Antes de nada, mi recuerdo para Rosana Ordóñez Vela, que si hablamos de mujer empoderada, ella es la primera. Nos acaba de dejar pero jamás nos abandonará. Lo fue todo en el mundo de la comunicación, ya escrita y eudiovisual así como en la docencia de la disciplina, política de alto nivel, amén de madre entregada y esposa luchadora. Un honor haber llegado a conocerla y presumido de su amistad. D. E. P.
Y a lo que íbamos. Por esa lucha por ubicar en su justo sitio a la mujer, por hacer visible sus logros, trabajo de ellas, su lucha, su demanda, su igualdad de género y sin menoscabo de su autoridad. Valen tanto o más que el hombre, que como nació más fuerte ha dominado el panorama basado en el anticuado patriarcado hasta hacerle, a veces, la vida imposible.
Pero no sólo se rebelan, que no lo necesitan, sino que con su conocimiento y saber han dado un golpe en la mesa y ocupan su lugar por derecho propio sin que los antiguos profesores tengan que otorgarle permiso alguno, sino cederle el paso hacia el liderato.
Igualdad. Ya basta de exigirles ser bellas para ocupar un puesto, o sexis para sentir admiración por su trabajo. Sólo tienen que ser ellas. Que ya es suficiente.
Ahora bien y ahí viene la polémica, ¿podemos ser todos iguales en fuerza fisica? No. Y hay marcadas diferencias. Inteligentes, más si se quiere. Derechos, todos, pero las facultades físicas son diferentes... Y a eso voy cuando un hombre decide cambiar de sexo, hacerse mujer y participar en un evento deportivo de fuerza. Ella sigue siendo ahí un hombre, y tendrá una ventaja inconmensurable con una mujer. Y eso hay que tenerlo en cuenta.
Como cuando una mujer se convierte en hombre y quiere ser madre. O una cosa u otra. No podemos igualar una naturaleza que fue distinta desde el nacimiento. Parir es femenino y no debe ser usurpado por aquella que sintiéndose hombre se meta kilos de testosterona y luego quiere ser madre. No lo entiendo
Pero la vida hoy es así. Una halterista con más testosterona que yo quiere una presea femenina y unas féminas con más arrestos masculinos que un servidor quieren ser madres, o ganarle una carrera a sus semejantes.
El poder lo tienen, lo merecen. Pero no nos equivoquemos.
Y a lo que íbamos. Por esa lucha por ubicar en su justo sitio a la mujer, por hacer visible sus logros, trabajo de ellas, su lucha, su demanda, su igualdad de género y sin menoscabo de su autoridad. Valen tanto o más que el hombre, que como nació más fuerte ha dominado el panorama basado en el anticuado patriarcado hasta hacerle, a veces, la vida imposible.
Pero no sólo se rebelan, que no lo necesitan, sino que con su conocimiento y saber han dado un golpe en la mesa y ocupan su lugar por derecho propio sin que los antiguos profesores tengan que otorgarle permiso alguno, sino cederle el paso hacia el liderato.
Igualdad. Ya basta de exigirles ser bellas para ocupar un puesto, o sexis para sentir admiración por su trabajo. Sólo tienen que ser ellas. Que ya es suficiente.
Ahora bien y ahí viene la polémica, ¿podemos ser todos iguales en fuerza fisica? No. Y hay marcadas diferencias. Inteligentes, más si se quiere. Derechos, todos, pero las facultades físicas son diferentes... Y a eso voy cuando un hombre decide cambiar de sexo, hacerse mujer y participar en un evento deportivo de fuerza. Ella sigue siendo ahí un hombre, y tendrá una ventaja inconmensurable con una mujer. Y eso hay que tenerlo en cuenta.
Como cuando una mujer se convierte en hombre y quiere ser madre. O una cosa u otra. No podemos igualar una naturaleza que fue distinta desde el nacimiento. Parir es femenino y no debe ser usurpado por aquella que sintiéndose hombre se meta kilos de testosterona y luego quiere ser madre. No lo entiendo
Pero la vida hoy es así. Una halterista con más testosterona que yo quiere una presea femenina y unas féminas con más arrestos masculinos que un servidor quieren ser madres, o ganarle una carrera a sus semejantes.
El poder lo tienen, lo merecen. Pero no nos equivoquemos.
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