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sábado, 20 de julio de 2019

El maillot amarillo de Christophe Por Jon Rivas 19 JUL 2019 -

La retirada de los hermanos Pelissier, ídolos de Francia, desembocó en la creación del distintivo amarillo para el líder

Todo comenzó con una frase desafiante. Era 1919, los ases franceses eran los hermanos Pelissier, hijos de un padre colérico, propietario de la Vaquería de la Esperanza en la Rue Mesnil, en el centro de París. Jean, el mayor, había fallecido en la Guerra Mundial; Francis cayó herido de gravedad. Recibió la cruz de guerra y un telegrama de Henri: «Cuando llegue el día de la revancha / no podremos flaquear / Los ciclistas, nuevos soldados / serán los primeros en el combate /Para nosotros la bayoneta / será nuestra bicicleta».
En el comienzo del Tour, Henri ganó la primera etapa y Francis la segunda. Salió de nuevo el espíritu combativo de la familia: «Yo soy un purasangre y mis rivales, caballos percherones», dijo Henri. Pero los demás tomaron nota. En la cuarta etapa, el 5 de julio, camino de Les Sables d’ Olonne, y a la salida de Quimperle, Henri se paró un instante para ajustar la dirección de su bicicleta y quitarse el impermeable.
El pelotón decidió darle un escarmiento y aceleró. Fue brutal. Henri se quedó atrás; Francis, en el grupo delantero, no podía ayudarle. Estaba prohibido. A Henri le intentó relevar Barthelemy. Se les acercó Desgrange: «Si te ayuda, os descalifico a los dos. Este es un deporte individual». Henri, rabioso, persiguió al pelotón durante 300 kilómetros. “De repente ve en el camino a su hermano Francis angustiado que lo mira con ojos vidriosos, fatigado, y que ni siquiera puede querer seguirle”.
Henri, con su esfuerzo, recorta las diferencias y llega a la meta con 35 minutos de retraso; Francis a más de tres horas. Christophe es el líder. Al día siguiente abandonan el Tour y le causan un problema a Desgrange. Los Pelissier son los ciclistas más populares de Francia, el público les reconoce y los aclama a su paso. El Tour necesita un aliciente, un ciclista reconocible. Desgrange esboza su plan, azuzado por su colaborados Alphonse Baugé: creará un maillot para el líder. Lo anuncia el 10 de julio: “Una feliz idea de nuestro redactor jefe: A fin de permitir a los aficionados reconocer, al primer golpe de vista en el pelotón del Tour, al líder de nuestra gran carrera, hemos decidido que, en el futuro, el corredor que figure primero en la clasificación general, llevará un maillot especial. Es posible que en Marsella el líder ya lo vista”. Fue un poco más tarde, el 19 de julio en Grenoble: “Esta mañana le he entregado al valiente Christophe un soberbio jersey amarillo. Decidimos que el líder lleve un maillot con los colores de l’ Auto. La lucha por llevarlo va a estar apasionante”.
Lo lució cuatro días, “me llaman el canario”, se quejaba, hasta que, en la penúltima etapa, a la salida de Valenciennes, se le rompió la horquilla de su bicicleta, como seis años antes en el descenso del Tourmalet. Se quedó, “como una guitarra sin cuerdas”. Firmin Lambot, el nuevo líder, llegó de amarillo a París.


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