Jesús Elorza
El desempeño de los 43 atletas que nos representaron en los juegos de Tokio estuvo rodeado de una serie de factores que marcadamente influyeron en los resultados finales. A medida que se iban desarrollando las diferentes competencias, fuimos testigos de la entrega total de nuestros deportistas por alcanzar los triunfos en sus diferentes especialidades. Ganamos y perdimos, pero en su conjunto quedo plasmado el esfuerzo y la dignidad de nuestros representantes por dar lo mejor de cada uno de ellos.
Venezuela entera saltó con Yulimar, gritó con Rosa y Ahymara en cada lanzamiento, se elevó a las alturas con Peinado tensó sus músculos al igual que Mayora y Vallenilla al levantar sus pesas, acompañaron con muestras de asombro y alegría las piruetas de Dhers, sufrieron el no poder avanzar en la competencia de nuestros atletas en boxeo, voleibol, tiro, vela, saltos ornamentales, natación, aguas abiertas, esgrima, karate, judo; en fin, todos fuimos atletas en esos juegos saboreando los triunfos y aceptando las derrotas.
Pero, también hay que señalar la indignación que sentimos al ver como se manipuló con intención propagandística a uno de los ganadores de medalla, para que la ofrendara al conocido por todos como “El difunto eterno”. No se quedó atrás, el canal de televisión que trasmitió los juegos, cuando uno de sus “comentaristas” dijo que “el padre putativo de nuestra saltadora de triple fue Aristóbulo Isturiz” o cuando interrumpieron a Alfredo Loyo director técnico de deportes de combate del IND, en el momento en que señalaba “el esfuerzo de cada deportista para llegar a Tokio, pese a la falta de respaldo”. En ese preciso momento, uno de los entrevistadores pidió interrumpir la grabación para censurar ese fragmento. Fuera de sus cabales gritó a todo pulmón “No, no, no, este marico está loco. Interrumpe eso porque va a quedar como si el ministerio o el IND no le pararon bolas a los atletas”.
Estos hechos sirven para demostrar que el verdadero objetivo de las incapaces autoridades deportivas gubernamentales y olímpicas solo se circunscribe al efecto mediático propagandístico de los resultados, dejando de lado la implementación de políticas públicas que hagan posible el desarrollo deportivo del país.
Por el contrario, la “gerencia” de los incapaces ha conducido a la suspensión de los juegos deportivos nacionales, el abandono de las instalaciones deportivas, inasistencia a eventos internacionales por falta de pasajes, pasaportes y viáticos, la no dotación de implementos adecuados para competir como fue el caso de la nadadora Paola Pérez quien sufrió un ataque de hipotermia por no contar con un traje de baño adecuado, el no pago de las becas a los atletas y la inexistencia, a pesar, de estar en una situación de pandemia, de un programa de asistencia social integral (seguro HCM).
En lo referente a los entrenadores nacionales o extranjeros, hay que señalar que la política de los incapaces en esta materia se destaca por los salarios de hambre para los primeros y el incumplimiento de pagos para los segundos.
Especial referencia, es la de señalar, que ninguno de los 10.000 “entrenadores” cubanos aparece relacionado con la preparación de nuestros atletas.
En este duro y lastimoso cuadro, también hay que considerar a la diáspora, ya que en el área deportiva su impacto ha provocado la migración de atletas y entrenadores que buscan en otros países mejores condiciones de vida. En este punto destaca, el caso de la migración de más de 15 entrenadores de pesas. En particular hay que señalar el caso del entrenador Jorge Rivero, quien representó a Ecuador como entrenador del equipo de pesas femenino que ¡¡¡logró ganar una medalla de oro, una de plata y un diploma olímpico!!!. Cabría preguntarse ¿Por qué no pudo entrenar a las persistas venezolanas?
En el balance de los resultados, con las 4 medallas obtenidas pasamos a ocupar el puesto número 42 en la clasificación general. Pero, Ecuador ocupó el lugar 34 y Colombia cuantitativamente logró una medalla más que nosotros (ninguna de oro) y estuvo representada en un mayor número de competencias, nos indica que estos dos países continúan siendo nuestros fuertes rivales para el próximo ciclo olímpico: Bolivarianos, Centroamericanos y Panamericanos.
Finalmente, los incapaces, corruptos y manipuladores que conforman las autoridades deportivas, por su destacada actuación en la crisis del deporte venezolano, merecen, sin lugar a dudas, la medalla de plomo.
Atletas y entrenadores cuentan con el reconocimiento pleno de un país. Alcanzar un mejor deporte es una tarea de todos.
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