A México le queda el optimismo
La mano de Diego Maradona se hizo famosa en México. El '10' marcó uno de los goles más debatidos en la cancha del estadio Azteca frente a Inglaterra. Esa misma mano sentenció el destino de los mexicanos en Rusia 2018: Alemania. La potencia germana representará el mayor reto para un tri que quiere darle un revolcón a su historia.
En México solo aguardaban tener un grupo sencillo, que no generara jaquecas ni ideas de que pudiera quedar fuera de la fase de grupos. Sus otros rivales serán Suecia, equipo que eliminó a la deplorable Holanda y a la inestable Italia del repechaje; y Corea del Sur. En el país lo tomaron con cierta amargura por medirse frente a los alemanes, a quienes no han vencido en partido oficial.
La última vez que el tri no pasó de la fase de grupos fue en 1978. Esa vez sucumbió ante Polonia, Túnez y la Alemania Federal. Por esto están acostumbrados a estar en los octavos de final. La mayor motivación para los dirigidos por Juan Carlos Osorioes tener la certeza de que hay una posibilidad, aunque sea mínima, de tumbar a uno de los favoritos.
Quizá lo que más preocupa a los mexicanos es el partido de octavos de final. Es esa ronda su mayor límite desde 1986. Ahí se podría encontrar con el Brasil de Tite, Serbia, Costa Rica o Suiza. El tri necesitaría dar su mejor participación en un Mundial si quiere evitar a Neymar y compañía para aspirar a los cuartos de final.
Pero sucede algo extraño con México en las copas del mundo. Es allí donde los jugadores hinchan el pecho y dan participaciones de calidad contra los rivales más duros. Hace cuatro años lograron sacudir a Holanda por más de 80 minutos. Las trágicas experiencias que han tenido les han servido para jugar con el dolor asegurado y pensar en algo distinto.
Osorio ha hecho del seleccionado mexicano un tablero de ajedrez donde mueve las piezas a su conveniencia. Y le resultó en las eliminatorias de Concacaf: terminó en el primer puesto con una sola derrota. Logró que su equipo sacudiera una suerte de maldición al ganar a Estados Unidos en Columbus, Ohio, el terreno más hostil para ellos.
La ficha fuerte del tri es Hirving Lozano. El menudo atacante de 22 años ha dado el estirón en el fútbol de Holanda con el PSV Eindhoven. Goleador, con una velocidad frenética y una gran capacidad para hacer diagonales y para desestabilizar defensas. Chucky, como le apodan, es el futbolista a quien Osorio le brindó sus primeros minutos con la camiseta verde. No ha fallado.
Será el momento para que Javier Chicharito Hernández llegue en un punto de madurez. El atacante del West Ham ya se ha asumido como el máximo artillero del combinado mexicano, con 49 tantos. Dependerá de la participación que tenga en la Premier League el ritmo que tenga. Otra carta fuerte, quizá la más confiable, es la de Oribe Peralta. El delantero del América, con 33 años, ha sido el atacante más constante en sus clubes. "La actual selección es mejor camada que la mía en 2006", reconoció el exseleccionador Ricardo La Volpe a este diario.
El punto más frágil para México será la defensa. Ya sin Rafael Márquez, deben solventar una fórmula para que Héctor Moreno, de la Roma, y Néstor Araujo se encarguen de la línea central. La incógnita será si aún mantiene a un tercer central o un centrocampista defensivo. Márquez tendrá que dar asesoría a sus chicos a la distancia, si es que Osorio aún desea confiar en él como uno de sus asesores.
El primer rival de México será el miedo. El pánico que les invade cuando van perdiendo o cuando les empatan en los últimos minutos. El tri debería aprender de Costa Rica. Hace cuatro años los ticos dieron su mejor participación al llegar a los cuartos de final y dejar en el camino a Italia, Uruguay e Inglaterra. Esa gallardía les valió para enterrar todo pronóstico.
El circo publicitario en México ayudará a su autoestima, pero la clave estará en las entrañas de ese grupo de futbolistas. Los sueños de trascender empezarán, también las pesadillas.
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