La caída de Sudamérica
ante el dinero
del fútbol europeo
En 1989, ya bicampeona mundial, la selección argentina por fin pudo inaugurar su propio centro de entrenamiento: 48 hectáreas, nueve canchas, gimnasio, piscinas, hidromasaje, sauna, salas de recreación, comedor, veintidós habitaciones y sala de prensa para casi cien periodistas. En 2014, el predio recibió el nombre de Julio Humberto Grondona, en homenaje al polémico y ya fallecido presidente que tuvo la Asociación de Fútbol Argentino (AFA) durante 35 años. En 2018 fue remodelado para que Leo Messi y compañía tuvieran todo a disposición antes del Mundial. Ubicado a 30 kilómetros de Buenos Aires, el predio está en una hermosa zona verde a un paso del Aeropuerto de Ezeiza, ideal para que las estrellas, que llegan cada vez con menos tiempo procedentes de Europa, puedan bajarse del avión e ir a entrenarse. Ya ni eso alcanza.
Eliminada en octavos de final en Rusia, la AFA anuncia ahora que abrirá en Marbella, España, el centro AFA-Europa, con 66 mil metros cuadrados, canchas y gimnasio de última generación, con foco especial en selecciones juveniles y las visorías de los cerca de ochocientos jugadores cuyas edades oscilan entre los 12 y los 20 años que ya están en clubes europeos. ¿Cuál será el próximo paso para cuidar un talento que emigra cada vez más joven?
El fiasco argentino en Rusia fue acaso el símbolo de la caída de Sudamérica, campeona en nueve de veinte copas mundiales y subcampeona en otras cinco, pero ausente en las semifinales enteramente europeas de San Petersburgo y Moscú. Rusia 2018 marca el récord histórico de cuatro triunfos seguidos de Europa en Mundiales, tras las coronaciones de Italia en Alemania 2006, España en Sudáfrica 2010 y Alemania en Brasil 2014. Pero hay otro dato que alarma más. Excepto Brasil, que mereció mejor suerte ante Bélgica, y más allá de los marcadores ajustados, Perú, Argentina, Colombia y Uruguay fueron inferiores ante rivales europeos que lucieron claramente más rápidos, precisos y colectivos.
La diferencia era ya evidente a nivel de clubes y lógica porque el presupuesto del campeón de Europa multiplica, y por mucho, al de la Conmebol o la Concacaf. Nueve de los últimos diez campeones del Mundial de Clubes son europeos. Pero esas diferencias se disimulaban a nivel de selecciones, porque en los Mundiales los cracs sudamericanos que brillan en las copas europeas pasaban a vestir la camiseta nacional. Ya no es así. El fútbol competitivo y millonario de hoy es un asunto algo más complejo. Y Europa, además de seguir comprando talento foráneo, aprendió a formar mejores entrenadores y jugadores. Más aún, contra el rechazo masivo, su fútbol les abre las puertas a los descendientes de inmigrantes que son artistas con el balón.
¿O acaso es casual que en la semifinal en San Petersburgo Francia y Bélgica hayan exhibido planteles que agrupan a más de una veintena de descendientes de inmigrantes? Francia sola tiene quince jugadores que tienen alguna conexión con sus excolonias en África. Peor que Sudamérica, Africa ni siquiera clasificó una selección a segunda ronda de Rusia 2018, algo que no le sucedía desde el Mundial de España 1982. La desigualdad de África respecto de Europa es más grande que la de Sudamérica, cuyo fútbol resiste mejor porque tiene mucha más tradición. ¿Cuánto tiempo más podrá seguir haciéndolo? ¿Qué harán los próximos Messis si, como sucedió con Leo, parten a los 13 años a Europa, su selección pierde prestigio y tienen la oportunidad de jugar por España o cualquier otra que tenga chances más serias de ganar el Mundial? ¿Alcanzará el predio AFA-Europa de Marbella para seguir reteniendo a los Messis del futuro?
Inglaterra, protagonista de la segunda semifinal ante Croacia, el miércoles en Moscú, tiene la liga más millonaria del mundo. No es casual que casi el 60 por ciento de los jugadores titulares de los cuatro semifinalistas jueguen en la Liga Premier. Y que Inglaterra sea la única selección cuyos veintitrés jugadores, con menos posibilidades de ser tentados por el oro foráneo, juegan dentro de su propio país. Pero su federación entendió que, además de fichar a cracs extranjeros, los clubes también debían formar a sus propios jugadores. Así como Bélgica tiene el modelo del club Anderlecht, Inglaterra ofrece el de Tottenham. El fútbol inglés comenzó entonces a ganar mundiales juveniles. Y ahora es gran animador en el Mundial de mayores. El DT Gareth Southgate contrató a un psicólogo hasta para ayudar a los jugadores que deban ejecutar penales. Aprendieron de Alemania, la selección más celosa de todos los detalles, con más de veinte centros de formación de talentos. Alemania adoptó un fútbol de toque sudamericano, pero con físico y disciplina colectiva europea. Su eliminación en la primera ronda de Rusia 2018, injusta, aunque humillante, es la demostración de que el fútbol, como todo juego, sigue teniendo un componente inevitable de azar. Semifinales enteramente europeas se habían registrado ya en cuatro mundiales anteriores (1934, 1966, 1982 y 2006). Pero lo de Rusia sucede en un contexto más complejo. Porque el dinero del fútbol europeo supera hoy todos los récords. Y el fútbol, que compensaba desigualdades, comienza a parecerse cada vez más al mundo de ricos cada vez más ricos, y pobres cada vez más pobres.
La Conmebol debatió con exjugadores en pleno Mundial sobre la evolución del fútbol. El éxodo fue un tema, pero ese problema también lo sufren las selecciones de Francia, Bélgica y Croacia, que tienen a casi todos sus jugadores actuando en el exterior, aun cuando la distancia, el idioma y la cultura sean de menor impacto respecto de un sudamericano. La corrupción también formó parte del simposio de Moscú. La Conmebol fue la confederación más golpeada tras la investigación del FBIque sacudió también a la FIFA y la UEFA. La dirigencia sudamericana no es la única corrupta. Pero la corrupción agrava los problemas cuando el dinero es poco y encima es robado.
Tras Rusia 2018, Brasil aspira a mantener el nuevo proyecto iniciado con el DT Tité y Uruguay sabe que su selección ganó respeto y seriedad desde el arribo en 2006 de Óscar Tabárez. Colombia y Perú se despidieron satisfechas de su Mundial. Argentina, la más enojada con su derrota, anuncia nuevo centro de formación en Marbella, pero quiere despedir al DT Jorge Sampaoli, con el que había firmado contrato hasta 2022. Años atrás, Barcelona instalaba una filial de La Masía en Argentina. Ahora Argentina se muda a Marbella. Europa sigue comprándole cracs porque tienen talento. Pero, cuando esos cracs vuelven para una selección cada vez más desesperada en busca de triunfos, la Argentina no les exige talento sino que corran. Que corran por la patria. Y ellos corren. Pero lo hacen de modo cada vez más desordenado.
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