El presidente del Comité Olímpico
Internacional (COI), Thomas Bach, ha anunciado este sábado 3 de febrero 2018,
la participación de Corea del Norte en los Juegos Olímpicos de Invierno en la
ciudad surcoreana de Pyeongchang bajo la bandera de Corea unificada junto a los
deportistas de Corea del Sur. Los norcoreanos, un total de 22 deportistas,
participarán en tres deportes y cinco disciplinas en esta simbólica cita
deportiva tras el acercamiento entre Pyongyang y Seúl de las últimas semanas.
Los 22 deportistas competirán en patinaje artístico, patinaje de
velocidad en pista corta, esquí de fondo, esquí alpino, y hockey sobre hielo.
En este último deporte competirá un equipo femenino compuesto por atletas de
los dos países, como habían acordado recientemente las dos naciones. Será la
primera vez en unos Juegos Olímpicos que haya un equipo unificado de ambas
Coreas. "Hoy es un gran día, en el que el espíritu olímpico ha unido a
todas las partes", afirmó el presidente del COI.
Más allá, de los discursos de buenas intenciones sobre el
espíritu olímpico para la unión de los pueblos a través del deporte, afloraron
las complejidades políticas que han marcado a la península de Corea desde el
fin de la Segunda Guerra Mundial en 1945 y la derrota de Japón. EEUU
y la URSS ocuparon el territorio, dividiendo el país en dos zonas de
ocupación, tomando como referencia el paralelo 38º. Al norte del paralelo se
estacionarían las tropas de ocupación soviéticas y al sur los norteamericanos.
En el acto, de izamiento de las banderas en la Villa costera
de Gangneung, como era de esperarse los norcoreanos colgaron la de su país.
Hecho este que, a diferencia del resto de estandartes que fueron izados por
militares surcoreanos, en este caso se tuvo que recurrir a voluntarios civiles
dado que los militares surcoreanos no pueden rendir ningún tipo de tributo o
acto de respeto a dicho símbolo.
Pese a las buenas palabras, la fusión entre las dos partes del
equipo es complicada. En la Villa, ambas delegaciones no residen juntas
—debido al deseo de Pyongyang de no aflojar el férreo control que mantiene
sobre sus representantes; las norcoreanas se alojan con el resto de la
delegación de su país, en un edificio separado.
La “Olímpica”, por no decir forzada, integración de los deportistas
de ambos países, ha generado una considerable polémica en Corea del Sur, donde
miles de personas firmaron una petición pública para que la administración que
dirige el presidente Moon Jae In se retractara en su decisión, al considerar
que la precipitada inclusión de las patinadoras norcoreanas perjudicaba a las
locales, que no han ocultado su oposición a la medida.
El malestar de los surcoreanos, alcanzó su máxima expresión,
cuando en el estadio Seonhak de Incheon, al suroeste de Seúl, se celebró un encuentro
amistoso de Hockey sobre Hielo entre la selección de las dos Coreas y el equipo
de Suecia. Durante el desarrollo del partido miles de personas protestaron
ruidosamente contra el “Equipo Conjunto” rompiendo y quemando banderas
norcoreanas e imágenes de Kim Jong-un, líder supremo del norte.
“No son los juegos de Pyeongchang —la localidad surcoreana de la
competición—, sino los juegos de Pyongyang”, la capital norcoreana, se
lamentaban los presentes en el estadio, mientras agitaban banderas del sur y
otra de Estados Unidos. “No podemos hacer sonar nuestro himno, no nos dejan
hacer ondear nuestra bandera, pretenden las autoridades olímpicas que la
sustituyamos con globos y banderas blancas. No debería ser así. Son nuestras
Olimpiadas”.
Destacaban entre los manifestantes, los veteranos de guerra, que
decoraban sus gorras con la bandera del sur, y no dejaban de calificar de
“asesino” al líder supremo norcoreano, Kim Jong-un. “Por supuesto que estamos a
favor de la unidad, es el deseo de todos. Pero no a favor de que Kim decida un
buen día que su país participa y que se le permita. Lo hace con un objetivo
político. Quiere conseguir beneficios, ganar tiempo para seguir con su programa
nuclear”.
Este rechazo a la forzada integración olímpica, según los medios
de comunicación, contó con el apoyo de más del 70% de los surcoreanos y afectó
en más de seis puntos porcentuales los índices de aceptación del Presidente
Moon Jean-in.
¿Corea Unida? Es una pregunta que salta a la luz pública. El
simple hecho de integrar un equipo deportivo o desfilar unificadamente no
significa la superación de problemas socio-políticos que marcan la historia de
un pueblo. Congraciarse con un criminal dictador como lo es Kim Jon-un,
amparado en el falso principio de la “neutralidad del deporte”, como lo hace el
Comité Olímpico Internacional, es hacer el papel de servil de la más abyecta
monarquía dictatorial del mundo. Los pueblos tienen su historia de luchas y
sacrificios, y pretender pasarla por alto es desconocer su derecho a la
autodeterminación y a la Libertad. Las dictaduras deben enfrentarse
en todos los terrenos y el deporte es un campo para ello. Así lo demuestra hoy
el pueblo surcoreano, como ayer lo hicieron las naciones africanas contra el
Apartheid.
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