"La esperanza nunca se pierde, pero cada vez hay menos". En el alto mando del Real Madrid no se ignora la gran pregunta del mercado futbolístico, la que se hacen los aficionados blancos en las sobremesas de Tarifa o las madrugadas de Ibiza. ¿Vendrá Mbappé este verano? El club está preparado para activar la operación, deseoso de ejecutar su fichaje más importante de los últimos años, pero hasta el momento, por lo que aseguran en el Madrid, no se ha producido ni amago de iniciar las conversaciones.
"No hay comunicación abierta con el PSG sobre este tema", apuntan para desilusión de muchos aficionados que aún mantienen la fe en ver a Mbappé de blanco en pocos días, agarrados al recuerdo de aquellas compras postreras de mercado en las que Florentino Pérez -descamisado y con el móvil pegado a la oreja- se convirtió en experto. De la agonía por Ronaldo Nazario a la llegada límite de Gareth Bale. Pero son otros tiempos, la pandemia ha sacudido el fútbol y la prioridad del Madrid y de su presidente, como idea filosofal presente, es otra: cuidar las cuentas en un momento muy delicado y acabar la ambiciosa reforma del Bernabéu, que debe convertirse en una de las fuentes de ingreso claves en el futuro.
Pero esto no quita para que, si Mbappé se pone a tiro, el Madrid vaya a por él con todo. Esta opción sólo surgiría si a última hora del mercado de fichajes (hasta el 31 de agosto), Nasser Al-Khelaifi, el gestor del equipo que ha roto la banca este verano, decide vender a su estrella ante el riesgo de verla escapar gratis en 2022, cuando finaliza su contrato. Una postura lógica para la mayoría de dirigentes, más en esta época de crisis, pero no para un club donde el dinero no es problema y los intereses que mueven a sus propietarios van más allá de ganar la Champions.
Para Qatar, el reino detrás del PSG, el fútbol es cuestión de Estado. Se trata de una vía publicitaria, de imagen de marca y de orgullo patrio que debe coronarse con la fotografía sobre el césped del Parque de los Príncipes de la mejor delantera que vio el fútbol en muchos años (Messi, Neymar, Mbappe) y con la ejecución exitosa del extraño Mundial de 2022, invernal pero con temperaturas agosteñas y con todos las sedes a menos de dos horas, como si se realizara en un parque olímpico.
Los dos escudos se miran de reojo, con respeto y también recelo, mientras en el centro de la ecuación el jugador francés mantiene un helador silencio que se traduce en ilusión en Madrid y en temor en París. En septiembre estaría a tan sólo cuatro meses de tener libertad para negociar y firmar con cualquier club, sin incumplir normativa alguna. El 1 de enero el Madrid sí podría llamar a Mbappé, algo que ahora sería denunciable ante la FIFA. De ahí los pies de plomo del club blanco en la operación, sobre todo porque enfrente está una institución a la que no quiere molestar. Qatar es mucho más que el PSG. Y el PSG debe ser una pata fundamental en la revolución pendiente del fútbol europeo (Superliga).
El Madrid nunca perdió el contacto con el entorno de Mbappé, desde que en 2017 se quedó a un paso de su fichaje. No han faltado mensaje cordiales con su familia, con la que se mantiene relación desde que siendo un chaval pasó a probar por Valdebebas y a confesar su madridismo infantil. Cuando acabó cambiando Mónaco por París, dejó a los emisarios blancos la promesa de "volverse a ver".
EL PASO HACIA CONCHA ESPINA, EN EL AIRE
Que no haya renovado se interpreta en el club de Concha Espina con optimismo. ¿Pero resistirá Mbappé estos meses de ofertas del PSG para firmar por el Madrid incluso por menos dinero? "Tiene solo 22 años pero sabe lo que quiere", apuntan en el club blanco sobre un jugador que podría estar cansado del aroma algo artificial de su actual club y que preferiría vestir una camiseta histórica, de las que no pueden faltar en la carrera de los grandes futbolistas.
El Madrid aguarda al acecho, atado de manos y sin ganas de quedar como perderdor de una pugna que dice no haber ni siquiera comenzado. Por un lado, ante las apreturas económicas del Covid, la opción de hacerse el verano próximo sin coste de traspaso con un jugador de la importancia de Mbappé resulta muy atractiva, pero Florentino y sus colaboradores saben que si el PSG lo pone en venta en los próximos días, tendrá que abrir la tesorería y poner sobre la mesa una cantidad poderosa -sobre 150 millones- para ficharlo ya. Si no lo hace él, lo podría hacer otro. Lo ven como un jugador franquicia, llamado a convertirse en icono del club.
Si no se produce esta llamada desde París, quedarán cuatro meses para que Al-Khelaifi convenza al francés de que dónde va a estar mejor jugando es al lado de Messi. Fichar al mejor del momento para atar al mejor de la próxima década. ¿Será suficiente? En el Madrid esperan que n
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