EL LÁTIGO CON MOLESTIAS EN EL CODO DERECHO |
La última temporada de los Navegantes del Magallanes como anfitriones en Caracas.
por Alfonso L. Tusa C.
Desde mediados de 1968 la directiva del equipo había mostrado que pretendía acabar con los fracasos de las dos campañas anteriores. El 30 de mayo adquirieron a Gustavo Gil y Dámaso Blanco de los Industriales del Valencia quienes en el futuro inmediato se convirtieron en Llaneros de Acarigua. Luego firmaron a Napoleón Reyes como manager, quien había llevado a los Tiburones hasta la final de la temporada 1966-67 luego de tomar el equipo en plena temporada.
La importación se anunciaba con grandes carteles. Entre los pitchers se escuchaban los nombres de Bo Belinsky y Ron Tompkins, dos viejos conocidos por sus actuaciones con Pampero, La Guaira el primero y Lara el segundo. También vendrían los serpentineros René Paredes, John Upham y Don Yingling en compensación por la ausencia de Isaías Chávez por lesión.
Alrededor del 9 se octubre Isaías Látigo Chávez llegó al campo de la Electricidad de Caracas, mientras veía las prácticas del Magallanes se encontró con el Dr. José Domingo Martínez Morales quien le examinó el brazo de lanzar. Luego de palparle el codo, le informó que tenía depósitos de calcio. Isaías preguntó que se podía hacer, el médico contestó que lo podía poner en tratamiento con inyecciones de cortisona, a ver si desaparecían los depósitos, sino habría que operar. El Látigo se sentó cabizbajo en las gradas. Los periodistas le preguntaron por su temporada en ligas menores y como se preparaba para la temporada con Magallanes. Les dijo que había sido una temporada accidentada, primero fueron los dolores en el brazo, después la lesión del tobillo. Ahora tenía algunas molestias, pero esperaba recuperarse para uniformarse con el Magallanes.
Para los jardines se anunciaba al prospecto de los Atléticos de Oakland Joe Rudi, Pat Kelly, quien había sido recomendado por Cesar Tovar a los Leones del Caracas pero estos ya tenían completa su cuota de jardineros regulares con el propio Tovar, Victor Davalillo y José Tartabull, por lo cual lo dejaron disponible. El tercer jardinero era Clarence Gaston quien había tenido una temporada decepcionante con Cardenales de Lara en 1967-68, pero el gerente general del Magallanes, Rodolfo Mauriello, lo convenció de regresar a la liga venezolana.
Para la receptoría fue contratado Bruce Look quien venía de jugar con los Mellizos de Minnesota en la Liga Americana.
Con la llegada de Dámaso Blanco y Gustavo Gil se esperaba contar con un cuadro interior completamente criollo pues Cesar Gutiérrez y Oswaldo Blanco venían de sólidas campañas con los Giants de Phoenix (PacificCoast League AAA. 139 J, 531 VB, 59 CA, 158 H, 23 2b, 7 3b, 52 CE, 24 BR, 11 BB, 33 K, .298 Prom., .314 OBP) y los White Sox de Evansville (Southern League AA. 132 J, 467 VB, 72 CA, 135 H, 20 2b, 14 3b, 8 HR, 56 CE, 12 BR, 51 BB, 78 K, .289 Prom., .362 OBP, .805 OPS).
El equipo tuvo una arrancada complicada en la cual llegó a recibir un juego sin hits ni carreras ante Howie Reed y los eternos rivales Leones del Caracas. El evento ocurrió el 24 de octubre de 1968. Los Leones marcaron cinco carreras ante John Upham y René Paredes. Reed solo permitió que se le embasara un solo corredor, Bruce Look por boleto en el quinto episodio.
La luz de alarma se encendió a mediados de noviembre cuando el equipo tenía marca de 6-14. Entonces la gerencia decidió prescindir de los servicios de Look, Paredes y Yingling, en su lugar vinieron el cátcher Walter Hriniak y los serpentineros Salvatore Campisi y Bill Butler.
Por el lado de los criollos, el 21 de noviembre de 1968, los Navegantes enviaron a Cesar Gutiérrez a los Tigres de Aragua y recibieron al jugador del cuadro Héctor Martínez, el pitcher Winston Acosta y dinero en efectivo. El 4 de diciembre de 1968, a raíz de una airada reclamación de Oswaldo Blanco a causa de que no lo ponían a jugar luego de recuperarse de una lesión, la gerencia general optó por cambiarlo hacia los Llaneros de Acarigua junto a los lanzadores Juan Quintana y Jesús Llamozas, por ellos recibieron al pitcher estelar Roberto Muñoz.
Quizás uno de los momentos cumbres de esa temporada ocurrió el sábado 7 de diciembre. Magallanes recibía al Caracas en el estadio de la UCV. La sirena electrizaba la atmósfera de la tribuna derecha, la corneta de Lezama punzaba cada banco de la tribuna de tercera base. La pizarra inmensa del jardín central se erguía cual dinosaurio sobre las gradas. En su región central relumbraban las alineaciones entre los chispazos crepusculares y las luces de las torres que empezaban a encenderse: A. Cambero 3b, V. Davalillo cf, C. Tovar rf, R. Herrera c, J. Tartabull lf, C. Ruiz 2b, G. Márquez 1b, T. Obregón ss por el Caracas. D. Blanco 3b, P. Kelly rf, G. Gil 2b, C. Gaston cf, W. Hriniak c, J. Rudi 1b, A. Ortíz lf, J. Aristimuño ss, por Magallanes. En las cercanías del plato, el árbitro principal, Gualberto Acosta, discutía las condiciones de terreno con los managers Regino Otero y Napoleón Reyes.
Bob Belinsky subió al montículo por las huestes navegantes y dispuso del primer inning sin dificultades. En el cierre del primer episodio Magallanes atacó a Mike Paul, Walter Hriniak remolcó a Pat Kelly para abrir el marcador. El juego se mantenía cerrado y aunque los del barco llenaron las bases en el cierre del quinto cuando Belinsky se embasó por marfilada del tercera base Alberto Cambero, seguido de sencillos de Dámaso Blanco y Pat Kelly, solo pudieron anotar una rayita mediante rodado de Gustavo Gil.
Belinsky mantuvo silenciada la alineación caraquista hasta el sexto inning cuando le batearon el primer imparable y le llenaron las bases, aunque luego apretó el brazo para colgar el cero con un poche ante Chico Ruiz. En el octavo, sencillos seguidos de Davalillo y Tovar más error de Armando Ortiz colocó hombres en segunda y tercera, Salvatore Campisi relevó a Belinsky y Musulungo Herrera lo saludó con sencillo impulsor que igualó el juego. Campisi solo pudo hacer un out, Bill Butler lo relevó con las bases llenas y logró apagar el fuego.
Luis Peñalver y Urbano Lugo padre habían relevado a Paul desde el quinto inning. Para el cierre del octavo, Regino Otero trajo a Bob Lee, uno de sus mejores escopeteros (hasta ese momento se mantenía invicto con 8 triunfos) para mantener a raya al Magallanes. En el undécimo inning Roberto Muñoz relevó a Butler para oficializar su debut con el uniforme náutico. En el décimo tercer inning Chico Ruiz abrió con sencillo y Gonzalo Márquez negoció boleto. De inmediato, Teodoro Obregón ejecutó la “bicicleta” y tronó linietazo imparable para llenar las bases. Muñoz pudo respirar por fin cuando Márquez fue sorprendido en segunda base. Entonces el pitcher se recuperó para ponchar a Lee y dominar a Cambero. Un cero fantasmagórico.
En el cierre de ese inning Lee dominó a Gustavo Gil. Entonces Clarence Gaston entró al cajón de bateo y enderezó un envío en dirección al jardín central. La pelota describió una trayectoria de parábola corta que terminó en medio de las gradas. El estadio parecía un manicomio, una especie de euforia contagió a los magallaneros quienes se lanzaron al terreno mientras Gaston aun recorría las bases. Había sido una victoria demasiado intensa que siempre permanecería en la memoria de muchos seguidores del juego que empezaban a ver como un equipo que parecía fuera de competencia empezó a remontar la tabla de clasificación.
El día siguiente volvieron a estadio de la UCV y volvieron a ser anfitriones, esta vez ante los Tiburones de La Guaira que presentó esta alineación: Angel Bravo lf, José Herrera rf, Luis Aparicio 3b, Mike Epstein 1b, Merv Rettenmund cf, Paul Casanoca c, Remigio Hermoso 2b, Enzo Hernández ss. El juego empezó a las once de la mañana y Salvatore Campisi abrió por los Navegantes. Angel Bravo negoció boleto y de inmediato anotó la primera carrera amparado en doblete de José Herrera.
En la apertura del cuarto inning, Mike Epstein descargó cuadrangular solitario para poner el marcador 2-0. Por su parte Rollie Fingers tenía algunas dificultades pero mantuvo en blanco a los navegantes hasta el séptimo inning. Luego de un out, Jesús Aristimuño bateó un sencillo y el emergente Victor Colina lo imitó. Dámaso Blanco falló y Gustavo Gil bateó roletazo por la intermedia ante el cual Remigio Hermoso cometió error para que Aristimuño anotara la primera carrera, pero Colina fue out en la goma en la misma jugada, lo cual ocasionó una acalorada discusión.
Fingers llegó al noveno inning ganando 2-1 y sacó los dos primeros outs. Entonces Pat Kelly y Gustavo Gil negociaron boletos. Y las tribunas empezaron a calentarse. Con Clarence Gaston en turno, el manager Wilfredo Calviño confió en Fingers. Gaston conectó un roletazo fuerte hacia el campocorto que fue desviado por una piedrita y pasó por encima de Enzo Hernández para que Kelly anotara la carrera del empate.
Marcelino López relevó a Fingers y logró salir de aquel enredo para enviar el juego a extrainning.
En la trinchera de enfrente Ron Tompkins relevó a Roberto Muñoz, quien había suplantado a Campisi en el octavo inning.
En el undécimo inning Hernández bateó triple pero fue out en jugada de apelación por no pisar la primera base. Luego Bravo disparó sencillo y Herrera, como en el primer episodio, descargó doblete para remolcar a Bravo.
Aurelio Monteagudo salió a cerrar el juego en el cierre del undécimo y empezó ponchando al emergente Evangelista Núñez. Dámaso Blanco sonó imparable por encima de primera base y Pat Kelly siguió con otro sencillo por la misma banda que llevó a Dámaso hasta la antesala y él se metió hasta la intermedia con el tiro a tercera. Monteagudo volvió a respirar al ponchar a Gustavo Gil. Entonces con la primera base libre, Wilfredo Calviño no quiso bolear a Gaston y este respondió con trueno al jardín central para ganar el juego. Dos veces en menos de veinticuatro horas, Gaston había dejado sobre el terreno al rival. El público deliraba y sacó en hombros al héroe del juego. Luego del encuentro Gaston declaró a la prensa: “Jamás había sido tan aclamado en un campo de juego y eso me hace feliz. Una de las cosas que más me ha impresionado es la pasión que hay en Venezuela por el beisbol y la constancia de los fanáticos del Magallanes. Nuestro equipo está todavía abajo, y sin embargo los fanáticos van al estadio a conversar con nosotros y a apoyarnos”.
Así jugaba aquel Magallanes, había una gran integridad de los peloteros, aunque hubiesen cometido cinco errores en un juego siempre seguían fajándose al máximo y eran capaces de remontar cualquier desventaja por inmensa que fuera. Nadie podría creer luego de ese fin de semana que aquella sería la última temporada de los navegantes del Magallanes como anfitriones en Caracas. Ese año finalmente se logró clasificar. Gaston fue campeón de bateo y de carreras impulsadas. Ron Tompkins tuvo marca de 9-5 con 2.95 de efectividad en 131.1 innings, además salvó 2 juegos, 84 ponches, 38 boletos. Roberto Muñoz dejó marca de 4-2 con 2 salvados y 2.81 de efectividad en 57.2 innings, 34 ponches, 21 boletos. Bo Belinsky ganó 6 y pedio 8 juegos con 1.94 de efectividad en 97.1 innings, 93 ponches, 67 boletos. Pat Kelly bateó para .342 con 11 jonrones, 45 carreras empujadas, 48 anotadas, 81 hits, 11 dobles, 3 triples, el complemento ideal de Gaston en la yunta del poder negro.
Al final de aquella temporada, principalmente por motivos económicos el Catire Istúriz decidió vender a los Navegantes del Magallanes a un grupo de empresarios valencianos. Todo un rudo golpe para los magallaneros de la región capital, quienes pasaron de ver jugar a su equipo 42 veces por temporada en el estadio de la UCV a solo 12 a partir de la temporada.
Alfonso L. Tusa C. 24 de mayo de 2018. ©
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