Está claro que nada es como era. Ni siquiera lo blanco es blanco ni lo negro negro, menos lo podrá ser el deporte, tal cómo lo conocimos, como era antes, como nos gustaba y disfrutábamos.
Ahora prima el espectáculo. Las masas quieren divertirse y no les importa que lo que le ofrezcan no sea su barrio contra el del vecino sino que sus colores prevalezcan sobre los demás, aunque en el fondo lo que luzcan sean cataries, chinos, rusos y o de la Polinesia.
El dinero manda.
Ahora, se sabe que la NBA quiere desembarcar en Europa con una liga de baloncesto mundial. Ya la FIFA ha parado la nueva Euroliga porque quiere un Mundial de Fútbol cada dos años. Los fondos de inversión necesitan rentabilizar las absurdas compras de equipos que han realizado en los últimos años.
Es evidente que esta presencia masiva de dinero asfixiará al deporte como tal, prevaleciendo el espectáculo, el circo.
¿Y qué quedará del lema de Coubertin, aquello de Citius, Altius, Fortius? Lo cambiaremos por dólares, dólares y dólares, y algún perro caliente.
Ya lo verán.
Enviado desde mi teléfono Huawe
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