A lo largo de la experiencia de un aficionado al juego de beisbol siempre existen muchos peloteros cuyos logros y anécdotas quedan solapadas bajo el cartapazo de páginas, artículos, revistas y barajitas de las grandes estrellas, los grandes ídolos ajuego. Sin embargo hay aficionados obstinados y persistentes, quienes tenemos visiones repentinas de muchos de esos jugadores que en determinado momento, quizás al comienzo de nuestro seguimiento del beisbol profesional, nos llamaron la atención. De esa manera en los últimos meses he tenido varias visiones recurrentes de cuatro peloteros aparentemente secundarios en la Liga Venezolana de Beisbol Profesional y en MLB, dos jardineros, un campocorto y un lanzador quienes tenían en principio todos los atributos para trascender al montón, tanto en la liga venezolana como en MLB, y quizás lo consiguieron, pero por momentos tan fugaces que pronto la amnesia desplegó sus fauces sobre las pocas temporadas que aparecieron sobre un diamante beisbolero.
El primero de esos peloteros que burbujea reclamando atención en mis remembranzas es un jardinero con el cual LVBP y las Águilas del Zulia tienen una deuda por saldar, Steve Hovley no aparece en los trabajos que recogen las estadísticas vitalicias de todos los peloteros que han participado en la liga y tampoco en las guías de medios de las Águilas. De nada le valió batear para .277 en la temporada de 1969, con 91 imparables en 329 turnos al bate con los Pilotos de Seattle como jardinero de reserva. Empujó 20 carreras y anotó 41 al tiempo que despachaba 14 dobles, 3 triples y 3 jonrones y estafaba 10 almohadillas. La temporada siguiente aún mejorando su promedio de bateo a .281 en 135 turnos donde conectó 38 imparables en los primeros 40 juegos para los Cerveceros de Milwaukee, fue cambiado a los Atléticos de Oakland, ¿Quizás por su cabello largo? ¿Quizás por su aislamiento del equipo, motivo por el cual lo apodaban Orbit? Hovley terminó teniendo un resto de temporada 1970 muy descolorida con los Atléticos y aunque fue líder de la Liga Americana en apariciones como bateador emergente con los Reales de Kansas City en la temporada de 1972 el resto de su carrera se fue recortó hasta 1973. Luego de retirarse del beisbol se convirtió en plomero y muy rara vez habla de beisbol. En la temporada de 1970-71 con las Águilas del Zulia, Hovley estuvo entre los mejores bateadores de LVBP entre los meses de noviembre y diciembre, no pude comprobar como terminó Hovley esa ronda eliminatoria, pero no me sorprendería que hubiese terminado entre los diez mejores bateadores de la liga.
Luego viene el turno de Richard Chiles, un jardinero quién vino a jugar con los Navegantes del Magallanes en diciembre de 1970, en una situación muy dolorosa; Chiles fue el sustituto de Herman Hill, aquel veloz jardinero izquierdo que trajeran los Navegantes y falleciera de manera trágica, ahogado en la playa de Guaicamacuto, Carabobo el 14 de diciembre. Felipe dudaba que el reemplazo llegase siquiera a un cuarto del nivel de juego de Herman Hill, un pelotero que en pocas semanas había hipnotizado a la afición con su elegante defensiva y una relampagueante manera de correr en los jardines y las bases, además de su contacto martillante a la hora de esgrimir el madero. Jesús Mario decía que hubiera sido mejor que le dieran la oportunidad a Armando Ortíz de jugar todos los días, la temporada estaba muy avanzada y Chiles tendría que ponerse a tono sobre la marcha. 20 imparables en 57 turnos al bate, para promedio de .351 en 16 juegos, con 8 carreras anotadas, 6 empujadas y 10 boletos, empezaron a cambiar la opinión de mis hermanos. Por algo Chiles había bateado .304 con 126 imparables en 414 turnos al bate en la liga AAA donde jugó en 1970. Seguían extrañando a Herman Hill, solo que resultaba inevitable dejar de reconocer el nivel de juego mostrado por Richard Chiles y su injerencia en la clasificación del Magallanes a los play offs. El momento que más recuerdo de Chiles en la liga venezolana ocurrió en el sexto juego de la final de esa temporada 1970-71. Magallanes – La Guaira. Aquel 2 de febrero, un cuadrangular de tres carreras del receptor Harold King había igualado la pizarra a cinco carreras en la apertura del octavo episodio. En medio de un duelo de pitcheo entre los relevistas Orlando Peña por La Guaira y Jorge Lauzerique por Magallanes. Luego de los dos primeros outs del décimotercer inning, Rich Chiles entró al cajón de bateó y metió un lineazo imparable al jardín central, luego el manager Patato Pascual, trajo a Armando Ortíz de emergente por Nelson Cañas, aún recuerdo los gritos del narrador describiendo el arco del batazo de Ortíz internándose en el rincón de los músicos del estadio Universitario y la carrera incandescente de Chiles desde primera base hasta el plato para decretar la ventaja que ponía a ganar al Magallanes 6-5, para empatar esa serie final a tres juegos por lado. Chiles impuso una marca para los Astros de Houston con 11 imparables como bateador emergente en la temporada de 1971. Mucho después se dice que fue entrenador de bateo en la pelota amateur del segunda base de los Medias Rojas de Boston, Dustin Pedroia. La siguiente cita ilustra la manera como se fajaba Chiles en un terreno de beisbol: “No quiero ver esa mierda, lánzame tus mejores pitcheos”, le gritó Chiles a Nolan Ryan cuanto este le lanzó una curva bostezante, de acuerdo al testimonio del compañero de equipo Craig Cacek.
El tercer íntegrante de este cuarteto es un campocorto de grandes atributos defensivos, desde que fue anunciado por Cardenales de Lara para la temporada 1970-71, Roger Metzger creó grandes expectativas en una liga donde destacaban David Concepción y Enzo Hernández. Como pocos peloteros importados que han jugado en LVBP, Metzger respondió a las expectativas y se convirtió en uno de los peloteros más destacados de los pájaros rojos junto a Bob Watson, Faustino Zabala, Jim Shellenback, Ken Forsch, Oscar Zamora, Iran Paz, Scipio Spinks y Tommie Reynolds entre otros, quienes accedieron al playoff semifinal y se fajaron a sangre y fuego para solo ceder en el quinto juego ante los Navegantes del Magallanes. Metzger fue líder de los campocortos de LVBP en cada uno de los departamentos defensivos: En 58 juegos realizó 101 outs, 216 asistencias, 14 errores, 52 dobleplays, 33 dobleplays iniciados, 331 lances totales, .957 de promedio defensivo. Además bateó para .286, con 67 imparables en 234 turnos al bate, 34 carreras anotadas, 19 empujadas, 6 dobles, 6 triples, 1 jonron, 18 boletos, 11 ponches y 5 bases robadas. Sin duda uno de los mejores torpederos defensivos que haya jugado en LVBP. En 1970, con el equipo AAA de los Cachorros de Chicago, Metzger actuó en 134 juegos, tomó 492 turnos al bate, 133 imparables, 59 carreras anotadas, 20 dobles, 7 triples, 1 jonrón, 32 carreras empujadas, 12 bases robadas, 48 boletos, 44 ponches, .270 de promedio de bateo. Fue cambiado a los Astros de Houston por Héctor Torres, y jugó con los siderales desde 1971 hasta 1978, cuando fue vendido a los Gigantes de San Francisco. Lider de los campocortos de la Liga Nacional en porcentaje de fildeo con.982 en 1973 y .986 en 1976. Lider de los campocortos de la Liga Nacional en outs con 275 en 1971. Líder de los campocortos de la Liga Nacional en dobleplays con 101 en 1972. Ganó el guante de oro para la posición de campocorto de la Liga Nacional en 1973. Fue líder en triples de la Liga Nacional con 11 en 1971 y 14 en 1973. En una entrevista de 1983, Metzger comentó que le hubiese gustado jugar en una Serie Mundial, pero que del resto se sentía muy a gusto con su carrera en las Grandes Ligas, a pesar de haberse retirado de manera prematura al volarse las puntas de los dedos índice, medio, anular y meñique de la mano derecha, en un accidente con una sierra de carpintería. Despues del accidente de 1979, solo pudo jugar 28 juegos en la temporada de 1980 con los Gigantes de San Francisco.
El cuarto pasajero de ese taxi transtemporal, es un pitcher quien vino por primera vez a LVBP en la temporada 1974-75, lo recuerdo muy bien porque fue el pitcher abridor del primer desafío Magallanes – Caracas que presencié desde la tribuna central del estadio Universitario, por supuesto, ese atardecer sabatino de principios de noviembre, el estadio estaba a reventar, la esencia de la adrenalina tenía igual concentración en el terreno como en las gradas, tal como me lo había adelantado tío Rubén cuando veníamos en su Mercedes Benz cajita de fósforo por el autopista Francisco Fajardo, y cuando entramos al estadio por el acceso de primera base. El vértigo de la dinámica del juego me hizo apreciar la entrega y la presencia del pitcher de piel sepia cuya gorra se ajustaba sobre un tumulto de cabellos enrollados. Cada vez que los bateadores caraquistas descifraban sus envíos, me preguntaba porqué el manager no sacaba del juego a ese pitcher, casi inmediatamente cuando dominaba al siguiente bateador intentaba recordar los numeritos que había visto en el periódico el día que anunciaron su contratación. Larry Demery pitcher derecho, viene de lanzar 48 innings en 6 juegos con el equipo AAA de los Piratas de Pittsburgh, allí tuvo marca de 4-2 con efectividad de 2.81. Eso le valió subir a la gran carpa con los Piratas, donde en 19 juegos lanzó 95.1 innings y dejó marca de 6-6 con efectividad de 4.25. Podía entender lo de la efectividad porque era su primera experiencia de Grandes Ligas, lo que no me gustaba era su relación de boletos-ponches. Esa noche Demery se encargaría de empezar a demostrarme que era un pitcher a tomar en cuenta, fue capaz de fajarse con la peligrosa lineación caraquista hasta derrotarlos 5-4. Esa temporada 1974-75 Demery terminó con marca de 6-2 con 2.14 de efectividad, 67.1 innings lanzados (5 juegos completos), y sorpresa: solo 17 boletos por 31 ponches. Luego de aquel juego en el Universitario, seguí al detalle cada una de sus aperturas, hasta el primer juego de la serie final ante los Tigres de Aragua. Demery regresaría con Magallanes para la temporada 1975-76 y aunque solo tuvo marca de 2-2, su efectividad de 1.70 en 63.2 innings lanzados, indica que se las ingenió para dejar varados a todos los bateadores que embasó por boleto, esa vez concedió 25. En 1977 debió retirarse prematuramente por problemas en el brazo de lanzar, cuando lei la noticia, fue inevitable recordar la gesta de Demery para mantener al Magallanes compitiendo en el primer juego de la final de la temporada 1974-75, salió en el séptimo inning, abajo en la pizarra 2-1. Entonces apareció el jonrón de Dave Parker en el noveno inning para ganar 3-2, y se pudo apreciar en toda su intensidad el trabajo monticular de Larry Demery.
Quizás ahora haya un poco más de paz en mis remembranzas, aunque sospecho que solo habrá justicia cuando Hovley aparezca en el registro general de peloteros que participaron en LVBP. Cuando Magallanes explique porque no repitió a Chiles luego de aquella solvente sustitución que hizo ante la desaparición de Herman Hill. Cuando Cardenales reconozca con más detalle y profundidad la clase de temporada que tuvo Metzger en 1970-71. Cuando Magallanes le de el espacio que se merece Demery como uno de los mejores lanzadores que ha venido a reforzar al equipo.
Alfonso L. Tusa C. © 11-09-2016.
Excelente reseña.....recuerdo muy bien a Larry Demery lanzaba durísimo.....en esos años no estaba tan arraigada la famosa pistola y las millas pero creo que Demery era un lanzador de 90 y largas millas....
ResponderEliminar