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domingo, 8 de enero de 2023

Con A de Arabia


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Cristiano Ronaldo, en el palco del partido entre el Al-Nassr y el At-Tai, en el Mrsool Park Stadium.


Cristiano Ronaldo, en el palco del partido entre el Al-Nassr
y el At-Tai, en el Mrsool Park Stadium.-AFP

Acabó 2022 con los ecos (o la resaca, según) de la Copa del Mundo en Qatar y ha empezado 2023 con el protagonismo de otro enclave de la zona: Arabia Saudí. El planeta es muy grande, pero, en deporte, mengua en beneficio de ciertas latitudes petrolíferas y arenosas. A lo largo de 2023, entre otros muchos eventos, y para abreviar resumiendo, la Fórmula 1 se iniciará en Bahréin. Y, volviendo a Doha, asistiremos, en el atletismo, al comienzo de la Liga de Diamante. Y a todo el Mundial de Judo.

Pero estábamos en Arabia, que, a golpe de esos millones volanderos que compran voluntades y anestesian conciencias, ha dividido y enemistado el golf creando el LIV, el circuito opuesto al PGA Tour. Y que, dícese, podría aspirar a organizar unos Juegos Olímpicos... de Invierno. Mientras, sin salir de este enero, un rallye que lleva el nombre de Dakar (Senegal) se está disputando en Arabia. Y también se marcará con la A de Arabia la Supercopa de... España.

A mayor abundamiento, un club de nombre Al-Nassr, que no es el más importante del país, honor que corresponde al Al-Hilal, campeón de Asia y representante continental en el cercano Mundial de Clubes, ha fichado a Cristiano Ronaldo. Que un equipo de la, ¡ejem!, Liga saudí pueda pagar 500 millones netos de euros en siete años a un futbolista que cumplirá 38 el próximo día 5 deja en pañales el "dirty play" financiero del PSG, el City y demás tramposos consentidos. Si alguien puede o se atreve, que nos explique este múltiple falseamiento nacional, personal, económico, geográfico y ético que altera, viciándolo, lo normal, lo legal y lo moral.

Cristiano se incorpora como publicista y embajador de la candidatura saudí a organizar el Mundial de 2030. Dado que la candidatura de la competencia es la promovida a trío por Portugal, España y Ucrania, el patriotismo de este hombre es sólo comparable a su facilidad para hacer amigos allí por donde pasa y, sobre todo, posa. Riad sí paga a los traidores.

Según sus propias palabras, Ronaldo es único (menos mal) y ha desestimado numerosas ofertas de frustrados pretendientes. Ha escogido ir de La Ceca a La Meca porque "me gusta la cultura árabe". A la espera de su sincera y desinteresada conversión al Islam, cualquier día vemos a Georgina alabando a Arabia como nación modélica en el reconocimiento de los derechos de la mujer.

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