El 'viejo clásico' del fútbol español, el Athletic-Real Madrid, ese que llevaba 64 años sin celebrar una pelea directa por un título, viajó hasta la capital de Arabia Saudí para determinar el campeón de la Supercopa. La levantó por 12ª vez un Madrid camaleónico, capaz de transformarse de la locura del clásico a la tensión de la final. La levantó Marcelo, que heredó el brazalete de Ramos y alzó una copa en brazos por primera vez, igualando en el primer puesto de títulos a Gento (23). La levantó Benzema, ídolo en Riad y goleador, de nuevo, en el césped. La levantó Courtois, héroe del desenlace final. Y la levantó Ancelotti, más de siete años después de aquel Mundial de Clubes 2014, su última alegría, hasta ahora, en Chamartín.
Arrancó el Athletic dispuesto a amargar la fiesta del estadio Rey Fahd de Riad, más blanco que rojiblanco, planteando un partido completamente distinto al que propuso el Barcelona en la semifinal del miércoles. Los jugadores de Marcelino, en un impertérrito 4-4-2 digno de su admirado Arrigo Sacchi, impusieron un bloque sólido y sin fisuras que dejó sin espacios al Madrid y a su arma más potente: Vinicius Júnior. Del delirio del clásico, resquebrajado y eléctrico, se pasó a la seriedad del 'viejo clásico'. Un duelo intenso en el centro del campo, sin apenas ocasiones y que sólo los errores o la calidad podían desequilibrar.
RODRYGO, 'FACTOR X'
Decía Ancelotti en la previa de la final que su Madrid podía adaptarse a diferentes estilos de juego según el rival, y lo demostró. Compró la idea de partido de Marcelino, asumió la rocosidad del encuentro, dejó de correr y fue paciente. Los blancos buscaron el espacio en las bandas, en esos triángulos ofensivos que forman Mendy, Vinicius y Kroos en la izquierda y Lucas, Modric y Rodrygo en la derecha, ambos con el apoyo de Benzema y agradeciendo el regreso de Alaba al once titular. Si ante el Barça las ocasiones llegaron con las transiciones rápidas hacia Vinicius, ante el Athletic el brasileño no recibió con cinco metros libres para encarar hasta el minuto 27.
En su lugar, el Madrid insistió en el 'Factor X' de la noche: Rodrygo Goes. El otro brasileño de su ataque, pendientes los de Marcelino de Modric, Kroos, Vinicius y Benzema, agarró el protagonismo de la final y fue el mejor de los primeros 45 minutos. Los tímidos acercamientos madridistas del inicio llegaron por su banda, superando por velocidad a Balenciaga o siendo todo lo incisivo que se le pide a Asensio cuando juega en su lugar. De ahí nació el 0-1. Rodrygo recibió en tres cuartos de campo y su marcador decidió darle metros, un error. El brasileño se acercó al pico del área, se adentró y dejó un toque suave atrás para Modric, que de primeras puso el balón a la altura izquierda de Unai Simón. El croata, colosal, se llevó el MVP.
El gol no movió al Athletic de su casilla: presión medio-alta, contras hacia Iñaki Williams y el mediapunteo de Muniain y Sancet, que tuvo la ocasión más clara de los rojiblancos en el primer tiempo. Recogió un balón en el pico izquierdo del área, se giró con elegancia y disparó rozando el larguero de Courtois. Fue uno de los pocos momentos de peligro para el belga.
Tras el intermedio Marcelino introdujo a Nico Williams para dar más electricidad a su banda derecha, pero todo cambió demasiado pronto para los vascos. En el 49, Benzema recibió en la frontal y disparó a puerta, impactando en el brazo de Yeray. Soto Grado señaló córner, pero antes del lanzamiento fue avisado por el VAR. Consultada la pantalla, el colegiado señaló penalti. Benzema colocó el balón a once metros de la red y lo envió al lado derecho de Unai Simón, que acertó pero no llegó.
RAÚL GARCÍA CONTRA COURTOIS
Con el 0-2 y casi todo perdido, el Athletic se tiró cuesta abajo hacia Courtois. Marcelino cambió su ataque, dio minutos a Raúl García y éste tuvo las mejores oportunidades del tramo final ante un Madrid demasiado relajado por la confianza del resultado y un cansancio acumulado que obligó a dar entrada a Valverde y Marcelo. Después de un par de cabezazos que acariciaron las redes madridistas, un remate de Raúl García alcanzó el brazo de Militao. De nuevo, la sala VOR avisó a Soto Grado, éste confirmó el penalti tras consultar la pantalla y expulsó a Militao. Quedaban varios minutos para el 90 mas todo el descuento, así que el 1-2 con uno hombre menos ponía al Madrid frente al precipicio.
Y allí, sobre el abismo y el desierto de Riad, construyó un muro Thibaut Courtois. Detuvo el lanzamiento de su excompañero García y colocó al Madrid en el trono de la Supercopa, la segunda disputada en Arabia, la segunda ganada aquí por el Madrid. Como en casa.
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