al micro donde viajaban los jugadores de Boca para jugar la Superfinal. 
El mega evento que nos iba a mostrar como un ejemplo ante el planeta. Un modelo de lo que puede la pasión argentina. Esa que mostramos con orgullo en cada Mundial. Pero la realidad nos golpeó en la cara desde el primer botellazo. Eso somos. Una sociedad con enormes dificultades para lograr la utopía de la convivencia.Porque los errores y las desgracias tienen  múltiples responsables . El Gobierno nacional y el  de la Ciudad primeros, porque no pueden armar un operativo de seguridad minimamente eficaz
 Y se echan la culpa unos a otros por los errores.
 Anoche Mauricio Macri reclamaba la cabeza de quienes planificaron pésimamente la jornada y le apuntaba a Martín Ocampo, el ministro de Seguridad de Horacio Rodríguez Larreta. Ambos ya se habían enfrentado cuando el Presidente se apresuró a plantear el regreso del público visitante a las canchas. Por todo lo sucedido ayer, quedó claro que era una iniciativa desatinada. Cuatro mil hinchas de Boca en la cancha de River le hubieran agregado fuego al infierno.
A los dirigentes argentinos les sigue costando entender el daño irreparable que provoca el universo barrabrava.
 Le costó a Cristina Kirchner, que elogió por cadena nacional el romanticismo de quienes miran los partidos desde el paravalanchas y los financió para que viajaran a los mundiales. Y le cuesta a Macri, quien presidió a Boca durante una década sin poder erradicarlos del club, ni luego de la Ciudad ni del país.
Es cierto que los gobernantes tienen socios en el desastre de la violencia del fútbol. Están los clubes que conviven con sus barrabravas. Los de River, que revenden por millones las entradas que les regalan sus dirigentes. Y los de Boca, que arman paquetes turísticos para que los extranjeros vivan la sensación extrema de estar cerca de la muerte en las tribunas. Poco ayuda la policía, que nunca acierta el lugar correcto donde tirar los gases lacrimógenos y está más atenta a cobrar rápido sus extras por los operativos. Y los jueces, que dejan salir a los barrabravas al primer llamado de un dirigente influyente. Y a veces ni siquiera eso. Los sueltan antes por iniciativa propia y connivencia. Es una cadena perversa y todos sabemos que no tiene final feliz.
Claro que la corrupción, la desidia y la inoperancia de la dirigencia argentina no sería tan nociva si no tuviera el correlato desgraciado de esta sociedad intolerante. Una sociedad que ha aprendido muy poco en 35 años de democracia. Las tragedias de las dictaduras, de la violencia armada, del terrorismo de Estado, de los desaparecidos, del 2001 y de tantos episodios nos enseñaron muy poco. Los argentinos seguimos conservando esa capacidad única para convertir en enemigo al que tenemos al lado.
Eso es lo que hicieron el sábado los hinchas de River, que atacaron porque sí a los jugadores de Boca. Porque al enemigo hay que odiarlo y hay que lastimarlo en cualquier circunstancia.
 Hay un huevo de la serpiente que espera siempre para estallar en la Argentina. 
Esta vez fue por un partido de fútbol. Mañana puede ser por cualquier otra cosa. Este, el de la barbarie del sábado, es el escenario con el que el país barrabrava aguarda a los hombres y mujeres más poderosos del planeta para la Cumbre del G-20. Que está acá nomás, a la vuelta de la esquina, desde el próximo jueves.
Serán estos dirigentes, estos policías y seremos todos nosotros los que tendremos que pasar por el enésimo examen de convivencia. Ese mismo que reprobamos una y otra vez. Y que nos ha consagrado en el mundo como un extraño laboratorio del fracaso.

Y A LA FINAL SE COVIRTIÓ EN PAPELÓN EL SUPERCLÁSICO MUNDIAL

De la barbarie a las presiones: historia secreta de una final que se convirtió en papelón

River fue solidario con Boca, que no quería jugar. Pero hubo amenazas de la Conmebol y hasta del presidente de la FIFA. Se reprogramó para hoy a las 17. Pero Boca podría pedir los puntos o jugar bajo protesta.

River. Boca. Chocan los planetas. Se juega la final del mundo. El eslogan parece demasiado pretencioso para nuestro fútbol. ¿De qué mundo es esta final?
Seguro, de un país oscuro, cargado de violencia, intereses y exacerbada por dos pasiones antagónicas. El Superclásico más trascendental en 110 años de historia, el partido que había puesto a River, a Boca y a la Argentina frente a los ojos del mundo, deriva en una colección de escándalos, en un papelón que supera las fronteras. Y después de cambiar dos veces el horario y de una rosca interminable, en la suspensión. Habrá que esperar un rato más para definir al campeón de la Copa Libertadores de América. A esta altura, un tema menor. Antes, River deberá levantar la clausura preventiva del estadio por exceso de capacidad y obstrucción de salida. Aseguró Ricardo Pedace, titular de la Agencia de Control Gubernamental de la Ciudad de Buenos Aires, que no habrá problemas para jugar. Y ver la postura definitiva de Boca que podría pedir los puntos o jugar bajo protesta.
Sucedió de todo en Núñez. Basta con repasar la lista negra.
La emboscada al micro del equipo visitante; el desborde del público local; la presión de la Conmebol para jugar o jugar; los gritos entre Daniel Angelici y Rodolfo D’Onofrio, que después terminaron dándose la mano; Pablo Pérez trasladado a una clínica y con un parche en el ojo cuando debía estar disputando la pelota en el mediocampo; Gianni Infantino, mandamás de FIFA, pidiendo razones “valederas”para suspender el encuentro, como si todo el bochorno no hubiera sido suficiente. Hinchas asustados, atrapados en el estadio, víctimas de robos en las adyacencias. Policías totalmente desbordados. Parecía que el show debía continuar a cualquier costo. Pero no.
Muy a pesar de que el propio Infantino lo quería disputar sí o sí. “El fútbol no para. Si no quieren jugar, pierden los puntos”, afirmó el titular de la multinacional del fútbol. Y dos veces postergó el kick-off. De las 17 a las 18, de las 18 a las 19.15. Cada vez que se anunció el nuevo horario por la voz del estadio, celebraron los hinchas que coparon Núñez, los que soñaban con formar parte de una fiesta y terminaron siendo testigos del bochorno que comenzó con el ataque al bus de Boca a sólo 200 metros de la cancha.
Adoquines, botellas de cerveza y gas pimienta, el armamento que un grupo de barras les arrojó a los futbolistas de Boca. Los energúmenos dañaron vidrios y el estallido lastimó el brazo izquierdo de Pablo Pérez. Y por los huecos de las ventanillas penetraron los gases lacrimógenos de la Policía, que intentó controlar una situación que se le escapó de las manos. ¿Por qué el vehículo ingresó por la calle Lidoro Quintero, donde estaba un grupo nutrido de hinchas? ¿Sólo hubo negligencia o zona liberada? ¿Fue una revancha de Los Borrachos del Tablón por los allanamientos del viernes, cuando desactivaron sus operaciones de reventa? En River sospechan de Caverna Godoy, uno de los líderes de la barra brava y a esta teoría apuntan en las líneas de investigación. D’Onofrio aseguró: “Son 15 vándalos los que armaron esto. ¿No los conocen? Saquémoslos del fútbol”. Hubo apenas 16 detenidos por atentado y resistencia a la autoridad y 40 demorados por incitación a la violencia.
Las imágenes del ingreso de los jugadores visitantes al vestuario, tapiado con maderas para que los hinchas de River no pudieran observar sus movimientos, dieron vergüenza ajena. Los videos que se viralizaron un rato después, también. Ahí podía verse al colombiano Sebastián Villa en una camilla. Al uruguayo Nahitan Nandez tomándose los ojos. A Pérez herido. Y a varios de sus compañeros, tosiendo.
Pablo Perez en el Monumental tras la agresión que sufrieron los jugadores de Boca al llegar al Monumental. Foto: AP.
Pablo Perez en el Monumental tras la agresión que sufrieron los jugadores de Boca al llegar al Monumental. Foto: AP.
“No estamos en condiciones de jugar”, repitieron el secretario Christian Gribaudo y el vicepresidente, Darío Richarte. Angelici estaba desencajado. Mantuvo una reunión con D’Onofrio y Alejandro Domínguez, titular de la Conmebol. Hubo tensión y palabras fuertes entre los dirigentes. El anillo interno estaba caldeado. Se respiraba tensión. Iban y venían, rodeados de guardaespaldas, los dirigentes de River y Boca y los funcionarios de la Conmebol. Pérez y Gonzalo Lamardo, un juvenil que ni siquiera se concentró, fueron trasladados a la clínica Otamendi en compañía del doctor Jorge Batista. Mientras tanto, se producían más reuniones. Hasta participó Claudio Tapia, presidente de la AFA.
Boca no quería salir a la cancha. Y sus dirigentes creen tener elementos para pedir los puntos. Anoche se evaluaban los pasos a seguir: desde efectivamente pedir que le den por ganado el partido o jugar bajo protesta.
River se solidarizó después de una reunión que mantuvieron el vicepresidente Jorge Brito, el dirigente Eduardo Barrionuevo, el gerente Mariano Bernao y Marcelo Gallardo. “Así no se puede jugar”, coincidieron todos. Angelici y D’Onofrio, atribulados, con caras demacradas, se tranquilizaron. Sin embargo, la Conmebol no estaba dispuesta a suspender su gran final. La pelota tenía que rodar. Y los médicos emitieron un informe que admitía "lesiones superficiales en la piel" de los jugadores y ante la referencia de dos futbolistas sobre lesiones en la córnea, aseguraron que no se pudo confirmar y no veían "razones médicas" para suspender el partido.
Domínguez estaba preocupado y quería que se jugara. Por el costo político; por el compromiso televisivo; por 70 mil hinchas que ya estaban adentro del estadio; por la determinación de Infantino, que no viajó hasta Buenos Aires en vano.
El árbitro Andrés Cunha salió a realizar el calentamiento con la música de Rocky, casi en simultáneo con las piñas que había en avenida del Libertador. Carlos Tevez y Fernando Gago, los referentes, dieron la cara. “Nos estaban obligando a jugar. Lo que hace la Conmebol es una vergüenza. ¿Por qué no le dan la Copa a River y listo?”, dijo el delantero. Darío Benedetto se expresó en el mismo tono. Poco contribuyeron con la paz. Más cordura mostró Gallardo, acercándose a los jugadores de Boca cuando la noche había ganado terreno.
D’Onofrio y Angelici volvieron a juntarse, ya más calmos. “Asegurate con el ministro de Justicia de la Ciudad, con el que tenés una estrecha relación, que no haya ningún incidente”, le dijo el presidente de River al de Boca. Martín Ocampo –hincha y socio millonario- es padrino del hijo del titular xeneize. “Firmaron un pacto de caballeros. Quiero felicitar a los presidentes porque en estas condiciones se desnaturalizaba el juego”, apuntó Domínguez, muy golpeado.
Pero esta madrugada Pablo Pérez le afirmó a Clarín que esta tarde deberá hacerse unas curaciones en el sanatorio Otamendi y que no podrá jugar. La calentura en el plantel de Boca no bajó con el correr de las horas.
Había terminado una de las jornadas más tristes para el fútbol argentino. Para la que habían llegado periodistas de 22 países. Todos a ver la "final del mundo" que terminó en papelón mundial.

sábado, 24 de noviembre de 2018

JIM PENDLETON, AN EL SALÓN DE LA FAMA DEL MAGALLANES por Alfonso L. Tusa C


Jim Pendleton el campocorto del primer bicampeonato magallanero en LVBP , finalmente en el Salón de la Fama de los Navegantes.


  Siempre ocupaba los lugares de los bateadores de poder en la alineación de aquel Magallanes de finales de la década de 1940 y comienzos de la de 1950, siempre era cuarto, quinto o sexto bate, en clara advertencia a quienes en la actualidad aseveran que en el pasado el campocorto era una posición en la cual solo se le exigía atributos defensivos a los peloteros. Quizás una buena proporción de los jugadores de las paradas cortas debieron su establecimiento a su calidad defensiva, pero en aquel entonces hubo torpederos como Harvey Kuenn o Lou Boudreau quienes además de ser buenos con el guante, metían miedo con el madero. Jim Pendleton fue campeón jonronero (8) de LVBP en la temporada 1948-49 y luego  fue campeón bate (.387) y en carreras anotadas (47) en el primer campeonato magallanero (1949-50) y campeón en dobles (18) y triples (5) en el segundo (1950-51), luego, en la justa 1951-52 fue líder en bases robadas (12). Pendleton también jugaba en los jardines. Cuando vino con Magallanes en 1948, había jugado para los Chicago American Giants en la Negro American League. Luego pasó a jugar con los Saints de St. Paul en la Liga American Association, filial de los Dodgers de Brooklyn. Cuando jugaba como jardinero central tuvo la barrera de Duke Snider para acceder a las grandes ligas, luego al pasar al campocorto tuvo como muro infranqueable a Pee Wee Reese. Por ese motivo los Dodgers terminaron cambiándolo a los Bravos de Milwaukee donde jugó en 1953, 1954, 1955, 1956. De allí pasó a los Piratas de Pittsburgh (1957-1958), Rojos de Cincinnati (1959) y Colts .45 de Houston (1962), allí fue el jardinero izquierdo de la alineación original de ese equipo.
  Jim Pendleton regresó a LVBP en la temporada 1960-61 con los Leones del Caracas, aunque bate, apenas bateó .247. Quizás para ese momento había olvidado aquel episodio de sus años magallaneros cuando en un cierre del noveno inning con corredor en tercera, un out y ganando 4-0 tomó un roletazo al campocorto y en lugar de lanzar a primera para asegurar el segundo out, lanzó al plato para eliminar al corredor de tercera. Cuando le preguntaron porque había jugado de esa manera, respondió: “Al Caracas hay que darle las nueve arepas”.
    Pendleton nació en St. Charles, Missouri, USA. 07-01-1924. Falleció el 20-03-1996 en Houston. Texas. USA
Alfonso L. Tusa C. 24-11-2018. ©


jueves, 22 de noviembre de 2018

MAGALLANES RECONOCE AL CATIRE ISTURIZ EN EL PASEO DE LA FAMA Por Alfonso L. Tusa C.




Antonio José El Catire Istúriz y su merecido reconocimiento 
en el Paseo de la Fama de los Navegantes del Magallanes. 
 Aunque algún autorizado historiador afirme que los Navegantes del Magallanes que reaparecieron en la temporada 1964-1965 de la Liga Venezolana de Beisbol Profesional no es el mismo equipo que desapareció al finalizar la justa 1955-1956, por cuanto la franquicia  pasó a manos de la liga y de allí fue vendida a los publicistas Johnny Cruz y Joe Novas (llamaron Oriente al equipo), quienes renunciaron a la misma en 1962 y pasó a manos de Rafael Tovar quien tampoco tuvo buenos resultados, entonces apareció el Catire Istúriz y cambió el nombre a Orientales en la temporada 1963-64. Hay razones válidas que explican con propiedad que hay una conexión auténtica y genuina entre el Magallanes de la temporada 1955-56 y el de la 1964-65. La principal reside en la diligencia, paciencia y obstinación del Catire Istúriz para perseguir a Don Carlos Lavaud,  quien se había llevado el magnético nombre en sus alforjas cuando decidió renunciar a la franquicia y devolverla a LVBP. El solo hecho de recibir el testigo del nombre Navegantes del Magallanes de manos del dueño original de la divisa, otorga a Istúriz un lugar muy significativo en la historia del equipo porque  reivindica y confirma el hecho de que se trata si no del mismo equipo, si de la misma esencia, de la misma gallardía, de la misma entrega por dejar sobre el terreno los mejores esfuerzos por alcanzar la victoria. Además en el equipo de 1964 estaba Luis Camaleón García, el mismo antesalista del Magallanes de la década de 1950. También fungía como coach en ese equipo Jesus Chucho Ramos.
   Se asocia mucho a ese Magallanes con un equipo de segunda mitad en la tabla de posiciones, de fallas recurrentes de estructura. Sin embargo existen variadas pruebas del tesón, empeño y determinación de Istúriz por convertir a los Navegantes en equipo ganador. Quizás las dos razones más contundentes sean las clasificaciones logradas por el Magallanes en las temporadas 1965-1966 y l968-69. En la primera de ellas los Navegantes enfrentaron a los Tiburones de La Guaira en el playoff semifinal y ganaron los 2 primeros desafíos pero luego perdieron los 3 siguientes. Istúriz mediante su gerente general Carlos Tovar Bracho, trajo esa temporada a Tommie Agee y Tommy Helms, quienes apuntalaron al equipo en la temporada regular. Luego en un hecho sin precedentes que tampoco ha ocurrido en la posteridad de LVBP, Agee y Helms fueron novatos del año en la Liga Americana y Nacional respectivamente en 1966. Por otro lado Istúriz puso todo su empeño junto a Tovar Bracho para lograr llegar a un acuerdo con el prometedor lanzador Isaías Látigo Chavez, luego de una prolongada disputa contractual que provocó que otro joven lanzador, Graciliano Parra, lanzar sin hits ni carreras en los primeros nueve episodios del juego inaugural, para luego vencer 1-0 a La Guaira. Parra también fue otra adquisición de Istúriz quien lo firmó procedente de la liga occidental en 1963. Para la semifinal ante La Guaira, Istúriz apoyó a su gerente deportivo para reforzarse con los pitchers José Palillo Santiago, Rubén Gómez y Bruce Howard, procedentes dela liga puertorriqueña, Santiago estuvo a punto de llevar a los Navegantes a la serie final.
   Para la zafra 1968-69 el gerente general era Rodolfo J. Mauriello quien había sucedido a Tovar Bracho desde la temporada 1966-67. En esa ocasión los Navegantes se hicieron de los servicios de Clarence Gaston, quien venía de una temporada gris con Cardenales de Lara, Pat Kelly quien fue recomendado por Cesar Tovar luego de ser dejado a un lado por los Leones del Caracas. Joe Rudi, prospecto de los Atléticos de Oakland. Bruce Look cátcher quien había jugado en el equipo grande de los Mellizos de Minnesota a finales de la temporada 1968. Entre los lanzadores se encontraban los conocidos Bo Belinsky y Ron Tompkins, además de René Paredes, Don Upham y Don Yingling en compensación por el lesionado Isaías Chávez. Luego, en respuesta a un pobre inicio de 6-14, la gerencia trajo a Bill Butler, Salvatore Campisi y el receptor Walter Hriniak. Además en mayo de ese año también se realizó una transacción con los Industriales del Valencia donde se obtuvo a Gustavo Gil y Dámaso Blanco a cambio de Everest Contramaestre, Gustavo Spósito, Alonso Olivares y Roberto Romero. Luego, durante la temporada enviaron a Oswaldo Blanco y Juan Quintana a los Llaneros de Acarigua por el estelar pitcher Roberto Muñoz quien se erigió en pilar fundamental de la escalada magallanera en la tabla de posiciones.
   Istúriz también estuvo relacionado con la firma de Isaías Látigo Chávez el 26 de noviembre de 1963 para jugar beisbol profesional con Orientales, así como en el cambio que llevó a Juan Quintana y Armando Ortíz al Magallanes y envió a Aurelio Monteagudo a los Tiburones de La Guaira.  
   Todos esos movimientos, todos esos peloteros, trajeron momentos de grandes satisfacciones inmediatas y a corto plazo para los Navegantes.

Alfonso L. Tusa C. 22-11-2018. ©


miércoles, 21 de noviembre de 2018

ARGENTINA VUELVE A SOÑAR CON SU SELECCIÓN



Tras la emoción de Lionel Scaloni, Mauro Icardi tiró unos bombazos

El DT se emocionó hasta las lágrimas al hacer el balance de su interinato, mientras que el goleador del Inter dio a entender que ahora hay más “compañerismo” en la Selección.

Fue el cierre ideal para este ciclo de seis partidos con Lionel Scaloni al frente de la Selección. Así lo consideró el aún técnico interino minutos después del final del partido. “Tenemos que estar felices porque dos jugadores tan importantes como Icardi y Dybala se desbloquearon. Les van a dar muchas alegrías a los hinchas”, pronosticó el DT.
Después de semejante elogio, Icardi se despachó con palabras que traerán repercusión: “Cuando vine antes a la Selección no sentía esto que siento hoy. No había tanto compañerismo ni tanta amistad. Ahora somos todos jóvenes, arrancamos de abajo y queremos dar el máximo”. ¿Cómo caerá lo que dijo el N°9?
En su octavo partido con la camiseta albiceleste, el capitán del Inter marcó su primer gol. “Dimos todo de nosotros para poder crecer. Estamos muy contentos con todo el cuerpo técnico. El gol era algo que me faltaba. Hoy se dio”, indicó Icardi, que tardó un minuto en romper la racha con una gran jugada personal.
Antes de que estos bombazos, Scaloni había repartido flores: “Los jugadores se tiran de cabeza a cada pelota. Así, es difícil que nos ganen. Los que están acá son felices por ser parte”.
“Estoy muy emocionado por la oportunidad que tuve. Fue algo muy bueno, no lo esperaba. No puedo decir más nada. No puedo seguir hablando”, dijo Scaloni lagrimeando. Y al preguntársele por la continuidad, devolvió: “Eso no importa ahora”.
Dybala fue el más mimado del público. Su definición de zurda cuando el partido moría, luego de una asistencia de Gio Simeone, marcó el final de su sequía con la selección en 18 partidos: “Me saqué esa mufa, ojalá se abra el arco y se vengan más”.
Paulo y Mauro destacaron el trabajo de Scaloni, que sumó crédito para seguir. “Estoy muy contento, más allá del gol, por todo lo que hicimos en estos seis partidos”, opinó Icardi. Más directo fue Dybala: “Nos sentimos cómodos, pero no depende de nosotros ni de él. Los resultados se nos dieron y también lo que proponíamos”.
Scaloni seguirá. Con Icardi y Dybala como estandartes.
Mendoza. Corresponsal.

jueves, 15 de noviembre de 2018

COMIENZA UNA NUEVA ERA Por Ignacio Serrano

Ronald Acuña, Gleyber Torres y el comienzo de una era


EL EMERGENTE
Por Ignacio Serrano

¿Quién llegará más lejos? ¿Ronald Acuña o Gleyber Torres? ¿Cuál de esas promesas, trocadas en refrescante realidad, dejará una hoja de servicio más lustrosa al momento del adiós?
Llegaron a las Mayores con el aura de los predestinados, a una edad en la que casi todos sus colegas están en las Menores, repartiendo batazos, causando asombro.
El lunes tuvimos el más sonoro aviso de lo que hemos empezado a presenciar. Por primera vez en la historia aparecieron dos venezolanos entre los tres peloteros más votados en la elección del Novato del Año en cada ligas. 
Era un sueño que ambos ganaran. Era posible hasta el Juego de Estrellas, cuando una lesión en la cadera, que terminó siendo recurrente, envió al camarero de los Yanquis a la lista de incapacitados. Hasta entonces, tenía mejor cosecha que su compañero Miguel Andújar, y el japonés Shohei Ohtani no estaba en competencia, debatiéndose entre la Cirugía Tommy John y la posibilidad de no lanzar más hasta 2020.
No importa que el caraqueño se quedara sin trofeo. Su recorrido fue memorable y forma parte de una brillante nueva camada. Los seis reclutas que entraron al cuadro de honor son el mascaron de proa de una la era, lo que aplica para toda la MLB y en particular para la expedición nacional.
Hace meses advertíamos sobre este relevo generacional. Así como Miguel Cabrera representó una alborada para la pelota criolla, y antes David Concepción, y más atrás el primero de todos, Luis Aparicio, así está naciendo una época en Venezuela. Somos afortunados de poder verla.
¿Y quién llegará más lejos?
Son jugadores diferentes, aunque con coincidencias. Tienen poder. Los dos trituraron el récord de jonrones para novatos del patio. Torres superó la marca de empujadas que dejó Manny Trillo en su momento, a Acuña le faltaron chances. Pero éste puso un OPS de .917, el más elevado entre los novicios de la embajada local con 400 apariciones en el plato, mientras que las dolencias en la cadera y las piernas hicieron que aquél terminara con .820, todavía bueno, pero no rutilante.
Porque uno es guardabosques y el otro infielder, seguirán, en principio, caminos diferentes. Y habrá exigencias distintas para cada uno.
A Acuña se le pedirá más con el madero, salvo que algún día vaya al jardín central, donde el esfuerzo de correr constantemente pasa una factura que se paga en producción con el bate. Torres ya la está cancelando, porque son los jugadores que rodean la segunda base, junto con el receptor, los que más sacrifican ofensiva por la posición que juegan.
Tiene el de La Sabana con qué responder a las exigencias que vendrán. Si con 20 años de edad robó 16 bases y sacó 26 pelotas en 111 juegos (a un ritmo de 22 estafas y 35 vuelacercas, en caso de haber disputado 150 choques), ¿qué hará cuando haya festejado su vigésimo quinto cumpleaños? Por eso los Bravos querían firmarlo a largo plazo. Saben muy bien lo que tienen entre manos.
El capitalino también es rápido y juega en el escenario perfecto: en un estadio glamoroso y de bandas cortas, ante la mayor afición del beisbol. Ha sido tan metódico y disciplinado a sus 21, que también asusta imaginar su potencial.
Torres empezó con ventaja, con el Juego de Estrellas. Ahora Acuña se le adelanta, como Novato del Año. Disfrutemos lo que está por suceder.

Columna publicada en El Nacional, en su edición del miércoles 14 de noviembre de 2018.

UN URUGUAYO DIRIGIRÁ EL RIVER - BOCA EL DOMINGO ANDRÉS Por Daniel Avellaneda


ANDRÉS CUNHA DIRIGIRÁ EL CLÁSICO


Es el partido más importante de la historia de los Superclásicos, el que definirá al campeón de la Copa Libertadores, nada menos. Y dirigir este River-Boca será un fierro caliente. La Conmebol se decidió. Finalmente, y después de evaluar fuertemente la designación del un árbitro brasileño, terminó inclinándose por Andrés Cunha.
El uruguayo de 42 años le terminó ganando la pulseada a Wilton Sampaio, el brasileño que corría con el caballo del comisario. Y mucho tuvo que ver la designación con el buen desempeño que mostró en Gremio-River. Entonces, Cunha cobró un penal a través del VAR (Video de Asistencia al Referí) y dejó atrás el rechazo que había provocado hace un año, cuando estuvo al frente del VAR en Lanús-River, una semi que derivó en el escandaloso arbitraje del colombiano Wilmar Roldán.
Además, Cunha había dirigido a River en la fase de grupos (con Flamengo, 0 a 0, también en el Monumental) y dos veces a Boca, una en la zona clasificatoria (con Palmeiras, 1 a 1, en San Pablo) y otra en los cuartos de final (con Cruzeiro, 1 a 1, en Belo Horizonte).
El referí charrúa estará secundado por sus compatriotas Nicolás Tarán y Mauricio Espinosa. El cuarto árbitro será el peruano Víctor Hugo Carrillo. En el VAR estará Leodán González, quien acompañó a Cunha en la semifinal disputada en Porto Alegre y fue clave en la resolución del partido. Sus asistentes serán Esteban Ostojich y Martín Vázquez, también uruguayos. El paraguayo Carlos Torres será el asesor internacional.
Hay una historia detrás de esta designación. En la reunión que los dirigentes de River, Boca, Gremio y Palmeiras tuvieron en la Conmebol antes de las semis quedó todo pautado. Entre la firma del compromiso del Fair Play y la ronda de café quedó claro que los jueces serían brasileños si la final era argentina y viceversa si la definición del torneo tenía como protagonistas a gaúchos y paulistas.
Wilson Seneme, titular de la Comisión de Arbitros de la Conmebol, se frotó las manos cuándo quedó resuelto que la máxima competencia continental sería Boca-River. Y había pensando en Anderson Daronco para la ida y en Wilton Pereira Sampaio para la vuelta. El ex referí de 48 años, primo de Cristiano Ronaldo, quería a sus compatriotas en la Superfinal.
Pero la derrota de los brasileños, sumado a la conflictividad que generó el reclamo de Gremio, lo obligó a tomar una decisión políticamente correcta. River y Boca no querían árbitros de Brasil. Y cómo Cunha y Roldán habían sido los jueces de las semis, eligió a Roberto Tobar. La apuesta del chileno de 36 años salió redonda. Su tarea fue impecable. Aunque tuvo a favor la coyuntura. Diez futbolistas jugaron condicionados por la tarjeta amarilla: Cristian Pavón, Nahitan Nandez, Pablo Pérez, Lucas Olaza, Jonatan Maidana, Javier Pinola, Enzo Pérez, Pity Martínez, Lucas Pratto y Rafael Santos Borré. Sólo el colombiano fue amonestado y se perderá el encuentro del 24 de noviembre en el Monumental.

miércoles, 14 de noviembre de 2018

Recaída de Costa


El hispano-brasileño, en su temporada más aciaga, vuelve a ser baja y es duda para el duelo ante el Barcelona. Lemar, recuperado.

Simeone se le acumulan los problemas a diez días de la visita del Barcelona (sábado 24) al Metropolitano. Los cuatro defensas centrales, ahora mismo, están en dique seco, lesionados, y sólo parece que Savic podría estar recuperado para recibir a los azulgrana. Godín, Giménez y Lucas Hernández lo tienen imposible y ayer, por aquello de que al perro flaco todo son pulgas, se confirmó la recaída de Diego Costa, que sufre «un traumatismo en el pie». El golpe, que recibió en la primera parte ante el Athletic y que le obligó a retirarse –al margen de que su rendimiento era nulo–, no es grave y los doctores esperan que pueda llegar para recibir al equipo de Valverde.
El problema es comprobar en las condiciones que llega. Diego Costa, por una u otras causas, no ha tenido continuidad en el equipo, ha estado muchos partidos fuera y, además, lleva sin marcar en Liga desde el pasado mes de febrero. Dos goles al Real Madrid en la Supercopa y otro al Mónaco en la Champions es su bagaje en este mal comienzo de curso, que además le ha impedido acudir a la selección. Luis Enrique le convocó en la primera cita, pero su cercana paternidad le hizo renunciar aunque siguió entrenándose con sus compañeros en Majadahonda mientras los internacionales trabajaban en Las Rozas.
Simeone, que se empeñó en recuperar a Diego Costa del Chelsea, no ha podido contar con la mejor versión del futbolista. El delantero aguerrido, que se desmarca, que atemoriza a los defensores rivales y que facilita el trabajo y las llegadas de Griezmann no ha aparecido. Y el equipo lo nota porque el francés tampoco ha encontrado su mejor línea de juego, está siendo muy irregular, y los goles no llegan. La estadística confirma que la pareja Diego-Antoine es paupérrima ante el gol y es una de las peores del continente europeo en la actualidad.
Al Atlético le han sostenido la defensa y el portero. Lo malo es que los cuatro centrales están lesionados. Godín, descartado para el Barça y con escasas opciones Giménez y Lucas. Savic es el que más cerca estar de recibir el alta. Así que Simeone tendría que utilizar a Montero, Saúl o Thomas como acompañante del montenegrino.
Lemar volvió a entrenarse con normalidad y está a disposición del técnico, lo que no ocurre con Koke, imprescindible para el técnico. El canterano puede llegar al duelo con el Barcelona, equipo al que Simeone no logra derrotar en los últimos años.
El que estará es Oblak, pieza fundamental, y que piensa dejar el Atlético en el mes de enero, cuando se abra el mercado, según anunció el diario «Marca» en su web. El meta esloveno, uno de los mejores del mundo, no ha conseguido todavía un aumento en su contrato, que finaliza en junio de 2021, con una cláusula de rescisión de 100 millones. El jugador se siente ninguneado, y la sombra del PSG es alargada. El club debe mover ficha.