El canterano, MVP de la final, y Modric, autor del primer gol, claros protagonistas en el Mundial de clubes
Tiene Casemiro por delante un reto que nunca imaginó en estos últimos cuatro años. Un Supermán vestido de blanco le ha quitado su silla en seis semanas. Meteórico crecimiento de Marcos Llorente en el mes y medio que ha estado de baja el brasileño. Anoche, ante el Al Ain, no hubo duelo individual que no dejara como ganador al canterano, desatado en las coberturas y en cada contragolpe local, que moría en sus piernas y abdominales de cemento armado. Su partidazo lo enmarcó con un gol, tan importante como bonito. El Madrid sentenciaba la final y lo hacía con un golpeo de empeine a bote pronto que peinó la hierba y dejó a Eisa, el mejor de los locales, con el molde y la corteza.
Si a principios de noviembre miraba con detenimiento todas las opciones que tenía sobre la mesa para marcharse en el mercado de invierno, ahora Llorente es un jugador imprescindible en el once de Solari. Así es el fútbol, montaña rusa como casi ningún otro deporte: «Tanto la vida como el fútbol puede cambiar de la noche a la mañana. Por eso siempre hay que estar trabajando, sin bajar los brazos y cuando te llegue una oportunidad como esta aprovecharla», comentó el pivote blanco, nombrado MVP de la final, algo que solo habían logrado previamente dos españoles: Raúl (1998) y Ramos en 2014).
Bonito final de 2018 para Llorente, un año al que aún le queda una semana de vida, pero seguramente no querrá Modric que termine nunca. Si mira hacia atrás, no encontrará Luka un año más lustroso en su vida profesional como este 2018 que cuenta los días para bajar el telón. En el estadio Sheik Zayed de Abu Dabi, lo coronó dando al Real Madrid su tercer Mundial de Clubes consecutivo, cuarto en cinco años. El Barcelona, con tres, ya se ha quedado un paso atrás.
Entre líneas
Firmó el mediocentro croata uno de sus mejores partidos de la temporada, seguramente en homenaje a estos 365 días inolvidables. Cierto es que desde septiembre su nivel, tanto en el Madrid como en su selección, no ha alcanzado la excelencia del fútbol mostrado en primavera y verano, pero también es verdad que lleva varias semanas más reconocible. Anoche, ante el Al Ain, su gol se llevó los mayores aplausos, pero su juego fue el que llevó al título al Madrid.
Buena sociedad con Lucas y Carvajal, creando peligro por el flanco derecho de los blancos, estuvo inteligente Modric metiéndose entre los dos pivotes del equipo emiratí, desubicados en un esquema inhabitual en el equipo de Mamic. Movía la pelota a uno, dos toques como máximo, y encontró en la profundidad de sus dos compañeros de banda derecha la autopista hacia el cielo de Abu Dabi, que fue a donde Sergio Ramos levantó su copa número veinte como futbolista del Madrid.
Mundial de Clubes, Champions y subcampeón del mundo a nivel colectivo, que no es poco, y en lo individual MVP del Mundial, mejor jugador de la UEFA, The Best y Balón de Oro. El salón de casa de Modric pide una reforma a gritos para almacenar tanto metal.
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