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domingo, 4 de diciembre de 2022

MUNDIAL 2022 QATAR Los pactos de Griezmann

 El francés nunca temió por su presencia en el Mundial, pese a la imposibilidad de jugar partidos completos hasta octubre por las cláusulas de su contrato.  Juega más atrás y es el cerebro del equipo

Deschamps charla con Griezmann.
Deschamps charla con Griezmann.FRANCK FIFEAFP

A la hora del último entrenamiento de Francia, en la víspera del duelo de octavos de final ante Polonia, atronaban las llamadas a la oración desde algunas mezquitas próximas. Ya no les llama la atención. Son más de dos semanas (llegaron a Doha el 16 de noviembre) intercalando esos cánticos religiosos con sus gritos y risas, sobre la hierba aterciopelada y tupida del estadio del Al Sadd. El enclave donde Didier Deschamps trata de convencer a los actuales campeones de que conservar la corona es posible. De vez en cuando, el seleccionador se acercaba a Antoine Griezmann para comentarle algo. Ni siquiera les hacía falta hablar, ambos se entienden con una simple mirada. Lo llevan haciendo desde aquella primera convocatoria en marzo de 2014, camino del Mundial de Brasil. «Le debo todo en la selección. Doy todo por la camiseta, por Francia, pero también por él. Quiero que esté orgulloso de su 7», repetía con orgullo Antoine el viernes pasado. Su monumental relato con Les Bleus -113 partidos y 42 goles- no se entiende sin esa complicidad de Didier.

Durante los meses de agosto y septiembre, Griezmann se encontraba encerrado en una extraña jaula. El acuerdo de cesión firmado en el verano de 2021 entre el Barcelona y el Atlético incluía una cláusula indigesta: si el francés jugaba 45 minutos en el 50 por ciento de los partidos en los que estuviera disponible, los rojiblancos tendrían que pagar 40 millones para ejecutar la compra del jugador. Así que, como el bolsillo en el Metropolitano no estaba para ningún dispendio, mucho menos de ese calibre, en el club optaron por una extravagante medida de presión: Antoine nunca saldría antes del minuto 60 (por aquello del tiempo añadido). El asunto venía hablado desde la pretemporada. Tanto Diego Pablo Simeone, el técnico colchonero, como Griezmann entendieron la postura de la entidad. El Cholo le transmitió (si es que hacía falta) que lo importante era la calidad de los minutos. Y el francés, que mantiene una relación especial con el preparador argentino, tiró para adelante.

Aquellas escenas estrambóticas, con Antoine siempre esperando en la banda en torno al minuto 60, nunca fueron una amenaza para acudir al Mundial. Deschamps comprendió la situación y tranquilizó al futbolista, dándole a entender que, si físicamente estaba en plenitud (como así era), su presencia en Qatar estaba garantizada. Griezmann estaba muy tranquilo porque era consciente de que tanto en el Atlético como en la selección francesa todo iría bien. La firma de su nuevo contrato, el pasado 10 de octubre, comprometiéndose con el club rojiblanco hasta 2026, cerró cualquier intriga y le permitió centrarse en lo deportivo. Aunque Antoine siempre trató de transmitir calma, la cabeza, inconscientemente, a veces viaja en otra dirección. Él se mantuvo a flote. En los tres meses de competición, pese a la temblorosa marcha de su equipo, sumó seis goles y cinco asistencias en 14 partidos (1.264 minutos).

LA RELACIÓN CON DEMBÉLÉ

Griezmann es feliz en Qatar y esa es la mejor noticia para su selección. Sonríe a sus 31 años, en el tercer Mundial de su carrera, sin la obligación del gol que sí tuvo hace cuatro años, en Rusia 2018 (cuatro tantos y cuatro asistencias). «Creo que el equipo me necesita más en labores de creación. No me tengo que romper el cerebro descifrando cómo voy a marcar», reconocía hace dos días, en el atril del pabellón multiusos anexo al estadio del Al Sadd. Desde un lugar más retrasado, con MbappéDembélé (su mejor amigo en el vestuario) y Giroud por delante, despliega su radar para mover los engranajes ofensivos de Francia. Una suerte de mediocentro organizador desde donde se articulan los latidos de su equipo. No es un papel nuevo para él, pues Simeone le ha usado ahí en más de una ocasión y el Atlético, como le sucede a Francia, ha ganado en clarividencia.

Griezmann charla con Mbappé, durante un entrenamiento.
Griezmann charla con Mbappé 

Obviamente, nada tendría sentido si su estado físico, resultado de su milimétrica preparación, no estuviera a la altura. David Rodríguez, su chef personal, ha venido vigilando cada detalle de su nutrición desde su primera etapa como rojiblanco. Y Clément Gautreau, fisioterapeuta de la selección francesa en la Euro'16 y persona de extrema confianza, ha sido otro complemento para que sus piernas hayan llegado así de afiladas.

La felicidad está por encima de todo en la manera que Griezmann tiene de entender la vida. El gol ya no es algo que le atormente, pese al año que lleva sin marcar con la selección. Aunque eso no quita que se lleve algún mosqueo cuando falla una ocasión. O, como sucedió ante Túnez, cuando se lo anulan. «Creo que fui uno de los primeros jugadores a los que el VAR le anuló un gol», lamentaba tras caer (1-0), ya con el pase a octavos en el bolsillo. Francia puso una reclamación por la anulación del tanto, pero lo mismo dio. Sólo Giroud Henry (51) superan sus 42 dianas.


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