Era Jueves Santo y eso se tenía que notar en un país tan melindroso como el catalán: creyente en Dios y en brujas. Y pagó la penitencia de los errores cometidos a lo largo de estos años.
Caer eliminados en cuartos de la Europe Ligue y ante un público mayoritariamente alemán, no sé lo puede permitir un club como el Barcelona, que tenía que enmendar su temporada deportiva y económica a como diese lugar.
En el primer caso, en lo deportivo, han perdido la última oportunidad de título que le quedaba. En el segundo, no ganar la Europe Ligue supone un nuevo revés contra sus arcas económicas: en su presupuesto se contaba con un triunfo final.
Y, encima y para mayor cachondeo, el Nou Camp se vistió de blanco con la presencia de más de 20 mil aficionados alemanes. Lo nunca visto. ¿ Cómo un equipo local permite la venta de tantas miles de entradas al rival? Eso jamás había pasado.
Los culés ya no se controlan ni ellos mismos.
Y Xavi protestando porque el Madrid clasificó para las semifinales de la Champions jugando mal.
Claro, que el Barcelona jugó peor y perdió.
No hay que escupir para arriba.
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