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lunes, 11 de abril de 2022

Miguel Cabrera más cerca de Roberto Clemente POR Mari Montes

 

Quiero ser recordado como un jugador que dio todo lo que tenía para dar”. Roberto Clemente Roberto Clemente. Fotografía de MLB.com

Comenzó la temporada con la emocionante cuenta regresiva de Miguel Cabrera hacia los 3 mil hits y otros números redondos.

Inició la campaña a 13 hits de los 3.000 y en dos juegos se acercó a 2.989 con par de sencillos. Ya alcanzó las 1,.200 bases por bola; está a una de las 40 bases robadas, le faltan 3 dobles para 600, 3 triples para llegar a 20, 11 juegos para 2.600, está a 74 de las 5.200 bases alcanzadas, le faltan 84 extrabases para los 1.200, 95 anotadas para 1.600, 96 impulsadas para las 1.900, 370 turnos para los 10. 000.  Dicen que los números son fríos, pero en el beisbol, un deporte que se expresa en números para reflejar acciones, los números dicen mucho, cuentan historias.

Esos números que acumula Miguel Cabrera y los que puede lograr si se mantiene sano (Dios mediante, decimos los católicos), describen la carrera de un jugador extraordinario, de una leyenda activa.

El próximo inmortal que alcanzará en la lista de los hiteadores más prolíficos, es Roberto Clemente. Un jugador cuyo legado e impacto en el beisbol trascendió los terrenos. Con sobradas razones los latinoamericanos quisiéramos ver que su número “21’ sea retirado de todos los equipos, como el “42’ de Jackie Robinson.

El Cometa de Carolina dejó su cuenta en 3 mil hits. El histórico doble se lo dio al abridor de los Mets, Jon Matlack, en el Three Rivers Stadium de Pittsburgh, como consta en el boxscore de Baseball Reference.

Roberto Clemente. Fotografía de MLB.com

Se había ponchado en su primer turno al bate. Salió en medio de los aplausos de los 13.117 aficionados presentes en el parque de la 792 W General Robinson Street, de Pittsburgh, Pennsylvania, 15212. Dejó pasar la primera bola y el árbitro principal, John Kibler, cantó strike, la sonara ovación cambió un abucheo tremendo.

El siguiente envío fue conectado hacia el jardín izquierdo. El batazo con el que que se inscribió en el selecto Club de los 3 mil hits, fue un doble. Anclado en segunda base se quitó la gorra para saludar con humildad a los amotinados fanáticos que no dejaban de aplaudirlo, El umpire Doug Harvey detuvo por un instante las acciones para darle la pelota. Clemente se la dio al coach de primera Don Leppert.

La narración en español de Felo Ramírez quedó para la historia. El cubano, también miembro del Salón de la Fama de Cooperstown, recodaba el batazo como el gran momento de su propia carrera; fueron amigos.  La emocionada descripción dio exacta dimensión al suceso de ver al primer jugador latinoamericano lograr la mítica cifra; tan solo el undécimo en toda la historia:

Cuenta Gregory H Wolf para la Sociedad Americana de Investigación del Beisbol que: “Entre entradas, Willie Mays, de los Mets, quien se había convertido en el décimo miembro del club de los 3.000 hits en julio de 1970, desafió la costumbre al salir del banco de los visitantes para felicitar a Roberto Clemente en el banco de los Piratas. Luego Clemente corrió hacia el jardín derecho para comenzar la quinta entrada y se quitó la gorra ante una multitud que aún estaba de pie.

Después dijo a los periodistas al terminar el juego:

– Fue el mismo lanzamiento con el que me ponchó en la primera entrada… Dedico este hit a los fanáticos de Pittsburgh. Han sido maravillosos. Y a la gente de mi país en Puerto Rico, pero especialmente al tipo que me empujó a jugar béisbol, Roberto Marín.

En honesta confesión de lo que significó conectar ese batazo, terminando la temporada regular, agotado, con fuertes dolores en los pies y con los playoffs por delante, agregó:

– Me alegro de que haya terminado, ahora puedo dormir un poco.

Nadie imaginaba entonces que aquel batazo, el último hit de la temporada de 1972, sería el último de su vida.

En diciembre ocurrió el devastador terremoto en Nicaragua y Roberto Clemente resolvió llevar personalmente ayuda a las víctimas de la tragedia. Era el último día del año, Noche Vieja, cuando el avión en el cual llevaba la asistencia cayó unos minutos después de despegar de San Juan, Puerto Rico, a pocos kilómetros de su natal Carolina.

Roberto Clemente jugó como vivió, con pasión, con intensidad y entregándolo todo: “Soy mas valioso para mi equipo bateando .330, que bateando jonrones”.




Hace unos días, conversando con Miguel Cabrera sobre las leyendas que ha alcanzado y a quienes está por igualar y dejar atrás, cuando escuchó “Roberto Clemente”, exclamó orgulloso: “¡Roberto, ese es un gran nombre, un nombre que me llena de mucho orgullo. ¡Siempre tenemos que estar agradecidos con lo que hizo él!”

 

Cada vez que se para en el plato, Miguel Cabrera está más cerca de Roberto Clemente. Lo escribo con emoción.

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