No fue hasta el pitcheo 42 de la noche que la pelota fue puesta en juego para que interviniera un jugador de cuadro. Se totalizaron cinco jonrones, 25 ponches, 14 bases por bolas, 13 lanzadores y apenas 15 hits.
La victoria de los Yanquis de Nueva York por 10-4 ante los Mellizos de Minnesota al abrir la Serie Divisional de la Liga Americana el viernes fue el reflejo de lo que es el béisbol de Grandes Ligas en 2019.
Fue un juego de 4 horas y 15 minutos entre dos equipos de poder ofensivo, dominado por los tres resultados básicos en el béisbol: jonrones, boletos y ponches, cuando la defensa es un factor superfluo frente al trabajo del pitcher y el receptor.
“Te entretiene. Resulta espantoso verlo, pero es innovador cuando tu equipo va ganando y puede anotar muchas carreras sin tener que batear cinco o seis hits”, dijo el gerente general de los Mellizos Thad Levine durante la práctica de bateo. “El bateador que es el siete, ocho y nueve de estas alineaciones podría hacerlo de tres, cuatro y cinco con otros equipos. Y no creo que eso pase inadvertido para estos dos equipos”.
En una temporada con 6.776 jonrones, 11% por encima del previo tope, los ponches fijaron un récord por 12da campaña seguida — excediendo los hits por segundo año seguido tras no verse en ningún momento desde la gestación de la era profesional en 1871.
“Tenemos a muchísimos bateadores de poder”, dijo el manager de los Mellizos Rocco Baldelli.
¿Se imaginan lo que harían Nolan Ryan y Randy Johnson estos días? No sería descabellado pensar que el “Expreso Ryan” y “The Big Unit” llegarían a los 500 ponches por temporada.
Los jonroneros de la Era de los Esteroides han sido reemplazados por los toleteros de la Era de las Estadísticas. Sus swings se han beneficiado por el análisis de expertos que escudriñan cada noche un caudal de información que supera toda la acumulada durante el primer siglo de las Grandes Ligas.
“¿Para qué hacer rodar la pelota la mayor parte de las veces?”, se preguntó Aaron Judge de los Yanquis recientemente.
“El 90% con un rodado es un out”, dijo.
Swing alto o bajo, pero hazle swing fuerte.
“Tengo tres strikes. ¿Por qué no aprovechar las tres oportunidades para sacarla del parque?”, reflexionó Judge.
Los bateadores trabajan las cuentas con disciplina
Minnesota necesitó de 193 lanzamientos para sacar 24 outs. Apenas 7 bateadores en la noche del viernes fueron out en el primero o segundo lanzamiento del turno, uno cada uno ante los abridores José Berríos de los Mellizos, quien sacó 12 outs, y James Paxton de los Yanquis, quien retiró a 14.
“Hicimos un buen trabajo en sacar temprano a Berríos y enfrentar al bullpen”, dijo Brett Gardner, quien conectó un jonrón contra Tyler Duffey en el sexto.
¿Divertido para los bateadores? Sí. No tanto para los pitchers, especialmente en estadios como el Yankee Stadium con corta distancia por el jardín derecho.
Cuando Minnesota colocó dos corredores en circulación en el octavo ante J.A. Happ y abajo por seis carreras, los Yanquis pusieron a calentar al cerrador Aroldis Chapman. Y pese a tener una amplia delantera en el noveno, el cubano Chapman entró para sacar los últimos tres outs.
“Nunca hay respiro”, comentó Jake Odorizzi, quien abrirá por los Mellizos en el tercer juego el lunes. “Un equipo puede fabricar carreras en cualquier momento con las características del estadio, por la forma en la que fuimos armados. Somos un equipo de ofensiva instantánea. Eso facilita tener juegos interesantes”.
Minnesota bateó más jonrones que los Yanquis el viernes, por 3-2, al igual que en la campaña regular (307-306). Pero todos fueron sin nadie en base.
Cuando Eddie Rosario fue sacado out con un elevado de foul en el pitcheo 362 de la noche, el estadio estaba semivacío.
¿Excitante? Sí.
¿Entretenido? Quizás sí, quizás no.
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